Mario Szichman
En una película de Woody Allen el protagonista explicaba que su trabajo
consistía en vestir y desvestir coristas. Cuando un amigo le preguntaba cuál
era el pago por esa tarea, el protagonista respondía: “Cuarenta dólares la
hora. Es lo máximo que puedo pagar”.
Sal (Salvatore) Strazzullo, un abogado en la cuarentena, no sólo tropieza
todas las noches con beldades en sus recorridas por Nueva York. A diferencia
del personaje interpretado por Woody Allen, esas beldades le pagan crecidas
sumas para lidiar con toda clase de matones, incluidos deportistas, actores o
simples millonarios.
Cuando los neoyorquinos se van a dormir, la fauna que busca los servicios
del abogado Strazzullo recién abandona la cama, lista para la farra, la pelea,
y los encuentros amorosos. Por ejemplo, en una ocasión, el abogado fue
despertado en la madrugada por Adam Hock, ex propietario de una cadena de
clubes nocturnos cuyas meseras se desplazan en diminutos bikinis. Hock había
tenido una discusión con el príncipe Pierre Casiraghi de Mónaco, pues al
parecer ambos estaban interesados en el afecto de una (o varias) modelo(s). La
discusión subió de tono, hasta que Hock decidió cancelarla propinándole una
formidable trompada al príncipe. ¿Qué debía hacer?, le preguntó Hock al
abogado. Pues lo obvio, le respondió Strazzullo: decir que había agredido al
príncipe en defensa propia. Pero el abogado prefiere defender a damiselas en
apuros –excepto cuando las acosa.
En una oportunidad, Strazzullo recibió una llamada, también en la
madrugada, de Ingrid Gutiérrez, una bella modelo de 21 años de edad. Gutiérrez
había ido a “W.I.P”, un club nocturno en el área de Soho, junto con media
docena de sus amigos. En cierto momento, el cantante Chris Brown invitó a la
modelo a tomar champagne. Mientras Gutiérrez conversaba con uno de los
guardaespaldas de Brown, el rapero Drake le envió a Brown un mensaje,
informándole que él se estaba acostando con su ex novia, la cantante Rihanna.
Brown, que al parecer es un personaje bastante posesivo, se encabritó con el
rapero, y la trifulca se diseminó a los respectivos entourages. Primero se intercambiaron insultos, y luego garrafas de
licor. La modelo Gutiérrez recibió un botellazo en la cabeza. De inmediato
llamó al abogado desde un hospital, porque quería entablar una demanda.
Strazzullo le respondió que primero se curara la herida. Después, él se
encargaría de iniciar un litigio por una jugosa suma de dinero.
BAILARINAS EXÓTICAS
Aunque el abogado atiende a toda clase de clientes, con tal de que estén
magullados o magulladas, en estado de ebriedad, pesen más de cuarenta kilos y
respiren, su área mayor de expertise
son las damas. No sólo las modelos, sino las bailarinas exóticas, una variedad
que suele combinar las piruetas de la danza con la profesión más antigua del
mundo. En ese sector de la vida nocturna neoyorquina proliferan los dólares.
Ahí está el caso de Sophia Kandelaki, una bailarina exótica, quien demandó
a un millonario en 10 millones de dólares, tras acusarlo de haberle inferido
una lastimadura golpeándola con su reloj Rolex. O el de Alexia Moore, experta
en lap dancing , quien además de
subir y bajar por una pértiga mientras se va desnudando, suele hacer
movimientos lascivos sentada en las rodillas de clientes. Moore fue acusada de
prostitución. Strazzullo logró que fuera absuelta de esa absurda acusación.
Como Vic Damone, Los tres chiflados y Salvatore Gravano, uno de los más
famosos gángsters de la familia Gambino, Strazzullo proviene del área de
Bensonhurst. Se trata de uno de los barrios más pendencieros de Nueva York,
donde hasta las bisabuelas lucen tatuajes. Desde pequeño frecuentó el ambiente en el cual
ahora recauda sus ganancias. Trabajó varios años en negocios y clubes nocturnos
de Brooklyn. Hasta que un día llegó a la conclusión de que con su talento estaba
perdiendo el tiempo trabajando de disc jockey, sirviendo a clientes, o echándolos
a patadas actuando como bouncer, esos
atléticos matones que tras ejercitarse algunas horas en un gimnasio, tratan de
apaciguar a parroquianos pasados de copas. Por lo tanto, decidió inscribirse en
un curso nocturno de la Escuela de Leyes de Nueva York, mientras seguía
trabajando en bares y cultivando la amistad de bellas mujeres y de sus recios
acompañantes.
Strazzulo estuvo casado con una ex Miss Massachusetts, que ahora es
simplemente su ex. Su fama de mujeriego, y también de fastidioso perseguidor,
lo sigue a todas partes. Ya le han presentado al menos una demanda por acoso
sexual, tras algunos actos íntimos realmente desagradables.
Sin embargo, en lugar de taparse el rostro con un diario cuando recibe
acusaciones, el abogado considera que la mejor defensa es un buen ataque. Cuando
una de sus ex empleadas lo acusó de intentar propasarse con ella en una sala de
conferencias Strazzullo, no precisamente un dechado de caballerosidad, dijo que
la mujer “había provocado el encuentro pues se sentía profundamente
insatisfecha con las dotes sexuales de su marido”.
Hay otras ciudades que viven de su fama, París es una de ellas, y también
Roma, pero inclusive en esas capitales se requieren visitas guiadas para
conocer los lugares más interesantes. En cambio en The Big Apple –aunque proliferan las visitas guiadas—todos los días
ocurren cosas que no requieren de guía alguno. ¿En qué ciudad del mundo un gánster
famoso se baja de una limusina blanca de media cuadra de largo luciendo un
tapado de chinchilla y acompañado de una señora gorda, muy hogareña, que podría
ser su madre, y es en realidad su esposa? ¿En qué sitio, excepto en Manhattan,
uno puede tropezar con camellos y elefantes en medio de una intense nevada? (Se
trata de los camellos y elefantes del Ringling
and Barnum Circus que son sacados a pasear por sus cuidadoras antes de
participar en el espectáculo de fin de año en el Radio City Music Hall).
Recuerdo una película italiana muy divertida donde un empresario
periodístico inventaba una entrevista con Greta Garbo. (Vittorio Gassman era el
encargado de la impersonation). La
fama de solitaria y escurridiza que tenía la actriz sueca era legendaria. Pero,
al parecer, eso no se extendía a Nueva York. No recuerdo si en 1987 o 1988, una
vez que caminaba por la Quinta Avenida, cerca de la Catedral de San Patricio,
me crucé con Greta Garbo, que iba del brazo de otro monstruo del cine, Bette
Davis. Pocas personas las reconocieron, pero a esas pocas, las actrices
respondieron con amables saludos. Greta Garbo vivía en la vecindad, y los
paparazzi nunca la acosaban.
Aunque Strazzullo reconoce que podría ganar más dinero trabajando con seres
normales –hay todavía seres normales en Manhattan– la noche neoyorquina lo
sigue atrayendo por su extravagancia, sus continuas sorpresas y la abundancia
de dinero que circula en los clip joints,
(bares muy caros).
Uno de los logros mayores de Strazzullo, aquel que lo catapultó al
estrellato, ocurrió en el 2008, cuando representó a la desnudista rusa Milana
Dravnel. La mujer entabló una demanda contra el boxeador Oscar De La Hoya por
causarle “angustia emocional”. De La Hoya, un hombre casado, negó toda relación
con la desnudista, quien respondió exhibiendo fotos donde aparecía haciendo el
amor con De La Hoya en el hotel Ritz Carlton de Filadelfia. En una de las fotos
De La Hoya aparecía disfrazado de danzarina de ballet, y luciendo en las
piernas medias de malla. Eso puede causarle una angustia emocional a
cualquiera. El boxeador abandonó toda pretensión, y zanjó la demanda pagándole
a la desnudista más de 20 millones de dólares.
La respuesta filosófica de Strazzullo, quien además de sus deslices
sexuales se considera un hombre de familia, fue que De La Hoya se lo tenía bien
merecido.
“Como solían decirme mi mamá y mi papá”, declaró el abogado a The New York Times: “Ninguna cosa buena
ocurre en la noche”. Y gracias a eso, Strazzullo obtiene jugosos dividendos.
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