Mario Szichman
(Fotos de Luisa Benavides)
(Una versión de este reportaje fue publicada en la
versión digital del
Diario Tal Cual de Caracas, Venezuela, el 18 de agosto de
2015)
El actor Robert Mitchum, uno
de los grandes de Hollywood, disfrutó en la década del cuarenta de numerosos
trabajos; solía participar en cinco o seis películas al año. A veces tenía la
fantasía de que en el curso de una filmación, tras abrir una puerta para
abandonar una vivienda, tropezaría con su alter ego, que ingresaría a la
vivienda procedente de otra filmación.
Diego Arria podría abrigar
similar fantasía, aunque su alter ego está mucho mejor estructurado. Es un
político venezolano con una muy destacada participación en las Naciones Unidas
durante la década del noventa. Fue representante permanente de Venezuela ante
la ONU (1991–1993) y presidente del Consejo de Seguridad (1992) en un momento
muy álgido, previo al genocidio en Srebrenica, un enclave bosnio musulmán en la
ex Yugoslavia. Tras visitar Srebrenica presidiendo la primera misión en la
historia del Consejo de Seguridad a un teatro de guerra, Arria pronosticó las
futuras matanzas señalando que el enclave “era un campo de concentración
vigilado por la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas” y que los
habitantes de Srebrenica enfrentaban “un genocidio en cámara lenta”. La
predicción se concretó en julio de 1995, cuando más de 8.000 bosnios
musulmanes, en su mayoría niños y adultos, fueron asesinados por el ejército
bosnio serbio bajo el comando del general Ratko Mladic. Arria acusó a las
grandes potencias de haber hecho muy poco para evitar la masacre que en su
concepto radicalizaría reacciones de grupos musulmanes en el mundo como
respuesta a la falta de acción de la comunidad internacional. Y
lamentablemente esto viene ocurriendo.
Es evidente que Arria, como
Robert Mitchum, podría ingresar en algún momento por una puerta, con los
atributos de un diplomático que de manera escasamente diplomática nunca se
calla la boca, –al punto que acusó a la ONU de “cover–up,” encubrimiento de lo
que estaba ocurriendo en Srebrenica–, y tropezar enseguida con su alter
ego, un político venezolano que no se cansa de criticar al gobierno de la
Revolución Bolivariana, y que ha sufrido duras represalias por su batallar. En
mayo de 2010, por órdenes del entonces presidente venezolano Hugo Chávez Frías,
invadieron y saquearon su finca La Carolina, en el estado Yaracuy. Días antes,
Arria había pronunciado un discurso en el Foro de la Libertad, en Oslo, sugiriendo
que Chávez terminaría enfrentando un tribunal por la comisión de “crímenes
de lesa humanidad”.
Este reportaje se realizó a lo
largo de una semana, en la ciudad de Nueva York.
Mario Szichman: –Diego,
parecería existir una diferencia entre tus actividades como diplomático en la
ONU, y como político en Venezuela. Tú lograste dialogar con algunos
responsables de la masacre de Srebrenica, inclusive con el presidente de
Yugoslavia Slobodan Milosevic, a quien se le procesó por genocidio en
Bosnia. Sin embargo, nunca pudiste entablar un diálogo con el
gobierno chavista.
M.S.: –Ante ese panorama
desolador ¿Cuál es la salida? ¿Tienes alguna propuesta?
D.A.: –No hay salida posible
si no rescatamos los poderes públicos –hoy secuestrados por el régimen–
Por eso he venido proponiendo hacerlo vía una iniciativa constituyente, con un
periodo de transición de tres años que permita desmontar la telaraña jurídica,
económica y social que atenaza al país. Claro eso es si realmente se quiere
rescatar Venezuela y no solo ocupar pequeños espacios de poder.
M.S.: –Habría que preguntarse,
como en El Burlador de Sevilla ¿Tan largo me lo fiais? ¿Crees
que el pueblo venezolano aceptará ese período de transición de tres años en un
país donde cada minuto cuenta?
D.A.: –Hay que decirles a los
venezolanos el equivalente a lo que un médico le puede llegar a decir a uno
ante el cuadro clínico de un familiar: “Su estado es grave, estamos ante una
situación de emergencia que nos obliga a tomar acciones radicales y
extremas. Existen muchos riesgos pero sin asumirlos no habrá
recuperación. Es muy duro lo que les digo pero créanme no hay otra
solución. Lo pueden ir medio curando y medio recuperando con medidas menos
intrusivas. Pero nunca, les repito, nunca, se convertirá en el ser vivo y pleno
que ustedes quieren”. Así está hoy Venezuela. Puede ser sanada y rescatada pero
su tratamiento no será con aspirinas.
M.S.: Tu propuesta me parece
utópica en un país donde todos los gobiernos, y especialmente el chavista,
fomentaron the instant gratification.
D.A.: –Eso es cierto y
preocupante. Durante generaciones, se ha venido desconociendo
nuestra verdadera realidad económica y social. Ha existido, por parte de
muchos, una dependencia emocional del estado. La mayoría del pueblo ha tenido
una dependencia equivalente en el campo de la economía, a través de la
educación, la sanidad, y otros servicios públicos gratuitos. Y esta “adicción”
ha venido pasando de generación en generación. Veo con alarma cuantos
dirigentes jóvenes siguen anclados en ese pasado. Y que creen –y les han
hecho creer– que el simple hecho de ser
jóvenes es una credencial.
M.S.: –Hace algunas décadas
publicaste el libro “Primero la Gente”, donde hablabas de Venezuela como una
especie de paraíso en medio de un océano de dictaduras. Y señalaste una
dicotomía entre recursos y libertad. Parecía un planteo quimérico pero
realizable. ¿Qué ocurrió en el medio?
D.A.: –Señalaba en la
introducción al ensayo que “muchos países tienen libertad sin
recursos y otros recursos sin libertad. Nosotros tenemos recursos y libertad.
Si aprendemos a usarlos tendremos un país estable con prosperidad económica y
social…pero en cambio si no lo hacemos correremos el riesgo de perder la
oportunidad, los recursos y la libertad”.
Eso
lo escribí hace 32 años y fui rechazado porque estaba inquietando a los
venezolanos. Era como un aguafiestas. ¿Cómo se me ocurría decir algo así con
dos partidos políticos fuertes y responsables como AD y COPEI que yo calificaba
como las viejas maquinarias? Bueno ya vimos lo acontecido, yo perdí la elección
pero el país perdió hasta la libertad.
M.S.: – ¿Sigue existiendo
Venezuela como país?
D.A. – Más que un país,
Venezuela se ha convertido en un espacio poblado. Donde la mayoría de su gente
se ha acostumbrado a que el Estado le provea de servicios gratuitos de
todo tipo, aunque sean malos. Es muy difícil que surjan verdaderos
ciudadanos cuando un estado se ha convertido en una casa de beneficencia
pública. Una sociedad cuya única riqueza material es un recurso natural
otorgado por el Todopoderoso y no producto del esfuerzo, es una sociedad débil. Eso
explica para mí en gran medida cómo “el bravo pueblo” ha venido aceptando tanta
humillación, tanto abuso de una pandilla miserable.
M.S.: – En caso de un
triunfo de la oposición ¿se tenderá una mano al derrotado?
D.A.: – Querer forzar la
cohabitación sobre el olvido y el borrón y cuenta nueva no nos asegura el
futuro. Por lo contrario, lo pone en peligro. La aplicación de justicia no
puede ser considerada una acción radical. La justicia es, sencillamente,
justicia.
M.S.: – ¿Estás
proponiendo un juicio a lo Nuremberg?
D.A.: – No tengo dudas
que los principales jerarcas del régimen, tanto
civiles como militares, acabaran siendo procesados. Pero no será como en
Nuremberg que fue un tribunal especial. Serán procesados en el hermoso palacio
del Tribunal Supremo de Justicia en Caracas cuando rescatemos su independencia.
Algunos de ellos serán también
solicitados por la justicia internacional dada la naturaleza de los delitos
cometidos como por ejemplo el tráfico de drogas.
M.S.: –Tú afirmas que habrá
fraude electoral si no hay observadores internacionales.
D.A.:
No lo digo yo solamente. Hasta la MUD, que es muy cuidadosa en sus
apreciaciones sobre el manejo electoral, lo afirma. Incluso su candidato
Henrique Capriles tuvo la acertada iniciativa de ir a la OEA a insistir sobre
su importancia. Entonces asegurar que es posible darle al
gobierno “una paliza” sin la presencia de observadores internacionales no
parece responsable. Ya nos ocurrió en la campaña presidencial donde
es indudable que Capriles ganó, aunque no defendió la victoria que fue la del
pueblo venezolano.
M.S.:
– ¿Qué debe hacer entonces la oposición?
D.A.: Creo que sus dirigentes
deben ser sinceros con el país. Informar que al no tener monitores
internacionales aumenta de manera monumental el riesgo de que nos roben la
victoria. Eso exige aumentar el nivel de compromiso y de voluntad de salir a
defenderla.. Por cierto, esta semana presenté una propuesta pública
“Así sí vale la pena votar el 6D” y que te resumo: Votar el 6D debe tener como propósito central
desmantelar el régimen tiránico, centralizado, militarizado y corrupto,
entregado al régimen cubano. Es una elección para la refundación de la
República y rescatar los poderes públicos, y para que, como paso inicial, la
AN, desaloje del poder a los siguientes funcionarios, venales y prevaricadores:
la Presidenta y demás miembros del TSJ, el Presidente y demás miembros
del CNE, La Fiscal General, el Contralor General y el Defensor del Pueblo.
Insisto en que es imprescindible un compromiso efectivo de defender su
resultado. ¿Soy optimísta en esta? La verdad que no, pero debemos insistir e
insistir.
M.S.
– El senador Aloysio Nunes Ferreira, presidente de la Comisión de Relaciones
Exteriores del Senado de Brasil, dijo en fecha reciente que existe “el riesgo
de un fraude electoral gigantesco” en las elecciones parlamentarias a llevarse
a cabo en Venezuela el próximo 6 de diciembre. ¿Crees en ese vaticinio, o es
exagerado?
D.A.: – La verdad es que
durante todos estos “años horribilis “como diría la Reina Isabel de Inglaterra
los gobernantes y políticos de la región han sido reticentes para opinar
primero sobre Chávez y luego sobre Maduro. Unos por indiferencia, otros por
temor a expresarse y el resto por acomodo a intereses muy particulares. Se
han escondido detrás de esa especie de muralla llamada soberanía que sirve para
atacar y para defenderse según el caso. Por esto cobra especial trascendencia
la denuncia del Senador Nunes Ferreira. Formula esa afirmación pues es evidente
la inexistencia de un árbitro electoral. Lo que existe en Venezuela es el
Consejo Nacional Electoral, un órgano al servicio del régimen. Lo he llamado
siempre el ministerio de elecciones.
M.S.: ¿Puede el gobierno cometer
ese “fraude colosal” del que habla el senador brasileño? En caso afirmativo
¿qué herramientas utilizaría el gobierno?
Creo que este link de una nota de Luis Manuel
Aguana resume muy bien la situación, http://ticsddhh.blogspot.com/2015/08/los-hilos-de-un-fraude-gigantesco.html).
M.S.: – Aguana dice que es
factible un fraude. Y ofrece estos datos:
–Existe “la imposibilidad de contar con una auditoría
independiente del Registro Electoral que nos indique la verdadera cantidad de
electores”.
-El sistema de
captahuellas, que parecería garantizar “un-elector-un-voto” es, de acuerdo a
Aguana, “una mentira” avalada “por una oposición cómplice”. El sistema
“mejora considerablemente la posibilidad del voto múltiple (una persona con
diferentes nombres, varios números de cédula y mismas huellas registradas en
distintas máquinas”.
- Hay un “aumento
consistente de nuevos centros en zonas de difícil o imposible acceso opositor”.
-Se propicia el
“gerrymandering”, o distribución tramposa de los distritos electorales. De esa
manera, una minoría de votantes escoge a la mayoría de los legisladores.
Seis estados, que concentran el 52 por ciento del Registro Electoral, solo
elegirán a 64 diputados. En el resto de los estados, donde se
concentra el 48 por ciento de los votantes, serán electos 103 diputados.
D.A.:
-Es que ya el monopolio
de los medios de comunicación masivos de TV y Radio no le sirve mucho al
régimen para esconder la magnitud de la crisis que sufre el país y que se
profundiza de manera acelerada. Este control fue vital en el pasado cuando
el tema del abastecimiento de alimentos y medicinas no era tan serio. La
violencia que se sufre en el país se puede minimizar pero no esconderla del
todo. Siendo ésta la realidad solo el órgano electoral pude salvarlos de una
derrota colosal como sería el caso. Y pasar del 15-20 por ciento de apoyo que
tiene hoy el régimen a más del 50 por ciento requiere, como dice el senador
brasileño, “un fraude colosal”. Podría repetirse la historia que saquemos más
votos y tengamos menos diputados gracias al rediseño de las circunscripciones
electorales. Nunca, nunca ha sido más peligroso para el régimen perder el
control del país vía la Asamblea Nacional que incluso podría-como propongo- hacer
procesar a Maduro ante un nuevo he independiente Tribunal Supremo de Justicia.
No sería venganza ni de retaliación como dicen algunos dirigentes: simplemente
sería un imprescindible acto de justicia.
M.S.
–En tu denuncia: “¿QUÉ SE ESPERA?” Mencionas la caída del barril de crudo, un
bolívar convertido en papel mojado, la posible hiperinflación, la ola de
asesinatos, la violación a los derechos humanos como elementos, supongo, de una
situación insostenible. Sin embargo, nadie cree que habrá otro Caracazo.
D.A. –Mario: sin duda
que la situación es insostenible. Basta con preguntarle a
cualquier ama de casa cómo se las arregla para alimentar a su familia con un
ingreso convertido en una miseria que no alcanza para comprar alimentos y medicinas
–esto es, cuando se consiguen. El régimen ha guardado los recursos que
quedan para financiar a su gente en la campaña, En cualquier otra sociedad el
cuadro actual habría generado una explosión social-que no puede descartarse
aquí tampoco. En cuanto a la diferencia con el Caracazo es que la
oposición no está suscitando algo similar como lo promovieron
quienes hoy gobiernan, según se ha podido comprobar.
M.S.:
– Te gusta siempre pensar “out of the box,” fuera de la caja. ¿Por qué no
seguir los carriles tradicionales?
D.A.: –Buscar soluciones
tradicionales a una situación que además de inédita es abominable no conducirá
a nada efectivo. “Pensar fuera de la caja” no es un delito ni una
violación constitucional: es simplemente una necesidad. Si seguimos actuando
como si viviésemos una normalidad democrática y no bajo una tiranía de una
pandilla apoyada por la cúpula militar corrupta, seguiremos atrapados.
M.S.: –Muchos podrían acusarte
de buscar un golpe de estado.
D.A.: – Estoy buscando un
golpe… pero a la conciencia de los venezolanos para que adviertan las
consecuencias que tendrán para el futuro de todos el no enfrentar la realidad actual.
Mientras dirigentes políticos sigan comiendo bien y tengan ingresos, seguirán
en su zona de confort y no sentirán la necesidad y la urgencia de rescatar el
país. Vivir en negación ha tenido un costo horrible –más para nosotros
que para ellos
M.S.: – ¿Por qué le caes
tan duro a la oposición?
D.A.: – No es cierto eso.
Comento las debilidades que observo con el ánimo de que se corrijan pues no
quiero contribuir a debilitarla. Son sus actos y posiciones los que la
debilita. En mi criterio la oposición formal como hoy está constituida –y a
juzgar por sus pronunciamientos públicos– es chavista light. Refleja
visiones que corresponden a realidades normales y no a la nuestra.
Estamos obligados a hablar con claridad. A no ser “políticamente correctos”. A
ser sinceros. Venezuela no tendrá jamás el futuro que merece sin una
refundación de la república. Sin una reinvención del estado. Eso implica una
verdadera transformación global que no puede hacerse de manera convencional.
¿Tú crees que los miles de activistas chavistas incrustados en todos los
espacios públicos van a permitir los cambios indispensables? Por supuesto que
no; al igual que los llamados colectivos. Aquí enfrentamos la posibilidad real
de que se intente formalizar el estado del poder comunal. Una fuerza
armada convertida en una fuerza cómplice de delitos criminales. ¿Cómo se puede
evitar eso cuando el régimen tiene el de todos los poderes públicos? Esas son
para mí realidades evidentes que no pueden pasar desapercibidas, que deben
ser denunciadas y enfrentadas. Y no cuando se presenten, sino a
partir de ahora. Mario te ruego te sumes y firmes mi propuesta “Así sí
vale la pena votar el 6 D”. Allí verás por qué lo digo.
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