sábado, 3 de mayo de 2014

La Pista de Aterrizaje Número Uno (Versión 2014)



Mario Szichman

La guerra es paz,

La libertad es esclavitud

La ignorancia es fortaleza

George Orwell, 1984




     La novela 1984, del británico George Orwell, comparte con Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, un sitio muy especial entre las fantasías apocalípticas. Hay una diferencia: Fahrenheit 451, que describe un mundo donde la quema de libros garantiza la felicidad de los habitantes de un país, tiene un final feliz. En cambio 1984 es absolutamente devastadora en su pesimismo.

     Hay otras novelas distópicas, pero ninguna de ellas arremete, como 1984, contra los peligros del totalitarismo. Orwell usó como modelo la Unión Soviética liderada por José Stalin.

     Es curioso verificar cómo en épocas de gran turbulencia social, no son los científicos sociales sino los novelistas quienes se aproximan más a la verdad. Y cuando leo 1984 y veo lo que está ocurriendo en Venezuela, tengo la sensación de ingresar en la distopia urdida por Orwell. En primer lugar está El Hermano Grande que vigila. Por supuesto, los jefes políticos de la novela de Orwell son más astutos que los gobernantes venezolanos, que vigilan desde la eternidad. Pues El Hermano Grande de Orwell trasciende la misma eternidad. Como sabemos, la eternidad sólo se puede otorgar a seres mortales. Pero El Hermano Grande no puede ser eterno porque nadie sabe si está vivo o muerto. Inclusive se ignora si alguna vez existió, o si es un invento del Partido Único. Y si es una creación del Partido, su divinidad está garantizada, como la del mismo Dios. Nadie le pide a Dios que presente sus documentos de identidad, o el sello de la parroquia donde se verificó su nacimiento.

     El nombre del país donde transcurre 1984 es Pista de Aterrizaje Número Uno (previamente conocido como Gran Bretaña). El Partido Único ha tenido que refundar todo, en base a un lavado de cerebro, y crear una entidad totalmente desconectada de la previa nación. El país sufre una guerra perpetua, su gobierno se especializa en la vigilancia constante de todos sus habitantes y ha convertido la manipulación pública en un arte. El Partido Único persigue el individualismo y el pensamiento independiente. Las cadenas de radio y televisión agobian al pueblo de manera cotidiana, constante. El partido justifica las medidas de opresión a cada persona en nombre del bienestar colectivo.

     En la novela Orwell inventó el Newspeak, o lenguaje de la indoctrinación. Todo lo blanco es negro, y viceversa. De esa manera, el Ministerio del Amor se encarga de supervisar la tortura, el Ministerio de la Abundancia administra las hambrunas y la escasez, el Ministerio de la Paz lidia con la guerra y con la comisión de atrocidades, y el Ministerio de la Verdad controla la propaganda y el revisionismo histórico.

     Así como hay un Hermano Grande que vigila, está también el súper villano, Emmanuel Goldstein, inspirado en el líder revolucionario Leon Trotsky, el supremo traidor para Stalin y sus acólitos. Goldstein es acusado de haber escrito el ensayo La Teoría y Práctica del Colectivismo Oligárquico. Todos los días hay un programa de televisión, “Los dos minutos de odio”, donde se muestra una imagen de Goldstein, al que se denigra por sus teorías, un burdo intento por devolver el poder a los plutócratas. El propósito del traidor ha sido abrir las puertas a las fuerzas apátridas y al imperio enemigo. 

     Uno de los grandes aciertos de Orwell es mostrar todas las variantes que usa el Partido Único para fomentar el odio contra quien piensa diferente. Todo comienza en la infancia. Se amaestra a los niños para que confíen en las mentiras del partido, sean sus incondicionales voceros y gocen denunciando a sus padres cuando muestren actitudes sospechosas.

    Existe en el gobierno de la Pista de Aterrizaje Número Uno la necesidad de un perpetuo enemigo, y de alterar el pasado de manera constante. De esa manera puede encubrir sus desastres y monopolizar sus logros. Cuando Winston Smith, el protagonista de 1984, empieza a revelarse contra las mentiras oficiales, le enfurece que en los libros de historia se atribuya la invención de los aviones al Partido Único. Él recuerda que cuando era niño, antes que el Partido tomara el poder, ya existían los aviones. Pero es imposible señalarlo pues el partido ha destruido todas las evidencias. Y con ayuda del Newspeak, es capaz de mentir al pueblo en la cara sin necesidad de inventar subterfugios. 


LA MARCA DEL POPULISMO


   Tolstoi decía que todas las familias felices se parecen entre ellas, pero cada familia infeliz lo es a su manera. Y creo que algo similar ocurre con el populismo. En las buenas épocas, todos los populismos tienen algunos atributos comunes. Pero en los momentos de crisis, cada populismo tiene todos los vicios de una familia infeliz, y sufre de una manera muy peculiar.

     En la Pista de Aterrizaje Número Uno de 2014 (previamente conocida como Venezuela) los indicadores económicos hablan de una posible bancarrota. No hay dinero suficiente para pagar las importaciones, especialmente de alimentos y de medicinas. Hay carestía crónica de productos esenciales, en tanto el gobierno se obstina en ocultar datos. Por ejemplo, el presidente del Banco Central ha decidido cancelar la divulgación del índice de escasez, pues se ha “politizado”. El último índice de escasez divulgado en la flamante Pista de Aterrizaje Número Uno, correspondiente a enero de 2014, alcanzó el 28 por ciento. Para un pesimista, eso significa que más de una cuarta parte de los productos incorporados al índice han desaparecido de los estantes. Pero un funcionario optimista dijo que la inflación y la escasez son parte de una situación coyuntural que vive el país, consecuencia del mayor poder adquisitivo de sus habitantes. En realidad, en vez de hablar de escasez del 28 por ciento, sería más sensato hablar de una abundancia del otro 72 por ciento. (Por cierto, todas, absolutamente todas las situaciones coyunturales de la Pista de Aterrizaje Número Uno, devienen crónicas).

      En el 1984 convertido en el 2014, la culpa siempre la tiene el otro. El gobierno es la eterna víctima y la oposición, la eterna victimaria. Aunque el gobierno cuenta con la suma del poder público y la oposición es escuálida, es imposible prodigar la felicidad por culpa de esas fuerzas oscuras que frustran susdesignios a cada paso.

     Cada día, exactamente cada día, el presidente de la Pista de Aterrizaje Número Uno anuncia una nueva conspiración por parte de las fuerzas de la antipatria aliadas al imperio. Es el golpe de estado más lento de la historia.

    La escasez de productos esenciales, la aterradora ola de delincuencia, que se lleva de este mundo más de 24.000 habitantes al año, es, según el gobierno, parte de la campaña de la oposición para acabar con los logros de la revolución. Las refinerías petroleras de la Pista de Aterrizaje Número Uno en su versión 2014 tienen a cada rato accidentes y en ocasiones se registran decenas de muertos. Se trata, dice la fementida oposición, de la falta de mantenimiento. Se trata, dice el presidente, de actos de sabotaje.

     Los apagones se suceden en todas partes del país, y el ministro encargado de la red eléctrica denuncia que son el resultado del sabotaje. El país está repleto de saboteadores. En ocasiones uno piensa que si se crea un partido de saboteadores, barrería en los comicios.

     Si se ha dicho una mentira, y se ha comprobado que es una mentira, nadie sale a pedir disculpas. Vendrán otras mentiras a tapar viejos dislates. Es el mundo del aquí y el ahora.

     En una época, un ex vicepresidente anunciaba en su programa de televisión que las fuerzas oscuras preparaban una invasión al país. Inclusive ofreció las coordenadas, al minuto y al segundo, de la base desde donde se lanzaría la invasión. También el día, la hora, el minuto y el segundo en que se iniciaría la invasión. La oposición había comprado 18 aviones de guerra para perpetrar la invasión. Y aunque la cifra de aviones invasores fue variando con el transcurso del tiempo, nunca cesó la amenaza de avasallar el suelo sagrado de la patria ni se alteró la fecha donde se consumaría la perfidia: noviembre de 2013. Ahora, ese ex vicepresidente ha cesado de anunciar la amenaza de invasión, aunque no la descarta en una fecha posterior. Su discurso ha cambiado. Dice que las actuales manifestaciones en las calles son financiadas por el imperio. Seguramente ya el dinero había sido distribuido entre las filas opositoras dispuestas a estampar la suela insolente del extranjero, y en algo había que emplearlo. Los aviones se trasmutaron en estudiantes financiados por Washington.

     El gobierno es un curioso tipo de víctima que trabaja con naipes marcados y con dados cargados. Su sueño es crear torneos de fútbol donde sólo haya un arco: el del rival. 

     En un país donde las autoridades parecen estar proclamando a cada momento: “Usted tiene razón, pero marche preso”, es obvio que la justicia siempre falla en favor del mandamás.

     Por otra parte, no hay otro país del gerrymandering que pueda imitar a la actual Pista de Aterrizaje Número Uno. La oposición ganó las últimas elecciones legislativas, pero eso no se refleja en la Asamblea Nacional. En algunos distritos opositores se requerían en ocasiones hasta 400.000 votantes para llevar un legislador a la AN. En los distritos oficialistas bastaban a veces 20.000 votantes para conseguir un representante.

     En los comicios presidenciales de abril de 2013, el actual presidente ganó por mínimo margen. El candidato presidencial opositor pidió un recuento de votos. El Tribunal Supremo Electoral desestimó el pedido. Todavía hoy nadie sabe con certeza cual fue el resultado final. De esa manera se consagró el dictum del ministro del Interior de una pasada dictadura, quien señaló: “Las elecciones son como el juego del dominó. Gana quien obtiene menos puntos”.

Y si algún funcionario electo no le gusta al gobierno, pues se lo despoja del cargo. Ha ocurrido con alcaldes opositores, y con al menos una legisladora. Todos ellos son traidores, y cosas peores. Los funcionarios oficialistas los denigran en cadena de radio y televisión, y no se trata de escasos dos minutos de odio.

     En la versión 2014 de la Pista de Aterrizaje Número Uno existe una cambiante realidad. Lo que ayer era inconcebible , hoy es la nueva normalidad. Lo que en el pasado era ridículo, hoy es sublime. La pretérita escasez se ha transmutado en el frugal suministro de los productos esenciales de hoy. Los productos esenciales de ayer que han desaparecido de las estanterías han cesado de ser productos esenciales, y pasan a la categoría de productos de lujo. El fallecido fundador de esa nueva versión de la Pista de Aterrizaje Número Uno se ha trasformado en el comandante eterno, aunque nunca libró una guerra. Su nuevo título es “Libertador del siglo veintiuno”, aunque nadie explicá qué es lo que ha liberado.

     Lo fascinante es que todo eso está transcurriendo delante de nuestros ojos, una y otra vez, de manera incansable, como en el reiterativo loop de las películas pornográficas. Y aunque muchos de los atributos de ese régimen parecen una mala copia de 1984, a otros les parece perfectamente plausible.

Chico Marx solía decir: “¿A quien va a creerle, a mí, o a lo que ven ustedes delante de sus ojos?” muchos prefieren creerle a Chico Marx. Los muertos siempre pertenecen a otros, y no ha habido torturados en la familia, o atracados por malandros. Eso les ocurre a los demás, eternamente a los demás. Al fin y al cabo, La guerra es paz, la libertad es esclavitud, y la ignorancia es fortaleza. Y todo eso transcurre día tras día, y peor aún, delante de nuestros propios ojos.






2 comentarios:

  1. So peligro de parecer anticuado, cito el diario íntimo de Winston Smith: "Si hay alguna esperanza, ésta radica en los proles" (o sea los proletarios). Orwell olvida esa pequeña grieta de esperanza, pero los lectores no tenemos por qué descartarla. Y vale también para Pista de Aterrizaje Uno 2014.

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    1. Gracias, Daniel, por tu recordatorio. Y sí, hay esperanzas. Un abrazo
      Mario

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