Mario Szichman
Si alguien me propusiera crear una publicación, no la haría en el formato
de un periódico o de una revista tradicional. Me limitaría a imitar The Fortean Times, subtitulado “El
diario de los fenómenos extraños”. The
Fortean Times se especializa en todo aquello que resulta absurdo o
extravagante. Inclusive emplea una especie de barómetro de fluctuaciones
portentosas. Por ejemplo, en el curso de un año, se registraron un aumento de
las profecías, los desastres naturales o causados por el hombre, extrañas
caídas de objetos desde el cielo, combustiones espontáneas de personas,
apariciones de monstruos marinos, y epidemias de ineptitud y estupidez. Pero
ese mismo año disminuyeron las cifras de los milagros, los secuestros de
personas por extraterrestres, y los episodios de mala suerte. Inclusive los
editores de la publicación enumeraron porcentajes de ascenso y descenso de
situaciones extrañas. El año examinado resultó ser un 1,5 por ciento menos anómalo
que el previo.
Aunque los seres humanos cometen toda clase de tonterías, la prensa
tradicional, inclusive la que aparece disfrazada de tabloide, deja pasar bajo
el radar la gran mayoría de las cosas insólitas. Nuestros gobernantes nunca se
hartan de decir estupideces pero quienes deben registrar sus comentarios pronto
excluyen esas tonterías de sus crónicas. En otras épocas, esos gobernantes diseñaban
estrategias estrambóticas, de esas que abren las puertas a un asilo
psiquiátrico, pero es más fácil para la prensa explicar los delirios engendrados
por el poder, que denunciarlos. De lo contrario, todos los días derrocarían a
varios gobernantes por incompetencia.
Gracias al cielo, para los redactores de The Fortean Times lo insólito sigue siendo insólito. Inclusive las
rancias costumbres que practican algunos pueblos siguen siendo para The Fortean Times flamantes
demostraciones de estulticia humana.
Por ejemplo, la cortesía japonesa incluye la reverencia. Pues bien, la
publicación descubrió que ese acto de urbanidad es muchas veces letal. Por
ejemplo 24 residentes de Tokio murieron en un lapso de cinco años por inclinar
la cabeza ante otra persona en señal de respeto. Cinco cayeron en las vías del
tren cuando chocaron sus cabezas durante la reverencia, otros siete en esquinas
y en colisiones en escaleras y ascensores, y muchos otros resultaron heridos al
hacer reverencias en puertas giratorias.
En Dinamarca, el cómico Jacob Haugaard llegó al parlamento tras una
campaña en que prometió mejorar el estado del tiempo, ofrecer viento de cola a
los ciclistas, para que marchasen más rápido, y garantizar el derecho de los
hombres a ser impotentes. La votación que recibió fue abrumadora, aunque olvidó
incluir que en ciertas instancias recibía instrucciones de un pajarito.
¿CALIFICA EL CASO SNOWDEN
PARA THE FORTEAN TIMES?
El caso de Edward Snowden, el experto en computadoras, ex empleado de la
CIA y de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, quien entregó
miles de documentos secretos a la prensa internacional, podría haber ingresado
tranquilamente en las noticias de The
Fortean Times. El episodio protagonizado por Snowden no se caracteriza por
sus sensacionales revelaciones sino por su ridiculez total, donde se combinan
los delirios propios de las super potencias con la falta total de sentido del
humor.
¿Cuál es el real escándalo divulgado por Snowden? Que el gobierno del
presidente Barack Obama encomendó a los organismos de inteligencia
norteamericanos espiar a casi todos los habitantes del planeta. La población
mundial llega en la actualidad a 7.159 millones de personas. Los organismos de
inteligencia de Washington parten de la premisa que todos esos seres son
eventualmente sospechosos, y tienen que ser vigilados, aunque hay excepciones.
No pueden ser monitoreados los habitantes de Australia, Canadá, Nueva Zelanda y
el Reino Unido, a raíz de un acuerdo suscripto el 28 de agosto de 1947. Curiosamente,
los otros seres humanos que están exentos de vigilancia son los miembros de
al-Qaida y de otras organizaciones de insurgentes islámicos, aunque por diferentes
razones. Según explicó Edward N. Luttwak en el Times Literary Supplement[i], tras los ataques del 11 de septiembre de 2001
contra el World Trade Center y el
Pentágono, Osama bin Laden y sus socios decidieron acogerse a la centenaria costumbre
de la mafia neoyorquina, que a partir de 1914 ordenó a sus miembros olvidarse
del teléfono como medio de comunicación. Por lo tanto, es imposible vigilar a
ese grupo tan peligroso.
Para decirlo en términos más concretos: los organismos de inteligencia
estadounidenses cuentan con los medios para espiar a todo el mundo de manera
indiscriminada, pero el método falla donde más interesa que funcione: en
relación a quienes han declarado la guerra a Estados Unidos.
Según explica Luttwak, esas organizaciones no generan imágenes, ni
siquiera señales. Por lo tanto, “no pueden ser derrotadas sino se cuenta con
acción en el terreno”. Eso incluye la infiltración de sus estructuras,
detección de sus operarios en los sitios donde pueden emerger, “atraerlos hacia
trampas, todas esas actividades que la CIA realiza de manera espléndida en las
películas”, pero “nunca en la vida real”.
LA PIRÁMIDE INVERTIDA
El jefe de estado o de gobierno de una gran potencia suele tener ciertas
ofuscaciones mesiánicas. Ocurre con toda persona cuyo cargo le permite creerse
más allá del común de los mortales. El sueco Dag Hammarskjöld, segundo secretario general de la ONU, fue
uno de los agobiados por esos delirios de grandeza. Sus memorias, y testimonios
de testigos, indican que creía tener poderes para alterar el destino de algunos
países. Hammarskjöld retornó por breves momentos a la realidad previo a su
muerte en un misterioso accidente de aviación en 1961. (Algunos sospechan que
su destino fue alterado por el gobierno de un país cuyo porvenir deseaba
trastornar).
En el caso del presidente de Estados Unidos, el hecho de que
uno de sus pasatiempos favoritos sea administrar justicia desde el cielo a
través de los drones, hace presumir cierto furor imaginativo.Tal vez supone que
acechar las conversaciones de la inmensa mayoría de los mortales de este
planeta debe tener sus recompensas. Si bien muchos seres que oyen voces suelen
ser recluidos en habitaciones con paredes acolchadas, en el caso del jefe de
estado norteamericano las señales son reales. Pero ¿de qué sirve? La canciller
de Alemania Angela Merkel descubrió indignada que la NSA grababa sus
conversaciones. ¿Qué puede decir Angela Merkel por su celular que afecte la
estabilidad mundial?
Luttwak señala que ni siquiera captando todas las
conversaciones telefónicas de los miembros de al-Qaida es posible tener una
idea de sus planes. Por supuesto, ahora menos que nunca. Si algún miembro de
al-Qaida habla por teléfono, es para dar pistas equivocadas a los oyentes de
uno o varios organismos de inteligencia norteamericanos. Pero inclusive cuando
bin Laden y sus allegados todavía hablaban por teléfono ¿qué ocurría del otro
lado, allí donde se interceptaban las llamadas? Se ha descubierto que todo era
rigurosamente archivado con la meticulosidad de un avaro en los
sitios más inaccesibles de Estados Unidos. Toneladas de documentos junto con
información sobre los principales dirigentes de al-Qaida se hallaban en cajas
de cartón y nunca habían sido traducidos al inglés. Se dio el caso que Michael
F. Scheuer, jefe de la unidad de seguimiento a bin Laden, nunca aprendió el
árabe.
Lutwatt dice que ese intento de
recolectar toda señal que transmite ondas hertzianas, y luego “procesarla”, es
un fenomenal camelo para engañar al contribuyente norteamericano y forzarlo a
seguir financiando agencias de inteligencia que suelen llegar tarde o nunca.
“Procesar”, dice el columnista, es un “buen término capaz de abarcar todo, a
fin de obscurecer la irremediable imposibilidad de entender” con suerte, “apenas
una fracción infinitesimal de la inmensa cantidad de intercepciones”. En
definitiva, los organismos de inteligencia son en primer lugar inmensas
burocracias, y la tarea de toda burocracia es “crecer, si puede, todo lo que
puede”, sin importar su eficacia.
Es bueno también tomar en cuenta que
estamos hablando no de cualquier burocracia, sino de la estadounidense, con sus
propias reglas y necesidades. Por lo general, la pirámide burocrática
norteamericana funciona de manera invertida. En ocasiones, hay tantos jefes
como subordinados. En ocasiones, hay más jefes que subordinados, así como
numerosas agencias que se dedican a la misma tarea. En la actualidad, hay por
lo menos 16 organismos de inteligencia en Estados Unidos que, lejos de trabajar
de manera coordinada, disputan palmo a palmo su territorio, y trabajan en
compartimientos estancos, como es el caso del FBI, la CIA, la NSA, y las
fuerzas armadas. Conviene asimismo recordar que hay más de 5.000 organizaciones
policiales a nivel estatal, municipal, y de condados.
CUANDO MÁS GRANDE, MEJOR.
El lema que podría caracterizar a Estados Unidos es “bigger is better”. Funciona bien en
Burger King o en McDonalds, donde las hamburguesas son cada vez más grandes, y
los vasos de cartón encerado ya alcanzan la altura de un niño. Pero no en el
territorio del contraespionaje. El fracaso de los organismos de recolección de
datos aparece prolijamente denunciado en el informe oficial de la Comisión del
9/11 encargada de examinar los ataques del 11 de septiembre de 2001.
La sarta de errores y descuidos el 9/11 fue tan grande, que
el mismo estupor contribuye a opacar el asombro. Hasta el último momento, hasta
que el último pirata aéreo subió a uno de los aviones que fueron usados como
misiles guiados, podría haberse evitado la catástrofe. El gobierno de George W.
Bush intentó hacer creer luego que los ataques, como dijo el funcionario de la
CIA James Pavitt [ii] habían sido
protagonizados por gigantes de diez pies de altura. Pero, en realidad, los
alfeñiques que subieron a los aviones parecen haber tenido frente a ellos a personas aún más pequeñas.
Y es
en el informe
oficial de la Comisión del 9/11 donde se demuestra que los piratas aéreos cometieron
graves errores capaces de frenar el operativo y de llevarlos a la cárcel o a la
muerte.
Luttwat,
pese a ser un comentarista alineado con la derecha norteamericana, muestra gran
simpatía por Snowden. Lo considera un patriota y un constitucionalista. Su
propósito, al divulgar informes confidenciales, fue como protesta, pues
considera que la intercepción en masa de las comunicaciones y la violación de
la privacidad “debilitan a Estados Unidos a nivel moral, fiscal, y
operacional”. También le asigna una cuota de heroísmo: “Su devoción por la
Constitución llevó (a Snowden) a abandonar su vida en una isla muy bella, así
como su novia, una vivienda placentera, y un salario de 200.000 dólares
anuales”.
Por
suerte, Snowden sigue demostrando el papel que cumple el individuo en la
historia. Hay toda clase de individuos muy valiosos. Algunos contribuyen a localizar y aprehender
individuos que causan problemas a otros seres humanos, otros ayudan a nuestra
sobrevivencia, a enseñar, a hacer nuestra vida más grata. Y tambien existen
quienes desenmascaran a aquellos que desde sus altares creen sobrevolar la
historia como si fueran drones.
[i]
Lutwatt comenta el libro THE SNOWDEN FILES, donde se hace un recuento de
las tribulaciones padecidas por el ex analista de inteligencia.
[ii] James Pavitt, subdirector de operaciones de
la CIA, habló con admiración de la capacidad operativa de al-Qaida.
“Las
células terroristas contra las cuales luchamos son por lo general pequeñas”,
dijo Pavitt. “Todos los terroristas son cuidadosamente chequeados. Y la cifra de personas que conoce
información vital, objetivos, el sentido de la oportunidad, los métodos exactos
a ser empleados, es todavía menor”.
Ante ese grado de control, y ese tipo de división
en sectores, así como “la enorme disciplina y fanatismo”, dijo Pavitt, era
dudoso que hubiese sido posible evitar los atentados. El tipo de explicación de
Pavitt ingresa en un territorio especial de las legendarias excusas englobado
en las siglas CYA, o “cover your ass,” protege tu trasero.
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