El programa fue difundido el 11 de octubre de
2013. Esta es una versión editada.
PRIMERA PARTE
Dariela Sosa: Tengo el
gusto de tener en la mesa al periodista y escritor argentino Mario Szichman,
corresponsal en Nueva York del periódico Tal
Cual, de Caracas. La editorial Verbum
de Madrid publicó en fecha reciente la novela de Szichman Eros y la doncella, que lidia con el Reino del Terror durante la
época de la Revolución Francesa. Hemos invitado a Mario para que conversemos
acerca de dos temas, una investigación que está realizando sobre el ataque a
las torres gemelas de Nueva York, en septiembre de 2001, y sobre las distintas
facetas del Libertador Simón Bolívar. Mario vivió muchos años en Venezuela, ha
escrito la Trilogía de la patria boba, que tiene como protagonistas al Precursor
Francisco de Miranda, y al Libertador Simón Bolívar. En su tercera novela, Los años de la guerra a muerte, uno de
los protagonistas es el archivillano
José Tomás Boves.
Queremos primero que Mario nos hable sobre la
investigación que estás realizando de los atentados del 11 de septiembre de
2001.
Mario
Szichman: Básicamente, Dariela, lo que me ha
impresionado de los ataques a las torres gemelas es que se trató del happening más grande de la historia. En la década del sesenta surgió en Estados
Unidos el happening, un espectáculo
multidisciplinario donde se combinaba la actuación de artistas profesionales,
la improvisación, y la activa participación de la audiencia.
DS: ¿En qué consistió ese happening?
MS: Básicamente, el sitio de las torres gemelas se convirtió en el mayor
escenario de un crimen que se haya registrado en Nueva York. Hubo casi 3.000
muertos. Fue una monumental pira funeraria. Fue la primera vez en la historia del mundo que
se usaron aviones para derribar rascacielos, de 104 pisos cada uno. Nunca antes
los bomberos de Nueva York habían lidiado con incendios tan gigantescos. Nunca
tantos bomberos murieron en un incendio, más de 300.
Nunca una empresa perdió
tantos empleados en una sola jornada: en la firma Cantor Fitzgerald murieron
658 empleados. Nunca representantes de tantas naciones murieron de manera casi
simultánea en ambos edificios. En las torres desaparecieron las víctimas de un
total de 115 países.
Las torres se
transformaron en los crematorios más eficaces de toda la historia. Mil setecientos
diecisiete familias no recibieron resto alguno de sus seres queridos. Y la zona del Trade World Centre siguió ardiendo durante 99 días, más que ninguna
otra conflagración registrada en una ciudad atacada con bombas incendiarias
durante la segunda guerra mundial.
Los ataques pueden también ser considerados el derby de demolición más gigantesco de la historia. Más de un millón
y medio de toneladas de residuos fueron acarreados de las ruinas del World Trade Center rumbo a Fresh Kills, en Staten Island, que se
transformó en el mayor basurero de escombros de la historia.
Y nunca tantos suicidas causaron tantas muertes. No se sabe cuántos jumpers saltaron al vacío. La cifra más
conservadora es de 50. El periódico USA
Today dijo que alrededor de 200 personas habían saltado. Pero mucho de esos
suicidas cayeron sobre las personas que los observaban incrédulas, o contra quienes acudían a salvarlos,
arrastrándolos en sus muertes.
DS: ¿Qué te impulsó a investigar los hechos del 11 de septiembre más de una
década después de ocurridos?
MS: Creo que es lo más emblemático que me ha ocurrido desde que me mudé a
Nueva York. Me estrené realmente como corresponsal en Nueva York cuando
atacaron las torres gemelas. Recuerdo que Teodoro Petkoff, el director del
periódico, me envió un correo electrónico diciéndome: “Si quieres escribir algo
sobre los ataques te reservo una página entera. La página 18 es tuya”. Escribí
una crónica, y Tal Cual, en esa época
un vespertino, fue el único periódico de Venezuela que publicó una crónica
exclusiva sobre el evento. Y a partir de ese momento escribí muchas notas para Tal Cual y otras publicaciones sobre
esos ataques.
Creo que cada ciudad tiene un episodio que la transforma, aunque sus
habitantes sigan creyendo que nada ha pasado. Pues bien, esos ataques, aparte
de las horrendas secuelas que ha tenido en la sociedad norteamericana la
invasión a Afganistán y a Irak, también han dejado su marca en Nueva York. Hay
evidentemente, un antes y un después, un punto de viraje. Eso me fascina como
periodista, pero aún más como novelista.
SEGUNDA
PARTE
DS: El título de
esta segunda parte del programa podría ser: “Lo que no hemos podido (o querido)
conocer de Simón Bolívar”. Hay un gran tabú para revelar episodios que hagan de
Bolívar un ser mucho más humano. Tal vez no fueron muy trascendentes, pero
constituyen una parte importante de ese personaje. Ya desde la escuela tenemos
materias como Cátedra Bolivariana, tenemos que aprender hasta el nombre del
perro de Bolívar…
MS: ¿Nevado?
DS:
Exactamente, Nevado. Pero hay muchas cosas que se omiten. Y este programa no
tiene como objetivo hablar mal de Bolívar sino humanizarlo, y poder tener una
postura más crítica en relación al líder más importante de nuestro país…
MS: … Y de
parte de América Latina.
DS: … Por
supuesto. Y de esta manera podremos vernos a nosotros mismos mejor y, al mismo
tiempo, desmitificar a un personaje para que podamos tener un mayor control
sobre nuestro destino.
MS: Estoy
totalmente de acuerdo contigo, Dariela. Pero voy a añadir algo más: para mí no
existen los próceres. Son una creación a posteriori. Antes de ser próceres eran
seres humanos. Y cometieron terribles errores, que costaron muchas vidas. Inclusive
Abraham Lincoln, The Honest Abe tenía
algunos esqueletos en su armario. Dos de sus cuñadas se beneficiaron de la
colusión entre comerciantes del Norte y del Sur durante la guerra civil.
Mientras millares de soldados morían en los frentes de batalla, esas señoras
ganaban mucho dinero vendiendo mercancías y armas. Y Lincoln conocía esa
circunstancia y nada hizo para frenarla.
Y lo mismo ocurrió con Bolívar y otros héroes
de nuestra historia. Tuvieron muchos defectos. Cometieron muchos errores. La
historia, Dariela, siempre la escribe el vencedor. Si Piar hubiera triunfado,
los libros de historia venezolana estarían ahora plagados del culto a Piar, y
seguramente Bolívar sería un breve comentario a pie de página.
Creo que es tan importante conocer la
historia de un país. Por dos razones, porque las palabras no se las lleva el
viento, y porque la historia se repite. Cuando digo que las palabras no se las
lleva el viento, voy a los ejemplos extremos. Si hay mil personas en un teatro,
y de repente alguien grita ¡Fuego! Sin que haya fuego, esa falsa alarma puede
causar un desastre de proporciones incalculables.
Lamentablemente, los precursores suelen
dictar nuestros pasos. Y con terribles consecuencias. Te voy a dar un ejemplo:
el decreto de guerra a muerte de 1813.
¿Alguien se ha puesto realmente a pensar en esas horrendas frases: “Españoles
y canarios, contad con la muerte, aunque seáis inocentes; americanos, contad
con la vida, aunque seáis culpables?” Esa fraseología es propia de un demente.
¿Qué clase de justicia predica Bolívar? La justicia de Gengis Khan. Y lo que
ocurre en la Venezuela de la actualidad parece, en cierto modo, una tardía
aplicación del decreto de guerra a muerte. Si tú eres chavista, de manera automática
te conviertes en un inocente aunque hayas saqueado el erario público. Si eres
opositor, te transformas en un culpable, o en un traidor, no es necesario
buscar pruebas.
Por cierto, el endiosamiento del fallecido
presidente Hugo Chávez es una secuela del endiosamiento a Bolívar. Y eso es
fácil de percibir porque somos contemporáneos de esas mentiras. El chavismo en
el poder le está mintiendo al pueblo venezolano en la cara, de manera
cotidiana. Y no veo que exista un gran escándalo por esa circunstancia. Y eso
es muy peligroso porque si no se frena esa mentira, el pueblo venezolano
terminará creyendo que ese señor que arruinó a Venezuela, que ha sumido al país
en la crisis más grave que vive en las últimas décadas, fue en realidad un
salvador. En ese sentido, no le echen a Nicolás Maduro la culpa por ese paquete
chileno que ha sido el legado de Chávez.
DS: … Volvamos
a Bolívar.
MS: Volvamos a
Bolívar. Siempre he pensado que si en la época de la lucha por la independencia
hubiera existido como ahora un tribunal internacional de justicia, posiblemente
Bolívar, al igual que sus lugartenientes y varios jefes españoles, hubieran
sido considerados criminales de guerra. No olvidemos que entre el 13 y el 15 de
febrero de 1814 Bolívar aprobó la ejecución de más de 800 prisioneros españoles
en La Guaira y Caracas.
De todas maneras, Bolívar es superior a sus
defectos, Chávez es inferior a la mayoría de ellos. Por ejemplo, Bolívar supo
reconocer sus errores. Él se arrepintió del decreto de guerra a muerte. No lo
dijo golpeándose el pecho, pero a partir del 1816, en Venezuela comenzó la
regularización de la guerra e inclusive Bolívar reconoció que gracias a ese
cambio, muchos ex realistas lograron incorporarse a las filas de los patriotas.
Lamentablemente, muchos historiadores tradicionales siguen defendiendo el
decreto de guerra a muerte.
DS: No solo
eso. En las escuelas nos hacían memorizar ese decreto. Y tampoco es de la época
chavista, precede al chavismo. ¿Qué es lo que estamos enseñando a las nuevas
generaciones? Que la lealtad es mucho más importante que la defensa de valores
esenciales del ser humano.
MS: Suscribo
enteramente tus palabras.
DS: ¿Qué otra
característica encuentras en Bolívar que podría reflejarse en nuestra política
actual?
MS: Bolívar pasó
a la historia como el hombre de las dificultades. Sus acólitos deberían haber
agregado: era el hombre de las dificultades que nunca logró resolver y que
contribuyó a agravar. Nunca les dijo a sus compatriotas: “Vengo a resolver
vuestras dificultades”. Un hombre que se
proclama el hombre de las dificultades no va a perder tiempo en solucionarlas.
Como todo caudillo antes que él, Bolívar sabía que si resolvía las
dificultades, se haría superfluo, y él necesitaba demostrar que era imprescindible.
Por eso su período como líder revolucionario fue muy difícil, las dificultades
se acumularon sin que ni una sola de ellas hubiese sido resuelta.
Hago, como los operadores de cine, un fast forward, un rápido avance. Fíjate
Chávez, durante sus 14 años en el poder la situación en Venezuela fue empeorando
de manera progresiva, por lo tanto, se hacía cada vez más imprescindible. ¿Qué
podrían hacer sin él? ¿Cómo se resolverían las dificultades que él había contribuido
decisivamente a crear con su torpe manejo de la economía, con sus delirios de
grandeza, con su vaciamiento del erario público?
DS: Mario, el
título del programa es “Lo que no hemos podido (o querido) conocer de Simón
Bolívar”.
MS: ¿Con qué
comenzamos, Dariela, con la parte más grata de Bolívar, o con la más ingrata?
La parte más grata, o al menos más simpática de Bolívar, son sus amoríos.
En El
diario de Bucaramanga, de Perú de Lacroix, un libro indispensable para
conocer al otro Bolívar, el Libertador narra un episodio de una visita a un
burdel de París. Fíjate los problemas que puede traer la falta de comunicación.
La mujer que había elegido Bolívar no hablaba francés, sólo inglés. No entendió
las intenciones de Bolívar y lo confundió, estas son palabras de Bolívar con
“un griego pederasto”. Me imagino que quiso decir pederasta. Y Bolívar, para
acallar a la mujer, empezó a arrojarle dinero, y la mujer arrojó el dinero a la
chimenea. Bueno, el pobre Bolívar debió huir de la casa pública, todo
abochornado. No es precisamente la clase de historias que los historiadores
narran del Libertador.
De todas maneras, Bolívar no tuvo muchas
dificultades para seducir mujeres. Primero, porque era el hombre más rico de
Venezuela, o uno de los más ricos, y en segundo lugar, porque empezó a obtener
posiciones de poder. Y el poder es el gran afrodisíaco.
Se mostró insaciable
jurando amor eterno a cuanta mujer quisiese compartir su lecho durante una
madrugada. Tenía amantes de pocas horas, de pocos días, de algunos meses, y
afectos recurrentes, ni siquiera era fiel en sus breves amoríos. Ducoudray
Holstein, quien sirvió en su estado mayor, dijo que en Guayana solía andar con
dos o tres amantes al mismo tiempo, y durante algunas escaramuzas solía parar
en los pueblos a fin de sumar nuevas conquistas. Si te cuento esto es por dos
razones que para mí son bastante importantes. Tienen que ver con mi narrativa,
y también con la manera en que el amor trae consecuencias políticas. Un
personaje de Moliere se mostró muy fascinado cuando un profesor le informó que todas
las personas hablaban en prosa. Bueno, hace más de cuatro décadas que escribo,
y recién en fecha reciente, especialmente a partir de Eros y la doncella, mi novela sobre la Revolución Francesa, descubrí que el erotismo es algo muy
importante en una narración. Escribo en prosa, y hay mucho de erotismo en mi
prosa. Tú sabes que todas mis novelas han sido editadas o reeditadas por la
profesora Carmen Virginia Carrillo. Bueno, recuerdo que en mi última novela la
parte erótica prácticamente no existía, y mi editora me señaló la escasez de
eros que había en la narración. Yo le dije: “Carmen Virginia, tengo un grave
problema: soy muy tímido”. Voy a parafrasear su respuesta. No son exactamente
sus palabras, pero estoy seguro que el contenido es verdadero. Tú sabes, cuando
los escritores tenemos que elegir entre la realidad y la leyenda, elegimos la
leyenda. Lo que yo entendí de Carmen Virginia fue esto: “Pues chico, puedes ser
todo lo tímido que se te antoje, pero a la hora de narrar, es mejor que te
sueltes el moño”. Y creo que la novela
creció mucho con los consejos de la profesora Carrillo.
Además, el amor es el motor
que hace funcionar el mundo. El amor tiene consecuencias enormes en la historia,
y eso se ve también en la vida de Bolívar. El caso más famoso es obviamente el
de Manuela Sáenz, la Libertadora del Libertador, una mujer de armas tomar, y
que realmente salvó la vida de Bolívar cuando intentaron asesinarlo en Bogotá, pero
hubo muchas mujeres que tuvieron importancia en la política de la Gran
Colombia. Una, Pepa Machado, estuvo a punto de frustrar la expedición a Los
Cayos, que significó el retorno de Bolívar a la capitanía general de Venezuela,
porque demoró en unirse a la aventura. Bolívar postergó casi un mes la
expedición esperando que se le sumara la Pepa. Que por cierto se vino
acompañada de su madre. Bolívar era muy familiarista. Y después está Isabel
Soublette, la hermana de Carlos Soublette. Varios contemporáneos de Bolívar decían que
Soublette nunca hubiera tenido ascensos tan espectaculares en el estado mayor
de Bolívar, ni hubiera terminado siendo presidente de Venezuela, de no ser por
el amor que el Libertador sentía por ella.
DS: Hablemos ahora de la otra parte: ¿Cuál fue la parte más
ingrata de Bolívar?
MS: Sus
tendencias autoritarias. También en El
diario de Bucaramanga, Bolívar reconoce su enorme admiración por Napoleón,
y le dice a De Lacroix que se ha visto obligado a denigrar a su ídolo para que
no lo acusen de intentar seguir sus pasos. Y en ese sentido, creo que Bolívar
era mucho más cruel que Napoleón con sus rivales políticos. Napoleón solía
quitarles el mando, o enviarlos a remotas guarniciones, pero Bolívar los
delataba o los mandaba a fusilar. Delató al Precursor Francisco de Miranda, se
lo entregó en bandeja a los españoles, y a cambio de eso obtuvo un pasaporte
firmado por Domingo Monteverde, el jefe enemigo. Y Monteverde señaló claramente
que había facilitado a Bolívar el pasaporte por la buena labor que había
realizado entregando a Miranda. Y luego están los casos de Manuel Piar, del
general Córdoba, héroe de Ayacucho, y del almirante Padilla. Los tres fueron
fusilados por órdenes de Bolívar porque temía que se convirtieran en sus
rivales, especialmente Piar. Fíjate que Piar cambió en buena parte el rumbo de
la guerra de la independencia al emplazar su base de operaciones en Guayana. Bolívar estaba obsesionado con reconquistar
Caracas. Siempre perdió cuando trató de llevar a cabo esa propuesta, las cosas
empezaron a cambiar cuando los patriotas se emplazaron en Guayana, allí podían conseguir
ganado en abundancia, forraje para sus caballos, armas y municiones de
contrabandistas que operaban en el Orinoco y en Curazao. Por cierto, el fiscal en el proceso a Piar
fue Soublette, y el proceso fue una farsa absoluta.
DS: ¿Estuvo
amañado el juicio a Piar?
MS: Piar fue
condenado a muerte inclusive antes de ser apresado. El almirante Brion, uno de
sus principales enemigos, dijo que el día que lo apresaran al “mulato” de Piar,
él pediría su fusilamiento. Bueno, Brion fue el presidente del consejo que
juzgó a Piar. Y Carlos Soublette, un incondicional de Bolívar, fue el fiscal, y
hubo muchas denuncias de testigos comprados, de tergiversación de pruebas. Piar
reclamó testigos que nunca fueron presentados en el tribunal, pero como
siempre, quien reveló las razones del fusilamiento de Piar fue el propio
Bolívar. Él reconoció que Piar fue fusilado por una “necesidad política”, pues
había puesto en entredicho su liderazgo. Mariño también cuestionó el liderazgo
de Bolívar, y se asoció con Piar, pero después del fusilamiento de Piar, Mariño
se disculpó ante Bolívar y continuó en su cargo. Las mismas razones que
condujeron al fusilamiento de Piar podrían haber sido utilizadas para fusilar a
Mariño, pero como Mariño se doblegó, Bolívar cambió de idea. Eso se llama arbitrariedad.
DS: ¿Hubo
alguien que venció a Bolívar en materia política?
MS: Bueno, el
sueño de Bolívar, de la Gran Colombia, se lo torpedeó Santander, y Bolívar
tampoco pudo hacer para frenar a Páez,
que terminó de desmembrar la Gran Colombia y se convirtió en el padre
fundador de Venezuela. Tanto Santander como Páez apostaban a la patria chica, tal
vez no estaban muy descaminados. No se pueden crear patrias grandes por métodos
artificiales.
DS: Desde que
leí tu novela Las dos muertes del general
Simón Bolívar, siempre me ha impresionado que tú desmientas la versión
oficial sobre la muerte de Antonio Ricaurte. Realmente me quedé shockeada. Siempre en el Día de la
Juventud se recordaba el heroísmo de Ricaurte, quien, según decían se hizo volar
por los aires con un barril de pólvora para no entregar el arsenal en la casa
de San Mateo. ¿Por qué nos ofreces una versión tan diferente?
MS: Tengo la
mejor fuente para ello: el propio Libertador. También en El diario de Bucaramanga Bolívar dijo a Lacroix que él es “el autor
de ese cuento”, y que lo inventó para entusiasmar a sus soldados. En realidad,
dijo Bolívar, y voy a citar el párrafo, porque es muy interesante, “Ricaurte
murió el 25 de marzo del año 14 en la bajada de San Mateo, cuando se retiraba
con los suyos. Murió de un balazo y un lanzazo. Yo lo encontré en dicha bajada
tendido boca abajo, ya muerto, y con las espaldas quemadas por el sol”.
DS: ¿No temía Bolívar que algún día se
descubriera su mentira?
MS: Bolívar estaba
convencido que la historia la escriben los vencedores. Él estaba seguro que si
triunfaba, sus herederos, y aquellos que habían prosperado al amparo de su
gloria, escribirían una historia ajustada a sus designios. Créeme, Dariela,
Bolívar hubiera podido ser un excelente guionista de Hollywood. En una famosa
película, The Man Who Shot Liberty
Valance, un periodista dice: "Aquí, en el Salvaje Oeste, cuando nos
dan a elegir entre la verdad y la leyenda, nosotros elegimos la leyenda". Cada
vez que a Bolívar le daban la ocasión de elegir, elegía la leyenda.
DS: Mario,
ahora, al final del programa, te pediría una reflexión final. Fíjate, durante
la mayor parte del programa me sentía como si hubiera estado profanando la
historia al hablar del otro Bolívar. Yo estudié en un colegio católico. No sé,
de repente, me sentía como si hubiera estado diciendo cosas malas de la Biblia.
Pero creo que es necesario acabar con ciertos tabúes, y además, no es posible
dividir la historia entre héroes y villanos, cuando en cada uno de nosotros hay
siempre un héroe, pero también un villano. Por supuesto, la combinación de esas
características varía de un ser a otro. Es
importante mantener una postura crítica, eso ayuda a entender la complejidad de
cada ser humano. Por lo tanto te pregunto a ti, que tantos cuestionamientos has
hecho al Libertador, y que al mismo tiempo reconoces tu admiración por Bolívar
¿qué recomiendas para ver nuestra historia de manera crítica y no sentirnos
decepcionados de cierto modo por una épica que tal vez no es tan épica?
MS: Dariela: yo
no admiro a Bolívar por sus virtudes, sino por sus defectos. Si pienso en sus
virtudes, estoy convencido que nunca podré llegar a ser como él. Pero cuando
recuerdo sus defectos, ahí la cosa es muy distinta. Yo tengo tantos o más
defectos que Bolívar. Por lo tanto ¿Por qué no puedo llegar a ser tan grande
como él?
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