domingo, 3 de abril de 2016

El recolector de basura que se convirtió en millonario


Mario Szichman



El hombre estaba muerto desde hacía diez días. El olor en su apartamento era insoportable. Su cadáver estaba boca abajo, atrapado por pilas de cuadros, esculturas y dibujos. Sólo eran visibles sus tobillos y sus pies, enfundados en medias.  
Así fue como encontró a Harry Shunk el recolector de basura Darryl Kelly, en junio de 2006. Y en el apartamento del artista situado en Manhattan, Kelly descubrió una mina de oro.
En Harry Shunk se cruzan imposturas y logros. Su autobiografía está plagada de datos inciertos, o totalmente inventados. Pero sus fotografías han sido exhibidas en The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, y en el Centro Pompidou de París. También trabajó con algunos famosos artistas del siglo veinte. Aunque su colección de obras de arte valía millones de dólares, siempre tuvo problemas financieros y su final fue triste y solitario. Ni siquiera dejó dinero para financiar su entierro.  
Shunk, cuyo apellido original era Schunke, nació en Alemania en 1924. Se mudó a París en la década del cincuenta, y con su amante, János Kender, fue uno de los más celebrados fotógrafos del movimiento Nuevo Realismo, que incluía a Yves Klein, a Christo, a Claes Oldenburg y a Niki de Saint Phalle.  
Su fotografía más famosa es un collage de 1960 titulado Leap Into the Void, salto al vacío, en el que Klein parece lanzarse desde la ventana de un segundo piso de apartamentos. El collage integra la colección permanente del Metropolitan.  

Cuando Kender rompió su relación sentimental con Shunk, en la década del setenta, el artista comenzó a hundirse en la depresión y en la locura. Cortó todo lazo con viejos amigos, y rechazó ofertas de trabajo que podrían haberlo ayudado, dijo Christo en una entrevista que le hizo The New York Times.
Shunk “se convirtió en un ser muy solitario, muy extraño”, señaló el artista. “Había una veta de demencia. Se sentía muy furioso porque no habíamos logrado convencer a Kender de que siguiera a su lado”.  
Shunk se mudó a comienzos de la década del ochenta a Westbeth, en el West Village, un área de Manhattan donde pululan los artistas. Siempre rehuyó el contacto con sus colegas o con sus vecinos. A veces salía a pasear con su bicicleta, pero nunca acompañado. Sus ingresos eran magros. Nadie sabía que su apartamento estaba repleto de obras de arte cotizadas en millones de dólares. Quien lo descubrió fue Kelly, el recolector de basura.

UNA MINA DE ORO

Matthew Russas, gerente del edificio donde vivía Shunk, fue el primero en ser alertado en junio de 2006 que algo olía mal en el apartamento del artista. Cuando envió a una cuadrilla de su equipo de intendencia para que inspeccionara el sitio, hubo que quitar las bisagras de la puerta de entrada, pues era imposible abrirla.
El apartamento estaba repleto de objetos de arte, documentos, fotografías y manuscritos. Debido a que Shunk no dejó herederos, el administrador público de Manhattan tomó control de su herencia.
Durante una semana, un equipo de investigadores sacó todo lo que consideraba de valor. Dos años más tarde, en una subasta, la Fundación Roy Lichtenstein adquirió la mayor parte del archivo de Shunk, unas 200.000 fotografías y otros objetos, por unos dos millones de dólares.   
El resto, al parecer, fue considerado sin valor alguno por el equipo de investigadores. Russas, el gerente del edificio donde vivía Shunk, pidió a Kelly, el recolector de basura, hacerse cargo del resto.
“Era casi como una excavación geológica”, dijo Russas a The New York Times. Kelly y su equipo demoraron varios días sacando objetos del apartamento de Shunk, a través de una ventana del primer piso. Así llenaron siete grandes contenedores de acero. Entre los objetos había papeles, portafolios, libros, periódicos y cajas.
Kelly advirtió que no todo era desechable. Muchas personas se aglomeraban en torno a los contenedores y se llevaban buena parte del contenido.  
Durante su último día de recolección, Kelly pensó que si tantas personas mostraban interés en los objetos abandonados por Shunk, algún valor debían tener. Sería “estúpido” no alzarse con alguno de ellos. Por lo tanto, trasladó a su apartamento alrededor de 2.000 artefactos, y los almacenó en un vasto armario de su apartamento.  
Cada vez que la esposa de Kelly observaba ese armario clausurado, recriminaba a su esposo, y le exigía que se librara de tanto desperdicio.   
En el 2010. Kelly estaba observando un programa de televisión donde exhibían aparatos y artefactos, algunos bastante comunes, que se cotizaban a alto precio. Recordó entonces algunos de los objetos almacenados. “Algo me indicó que en el armario había algunas piezas de valor”, declaró al periódico.
El recolector de basura no conocía a comerciantes de arte, pero sí al gerente del edificio donde había muerto Shunk. Russas sabía de arte, y era amigo de muchos merchantes. Cuando vio algunos de los objetos que le mostró Kelly se quedó con la boca abierta. “Mattew”, le preguntó a Kelly, “¿estás preparado para jubilarte?” Estaba seguro de que los objetos valían una fortuna.  Entre las piezas en poder de Kelly había esbozos y maquetas tridimensionales hechas por Christo, enormes fotografías de Yves Klein dando órdenes a mujeres desnudas cubiertas de pintura, litografías de Andy Warhol y Paul Jenkins; un menú escrito a mano por el artista Larry Rivers; posters de museos, y hasta un paquete con hojas de oro, que había pertenecido a Klein.
Jane Borthwick, una asesora de arte contratada por el abogado del recolector de basura, dijo que Kelly estaba en posesión de una fortuna. Maquetas de Christo, varias de las cuales estaban en su armario, se habían vendido en más de 50.000 dólares cada una. Y cualquier litografía de Warhol, y poseía varias, superaba en mucho esa cifra.  
Borthwick dijo que “todo este tesoro se hubiese perdido de no ser por este coleccionista accidental”. Kelly fue, básicamente, “el curador de esta colección durante algunos años”.  
El recolector de basura no es el único que se ha beneficiado con el material desechado por Shunk. La colección completa de fotografías del artista (1958-1973) es compartida por museos en Estados Unidos y en Europa. Incluye imágenes de más de 400 pintores, músicos y coreógrafos, entre ellos Vito Acconci, Arman, Joseph Beuys, Lee Bontecou, Trisha Brown, Alexander Calder, Christo, Merce Cunningham, Lucio Fontana, Jasper Johns, Joan Miró, Michelangelo Pistoletto, Man Ray, Andy Warhol, y Lawrence Weiner.
Kender, el compañero de Shunk, murió en diciembre de 2009, en peores condiciones que su ex partner, en una residencia para artistas indigentes.   
En cuanto al recolector de basura, ha ingresado al mundo de los millonarios. Solo en una subasta, le pagaron 226.224 dólares por 24 obras. Una de ellas, la imagen de Marilyn Monroe creada por Andy Warhol, redituó 50.000 dólares.  En otro ocasión, vendió a la Fundación Roy Lichtenstein, 1.701 objetos de arte. Se ignora la cifra obtenida. Kelly se limitó a decir que era “de seis ceros”.  

El ex recolector de basura lamentó que Shunk hubiera fallecido tan pobre. Ni siquiera recibió un entierro decente. “Le hice una promesa a Harry”, dijo, “conseguirle una lápida”.

2 comentarios:

  1. La pregunta es ¿Cuáles valores movían a Harry Shunk durante sus últimos años de vida?

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  2. Apreciado amigo: ¿Y qué valores movían a Shunk al principio, o en el resto de su vida? Yo no lo considero un artista, sino un coleccionista. Conoció a gente de gran valía, o al menos de gran fama. Me pareció curioso el personaje porque cultivaba la manía del "hoarding," la acumulación. En su caso, acumuló muchas cosas que resultaron valiosas.
    Hay una novela, creo que su autor es Don DeLillo, aunque no estoy seguro, donde se narra la historia de dos hermanos que coleccionaban periódicos en su apartamento. Hasta que un día las inmensas pilas de periódicos les cayeron encima y los mataron. Se trata de una historia auténtica que ocurrió en Nueva York. ¡Feliz jornada!

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