miércoles, 13 de abril de 2016

Disclaimer[i]: un nuevo tipo de thriller. Cuando los suburbios se convierten en la escena de un crimen


Mario Szichman



Arthur Conan Doyle bien lo sabía, los suburbios, especialmente los más afluentes, ocultan inenarrables escenas de pasión y de crimen. En su relato The Adventure of the Copper Beeches, una de las más famosas aventuras de Sherlock Holmes, el protagonista ofrece a su ayudante, el doctor Watson, una aterradora visión de un suburbio elegante. “Tú observas esas casas diseminadas”, dice el detective, “y quedas impresionado por su belleza. Yo las observo, y el único pensamiento que me viene a la mente es la sensación de aislamiento. Goza de una gran impunidad quien intenta cometer un crimen en esas zonas”. Según Sherlock Holmes, “Los callejones más bajos y más viles de Londres no presentan un registro tan espantoso de pecados como las alegres y bellas áreas campestres”.
En los últimos cinco años ha comenzado a proliferar en la narrativa policial anglosajona algo que ha sido bautizado como suburban noir. ¿En qué consiste? Cathryn Grant, una autora de novelas de suspenso, quien por cierto tiene un blog titulado Suburban Noir, dice que el subgénero “retrata al suburbio como una femme fatale, ofreciendo la seducción de la seguridad, mientras susurra: ´Te ofreceré confort de todas las maneras posibles´, aunque, por supuesto, eso no ocurre”.
Gone Girl, de Gillian Flynn, rejuveneció el subgénero (ocho millones de copias vendidas) y fue llevada al cine. Luego vino The Girl on the Train, de Paula Hawkins, y en fecha más reciente Disclaimer, de Renée Knight.
En todos los casos, los narradores o narradoras no son confiables, y habitan un mundo de personajes muy perturbados. En Gone Girl, una pareja comienza a tener problemas en su relación. De repente, la mujer desaparece. La policía sospecha que el esposo la asesinó, e inicia una investigación. La novela está contada desde los personajes principales. Pero ambos demuestran ser mentirosos patológicos. Para el lector es más importante averiguar la verdad que descubrir qué ocurrió con la protagonista. Y ese es, quizás, el mayor encanto del suburban noir. El lector se suma a la búsqueda de claves, disputa una carrera de postas con el narrador.
The Girl on the Train tiene una premisa parecida. Está narrada por tres mujeres. Rachel, la principal, vive borracha la mayor parte de la historia; por lo tanto, nadie se fía de sus recuerdos. Ni siquiera ella está segura de lo que ha visto.
Luego está Megan, la segunda narradora de la novela, quien un día desaparece, y nunca más retorna. Rachel, la mujer en constante estado de embriaguez, quien ha visto a Megan con su amante, cree que Megan ha sido asesinada en un altercado, y denuncia el caso a la policía. El problema es que las credenciales de Rachel no se hallan muy bruñidas. Nadie le cree.
Lo único que redime a Rachel es que en su lucha por descubrir la verdad, abandona la bebida y empieza a investigar. Entonces aparece Anna, la tercera narradora, que odia a Rachel. Lo único que las une es que ambas conocieron a Megan, y la consideran una posible víctima.
La novela es, nuevamente, una investigación para descubrir la verdad en un mundo repleto de mentiras y de puñaladas por la espalda, y necesita el concurso del lector. Además, Hawkins conoce la filmografía de Alfred Hitchcock, y también aprovecha los elementos de ese clásico del cine llamado Gaslight, donde un marido, Charles Boyer, trata de enloquecer a su esposa, Ingrid Bergman, para quedarse con unas joyas. El unreliable narrator forma parte de la trama, ofreciendo pistas falsas.
Disclaimer tiene un atractivo extra. ¿Qué ocurre si una mujer, una profesional de status, con un esposo solidario y respetado, descubre, tras veinte años, que alguien está enterado de un vergonzoso episodio de su pasado? Peor aún, quien está enterado de ese episodio ha escrito una novela A Perfect Stranger, y la ha publicado por su cuenta. Inclusive ha distribuido ejemplares en librerías cercanas a la vivienda de la protagonista. Uno de los ejemplares llega a Catherine Ravenscroft, el personaje central, otro a su esposo, Robert. El tercero a su hijo, Nick. Y esa novela dentro de la novela empieza a destruir la vida familiar.
Catherine es una galardonada documentalista (al igual que la autora, que trabajó para la BBC, y ha escrito guiones para  Channel Four y Capital Films). Pero, a medida que comienza a ser hostigada por su pasado, todo se derrumba, primero su vida profesional y luego su vida personal.
¿Quién es el stalker, el hombre que la acecha con un vergonzoso recuerdo del pasado? Stephen Brigstocke, un profesor retirado, viudo. Brigstocke ha perdido a un hijo, luego que el joven intentó salvar a un niño a punto de ahogarse. Ese niño, Nick, es el hijo único de Catherine y Robert. Nick es un ser inmaduro, cargado de problemas, un underachiever, alguien de escaso rendimiento en un hogar de seres exitosos.
Pero hay algo más. Brigstocke, el hombre que acosa a Catherine, presunto autor de la novela – en realidad su coautor– cree que su hijo murió tratando de salvar al hijo de Catherine. Desde el punto de vista del perseguidor, Catherine tuvo un affaire con su hijo, Jonathan, durante unas vacaciones en España. La protagonista viajó con su esposo y su hijo de cinco años. El esposo tuvo que ausentarse por razones de trabajo, Catherine quedó sola con su hijo, y entabló una fulminante relación con el hijo del perseguidor, un adolescente de diecinueve años de edad.
Si Jonathan no se hubiera apasionado con Catherine, ni intentado salvar la vida de Nick, su hijo, todo habría sido diferente. De manera indirecta, Catherine ha sido la causante de la muerte de Jonathan. Hay inclusive evidencias gráficas del encuentro amoroso. Tras recuperar la cámara fotográfica que Jonathan portaba consigo, la esposa de Brigstocke encuentra un rollo de film con fotos donde Catherine aparece en poses provocativas.
La primera parte de la novela vuelca las cartas en favor del perseguidor. Todo incrimina a Catherine. Parece tratarse de un ser lascivo, ansiosa de conquistas, mala esposa y peor madre. Además, el hecho de que durante veinte años calló el episodio es otro clavo en su ataúd.
En cuanto a Stephen Brigstocke, el profesor retirado que acosa a Catherine, aparece como el personaje bueno, al punto de que logra hacer amistad con Robert, el marido de Catherine, y con Nick, su hijo. En el momento en que Robert lee la novela que tiene como protagonista a Catherine, toda su simpatía se vuelca hacia el perseguidor. (Afortunadamente, al final de la novela, Catherine decide mandar al demonio a Robert).
Aunque el antagonista de Catherine parece el genio del mal para los lectores, tampoco la cosa es tan sencilla. Stephen Brigstocke es un ser tan atormentado como Catherine. Busca respuestas a cosas inexplicables, y está dispuesto inclusive a aceptar la amarga verdad. Pues Jonathan, el hijo que murió tratando de salvar al hijo de Catherine, no era el personaje que sus padres idolatraron.
Knight es muy buena narradora, y sabe cómo sorprender al lector mostrando que las cosas no son como parecen. Inclusive el affaire del que se acusa a Catherine –y que por cierto ocurrió– no ha tenido los rasgos esbozados al principio. Ni siquiera las explícitas fotografías que la muestran como un ser consumido por la pasión, revelan la verdad de lo ocurrido en su encuentro con Jonathan.
Tal vez el acierto mayor de Knight es la manera en que va demoliendo las certezas del lector. ¿Acaso una fotografía, inclusive la más irrefutable, puede ser aceptada como testimonio de la verdad? Sí, existió una relación sexual entre Catherine y Jonathan pero ¿ocurrió tal como se narra en The Perfect Stranger?
La historia de Catherine es narrada por Knight en tercera persona. La del profesor retirado en primera. Poco a poco, se disuelven las identidades. Ni Stephen Brigstocke es el perseguidor que uno supone, ni Catherine la víctima perfecta. Son seres humanos aquejados por eventos que menguan su capacidad de alcanzar no ya la felicidad, sino la comprensión de aquello que ha funcionado mal en sus vidas. ¿Hasta qué punto Stephen es el depredador y Catherine el ave de presa?
Otras novelas del suburban noir trabajan muy bien el suspenso, la duda sobre los motivos que animan a sus personajes, la desconfianza en el mundo que se describe. Pero tal vez el vigor de Disclaimer radica en su premisa inicial. Una de las críticas de la novela expresó lo que muchos narradores sienten tras leerla: “Envidia, una tremenda envidia porque no se me ocurrió antes a mí”. (Clair Woodward en The Sunday Express de Londres).
Imagine el lector que un día toma una novela y descubre que es el protagonista, y que un terrible secreto se revela en todos sus detalles. ¿Qué hace? Especialmente cuando la persona encargada de redactar la novela intenta vengarse de usted.
Sí, Conan Doyle tenía razón, “Los callejones más bajos y más viles de Londres no presentan un registro tan espantoso de pecados como las alegres y bellas zonas campestres”.




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