Mario Szichman
Muchos aficionados al deporte deben
estar disfrutando por lo que acontece en la Federación Internacional de Fútbol
Asociado, FIFA, ahora que el presidente de la organización, el suizo Sepp
Blatter, decidió presentar la renuncia, tras decidir que sus días como turista
internacional estaban contados.
Blatter padece del llamado “síndrome del coronel Tom Parker”, el
famoso apoderado de Elvis Presley, que impedía a su cliente realizar giras al
exterior. En el caso de Parker, las razones era que se trataba de un
indocumentado, y si acompañaba a Elvis en sus excursiones, posiblemente a su
retorno sería detenido por la migra y deportado.
En el caso de Blatter, aunque su pasaporte está en regla, muchos dudan que
ocurra lo mismo con sus finanzas personales o con sus tareas como presidente de
la FIFA.Blatter renunció a su cargo, tras presidir el organismo durante 17
años.
Hace apenas unos días, el 29 de mayo, Blatter fue reelecto por quinta vez
como presidente de la FIFA, derrotando por 133 a 73 al príncipe Ali bin
al-Hussein, de Jordania, uno de sus principales enemigos, quien había
denunciado las prácticas “secretas” de la directiva del cuerpo para ocultar
denuncias de corrupción. Cubierto de gloria, tras el abrumador respaldo
obtenido en la elección, Blatter declaró: “Yo perdono, pero no olvido”. (Días
antes, en una conferencia de prensa, cuando un reportero le preguntó si pensaba
renunciar al cargo, Blatter respondió: “¿Por qué voy a renunciar? Eso sería
como reconocer que hice algo malo”).
¿Qué lo hizo cambiar de actitud, e implícitamente reconocer que había hecho
algo malo? Una posibilidad es la divulgación de una grabación hecha en el 2013
a Chuck Blazer, un patriota cooperante y ex miembro del comité ejecutivo de la
FIFA. A cambio, posiblemente, de la reducción de una sentencia por racketeering (asociación para
delinquir), fraude en transacciones electrónicas y lavado de dinero, Blazer
aceptó denunciar la corrupción en el fútbol mundial. Entre las personas
implicadas, dijo The New York Times, podría estar el
renunciante presidente de la FIFA.
Pero hay otros peces gordos. Ya la Interpol, que agrupa a agencias
policiales de todo el mundo, difundió, a solicitud al departamento de Justicia
de Estados Unidos, red notices,
información roja, para capturar al ex vicepresidente de la FIFA, el trinitario
Jack Warner, a Nicolás Leoz, ciudadano paraguayo y ex miembro del comité
ejecutivo de la FIFA; a Alejandro Burzaco, un argentino que controla una
empresa de mercadeo de productos deportivos, a Hugo y Mariano Jinkis,
argentinos, dueños de una compañía de mercadeo de productos deportivos, y a
José Margulies, un ciudadano brasileño que posee una empresa de
radiodifusión. La Interpol colgó el aviso en el internet, junto con fotos
de los sospechosos, diciendo que eran buscados por “asociación para delinquir,
conspiración y corrupción”.
Hasta ahora, ninguno de esas acciones implican a Blatter. Tal vez una punta
del ovillo se encuentre en un artículo de The Financial Times firmado
por el columnista Gideon Rachman. De acuerdo a Rachman, las razones esgrimidas
por el ex presidente de la FIFA el día en que presentó su renuncia, no tienen
ni pies ni cabeza. Blatter se limitó a decir: “No creo contar con un mandato de
todo el mundo del fútbol”. Eso es incomprensible. Blatter ganó su quinto
término consecutivo barriendo el piso con su rival, el príncipe jordano. Es
como si un presidente latinoamericano que no cuenta ni con un 25 por ciento del
apoyo popular, decidiese renunciar porque no es querido por cada uno de sus
compatriotas. El mismo Rachman indicó que Blatter estaba enterado desde hacía
muchos años de la opinión que tenía el mundo deportivo de su gestión. Para que
Blatter estuviera en condiciones de evaluar su popularidad, dijo el columnista,
“Era suficiente con que abriera las páginas de un periódico, o que fuera
abucheado en un estadio de fútbol”. Pero el columnista aventura otra hipótesis,
la de “El mal endógeno”. Para algunas personas en altos cargos, allí donde
están, ya sea en el país, o en el exterior, ahí deben permanecer por tiempo
indefinido, si no desean que les pongan los ganchos.
Rachman dijo que al parecer, “el propio Blatter se hallaría bajo
investigación del departamento de Justicia de Estados Unidos. Dependiendo del
progreso de la pesquisa, podría ser amenazado de arresto cada vez que abandone
Suiza”, su país de residencia. “Y eso lo colocaría en una posición
imposible", pues entre las tareas del presidente de la FIFA, “figuran los
viajes constantes”. Por ahora Blatter decidió curarse en salud y renunciar. Y
posiblemente olvidarse y perdonar, e inclusive dar la otra mejilla.
Los próximos días serán muy entretenidos en el mundo del fútbol
internacional. Basta ver la investigación que le están haciendo a Warner, ex
miembro del comité ejecutivo de la FIFA. Según The New York Times, Warner recibió 10 millones de
dólares, junto con algunos de sus secuaces, a cambio de votar en favor de la
realización de la Copa del Mundo en Sudáfrica, en el 2004.
Se estima que en las dos últimas décadas, los 14 funcionarios de la FIFA y
ejecutivos de mercadeo acusados de corromper la organización hasta los
cimientos, recibieron en sobornos unos 150 millones de dólares. Aunque en
algunos países latinoamericanos eso puede representar una simple propina, en varias
naciones eso parece no solo monstruoso, sino, peor aún, ilegal. Stephanie
Clifford y Matt Apuzzo, los periodistas de The New York Times, que
informaron de los indictments contra
miembros de la FIFA, dijeron que las autoridades “describen el fútbol
internacional en términos reservados por lo general a las familias mafiosas o a
los carteles del narcotráfico”.
KATAR: LA JOYA
DE LA CORONA
Para entender el fenomenal escándalo que afecta en estos momentos a la
Federación Internacional de Fútbol Asociado y que se ha llevado en los cachos
al presidente de la organización, hay que ir lejos en el tiempo, y en la
geografía.
Blatter empezó la cuenta regresiva de sus desdichas el 2 de diciembre de
2010, en la sede de la FIFA en Zurich, Suiza, tras exhibir ante las cámaras un
sobre abierto donde aparecía el nombre de "Qatar", como sede de la
Copa Mundial de Fútbol para el año 2022.
Con esa foto, una de las más famosas de su carrera profesional, Blatter
abrió la caja de Pandora de una de las grandes desfachateces de este siglo,
aunque faltan todavía 85 años para que concluya.
¿Por qué la designación de Katar como sede del mundial de fútbol
terminó con la carrera de Blatter y posiblemente lo obligue a asumir otra
flamante, con traje de presidiario? ¿Por qué están en la picota otros 14
funcionarios de la organización, y personas allegadas a la promoción de
actividades deportivas? Después de todo, las denuncias de que la FIFA
era una gigantesca maquinaria de corrupción datan de algunas décadas. Sin
embargo, en materia de escándalos, hay siempre uno, inadvertido, que tumba la
estantería.
Los funcionarios de la FIFA se acostumbraron a la impunidad, se
engolosinaron con ella, y creyeron que era eterna. Y por eso aceptaron el
desafío mayor de su historia: hacer creer a la humanidad que Katar podía ser
sede de un mundial de fútbol. Katar es un emirato tan apto para auspiciar un
mundial de fútbol como para apadrinar las Olimpíadas de Invierno.
En el periódico londinense The Guardian, Owen Gibson recordó
que las temperaturas en Katar, en junio y julio, los meses predilectos para la
disputa del Mundial de Fútbol, superan los 50 grados centígrados. Además, el
emirato petrolero no tiene una gran tradición deportiva, si exceptuamos las
carreras de camellos. Claro que se juega al fútbol, y en ocasiones los kataríes
han participado en torneos internacionales exhibiendo su destreza. Pero Katar tiene
una pésima fama, justamente ganada, y además, parece un volcán a punto de
estallar. Cuenta con 1,8 millones de habitantes, de los cuales apenas un 13 por
ciento son nacionales, y el resto expatriados. (278.000 kataríes versus 545.000
indios, 341.000 nepalíes, 185.000 filipinos, 137.000 oriundos de Bangla Desh,
100.000 de Sri Lanka, y 90.000 de Pakistán). Ese 13 por ciento de privilegiados
enfrenta a un 87 por ciento de expatriados que son vejados de manera cotidiana.
Las violaciones a los derechos humanos contra los extranjeros han sido
vastamente denunciadas por el Departamento de Estado, Amnistía
Internacional, Human Rights
Watch y medios de prensa de todo el mundo, entre los cuales destaca The Guardian de Londres y el portal
noticioso The Hufington Post.
Según el Departamento de Estado, “trabajadores expatriados de países de
Asia y partes de África son sometidos, de manera rutinaria, a trabajos forzados
y en algunas instancias, a la
prostitución”. Entre las violaciones más comunes a los derechos laborales se
incluyen “castigos corporales, retención de salarios, severas restricciones a
la libertad de movimientos (como la confiscación de pasaportes, documentos de
viaje, o permisos de salida), detención arbitraria, y agresiones sexuales”. El
código penal de Katar autoriza castigos tales como “azotes y lapidación”, esto
es, matar a alguien a pedradas.
En el caso de la construcción de estadios y otras instalaciones deportivas
para el Mundial de Fútbol de 2022, The Hufington Post informó
que las tareas, a cargo de expatriados de países asiáticos, son “recompensadas
con salarios muy bajos”. Los obreros, añadió la publicación, viven “en
condiciones de esclavitud”.
La perla de la corona es la situación laboral en los sitios donde se erigen
estadios y otras obras para alojar a los visitantes del Mundial de 2022.
Según The Guardian (23 de diciembre de 2014) “los inmigrantes
nepaleses que construyen la infraestructura” para el Mundial, “han muerto a un
promedio de uno cada dos días en el 2014, pese a la promesa del gobierno
katarí de mejorar sus condiciones de trabajo”.
Las cifras, dijo el matutino, “excluyen las muerte de trabajadores de la
India, de Sri Lanka y de Bangladesh. Eso hace temer que si se toman en cuenta
las muertes entre todos los inmigrantes, podrían ser de más de una por día”.
La junta nepalesa de promoción de empleo en el exterior dijo que 157 de sus
obreros en Katar murieron entre enero y mediados de noviembre de 2014. Sesenta
y siete de ellos por paro cardíaco, y ocho, por apoplejía. Treinta y cuatro de
las muertes ocurrieron en sitios de trabajo. En el 2013, murieron en Katar 168
trabajadores nepaleses.
Nicholas McGeehan, de Human Rights Watch, dijo que “personas
que trabajan durante muchas horas en sitios de altas temperaturas son muy
vulnerables a letales ataques cardíacos”.
La Confederación Internacional de Sindicatos estima la cifra de
trabajadores muertos en Katar durante labores de construcción de instalaciones
deportivas en 1.200, y calcula que “llegarán a 4.000 para el 2022”.
Por supuesto, el gobierno de Katar puede alegar que los principales
acusadores son gobiernos de Occidente que intentaban obtener la sede del
Mundial de Fútbol en el 2022, en primer lugar Estados Unidos. También las
autoridades de Australia, país que intentó obtener la sede, están haciendo
girar el ventilador a toda velocidad, a ver en qué momento el detritus llega a
sus paletas.
Hace algunos días, el ministro
de Deportes del estado australiano de Victoria, John Eren, dijo que en caso de
que Katar sea despojado del sitial, su país podría ser anfitrión del campeonato
“mañana mismo”.
¿Y qué ocurre si de refilón, también se pone en entredicho la asignación de
Rusia como sede del Mundial de Fútbol de 2018? No olvidemos que apenas
empezaron a menudear las acusaciones contra Blatter, saltó a la palestra el
presidente ruso Vladimir Putin defendiendo el buen nombre y honor del entonces
líder de la FIFA. (A estas alturas, ser defendido por Putin es más pavoso que
ser elogiado por Nicolás Maduro).
También en ese caso, privan intereses nacionales. Pues Inglaterra codiciaba
ser asiento del Mundial que le arrebató Rusia. David Beckham, el astro del
Manchester United, fue el vital promotor del intento, y ahora se ha convertido
en uno de los principales cuestionadores de la FIFA. “Algunas de las cosas que
han ocurrido son despreciables”, dijo Beckham. “Otras son inaceptables, y
horrendas para un juego al que tanto amo”.
Aunque nadie duda de la honestidad de las autoridades rusas, no hay muchos
dispuestos a poner la mano en el fuego por ellas. The Wall Street Journal recordó que cuando la FIFA designó en el
2012 al ex fiscal norteamericano Michael García para investigar denuncias de
soborno contra el ex presidente de la organización, Joao Havelange y otro
ejecutivo, uno de los temas que abordó fue la puja que condujo a la selección
de Rusia y de Katar como escenario de los mundiales de fútbol de 2018 y 2022.
“En ambos casos, hubo vastas denuncias de fraude”, dijo el diario neoyorquino. Cuando
García solicitó examinar las computadoras rusas utilizadas en la puja, se quedó
con las manos vacías. “Las computadoras habían sido de alguna manera
destruidas”, dijo The Wall Street Journal,
y las cuentas de correo electrónico resultaban inaccesibles”. García renunció a sus tareas el 17 de
diciembre de 2014, luego que su informe sobre irregularidades de la FIFA, de
350 páginas, fue sintetizado en 42 páginas donde se eliminaron sus denuncias. El funcionario dijo que el sumario estaba
“repleto de representaciones erróneas sobre datos y conclusiones”. Pero ahora su informe, completo, está siendo
revisado por La Procuraduría General de Suiza.
Aunque las investigaciones contra la FIFA están en sus comienzos, varios exfuncionarios
han pedido la clemencia de las autoridades norteamericanas, a cambio de spill the beans, descubrir el pastel. Fiscales
del departamento de Justicia están agitando ante los potenciales denunciantes
una serie de zanahorias para que revelen chanchullos. Según The New York
Times, entre las ofertas figuran “escasa o ninguna permanencia en prisión,
a cambio de cooperación”, y “visas S, la tarjeta verde de los
informantes”, un preludio a la adquisición de la ciudadanía plena.
Una de las figuras centrales encargadas de arruinar la reputación de los
directivos de la FIFA es Chuck Blazer,
un empresario futbolístico norteamericano que ocupó un sillón en el
comité ejecutivo de la organización entre 1997 y 2013. Tras declararse culpable
de evasión impositiva y fraude, se convirtió en un informante del departamento
de Justicia. Es increíble la cantidad de cosas malas que está diciendo Blazer
sobre la FIFA. Inclusive admitió haber aceptado sobornos de Sudáfrica, cuyo
gobierno organizó el Mundial de Fútbol de 2010. El gobierno sudafricano ha
dicho que Blazer miente.
Un tribunal federal de Brooklyn divulgó hace algunos días la confesión de
Blazer. “A partir de 1993, aproximadamente”, dice the guilty plea, “y continuando a través de comienzos del 2000, yo
y otros aceptamos sobornos y coimas en relación con los derechos de transmisión
y otras concesiones para las Copas de Oro de 1996, 1998, 2002, y 2003”. Eso
alude a torneos de fútbol internacional organizados por la división de la FIFA
que abarca a América del Norte y al Caribe.
The New York Times dijo
que, de acuerdo a fiscales neoyorquinos,
“Este es apenas el comienzo del caso”, en tanto fuentes policiales
“confirmaron que el señor Blatter”, el expresidente de la FIFA, “es uno de los
objetivos de su investigación”.
Otro ex funcionario de la FIFA, el trinitario Warner, quien se desempeñó
como vicepresidente de la institución, dijo que Blatter “sabe muy bien por qué
cayó. Y si alguna persona más está enterada, esa persona soy yo”. Al igual que
Chuck Blazer, Warner también tiene sus pecadillos, como el de recibir, junto
con varios de sus allegados, un soborno por 10 millones de dólares, a cambio de
apoyar la solicitud de Sudáfrica para convertirse en la sede del mundial de
fútbol en el 2010.
En una contraofensiva, Warner dijo que cuenta con “montones de documentos,
incluidas copias de cheques, vinculando a Blatter y otros funcionarios de la
FIFA con un esfuerzo para manipular las elecciones de 2010 en Trinidad y
Tobago”. Muchos dudan de que el largo brazo de la organización deportiva haya
tratado de intervenir en una elección, pero la denuncia de Warner es un buen
indicio de la desesperación que aflige a muchos ex funcionarios, tras descubrir
que el pedestal en que se habían montado era de barro.
¿Qué hará ahora
la FIFA para limpiar los establos de Augias? Al menos Transparencia
Internacional no cree en la autogestión para higienizar a la organización.
“La reforma no puede provenir del interior de la FIFA”, dijo la institución.
“Ni tampoco de (directivos) que han perdido toda credibilidad”.
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