Soy un fervoroso creyente en la
imaginación dialógica. Dostoievski fue su mejor cultor. Sus personajes
sobrenadan en un mundo de ideas a medio hacer, donde nadie se queda con la
última palabra. Eros y la doncella, mi última novela, fue construida en base a la imaginación
dialógica. Lo dije en el prólogo que dediqué a mi sabia editora, la profesora
Carmen Virginia Carrillo. Sin el diálogo que sostuvimos durante los diez meses
de construcción del texto, esa novela (vuelvo a insistir), no existiría. Ahora
hay otra vuelta de tuerca con Eros y la doncella, propiciada por la profesora
Guadalupe Carrillo Torea, quien enseña en la Universidad Autónoma del estado de
México. En un seminario con sus alumnos (sus talentosos alumnos) la lectura del
texto hizo aflorar nuevamente la imaginación dialógica. En este caso, la novela
se convirtió en una caja de resonancia. Otras ideas brotaron, la novela se
nutrió de inesperados aportes, de “flashes” que enriquecen su comprensión. Hay,
inclusive, mensajes secretos que me llegaron muy hondo, como la percepción de
las arrugas en Gabrielle, la esposa muerta de Danton. (Algún día diré por qué).
Gracias, Guadalupe Carrillo, por este
texto. Y gracias, a tus generosos alumnos, por la riqueza de sus ideas, que
estoy seguro, reaparecerán en otros de mis textos.
Mario Szichman
LA MIRADA ATENTA. LECTURAS A EROS Y LA DONCELLA
Guadalupe Carrillo Torea
He sido espectadora privilegiada de la vitalidad que desborda una obra de ficción cada vez que dicto las clases de la asignatura Creación Literaria. Con los jóvenes estudiantes no solo hacemos trabajo de escritura, también de lecturas de todos los géneros: narrativa, teatro, poesía, ensayo. Cada semestre varío los títulos que estudiaremos. Con el lanzamiento de la novela de Mario Szichman Eros y la doncella por la editorial Verbum este 2013 y la llegada de sus ejemplares a México decidí incorporarla a nuestro estudio. Se trata de una obra extensa, con una galería de personajes ambiciosa y que, además, se construye a partir de ese gran hito en la historia como lo fue la Revolución Francesa.
La edad de mis estudiantes oscila entre los 19 y 25 años. Veintidós alumnos, la mayoría de ellos del tercer semestre, otros del noveno, de la licenciatura de Comunicación, y también dos alumnas de la licenciatura de letras. Era un gran reto la lectura, comprensión y análisis de una obra compleja en su estructura y rica en historia. Sin embargo, sabía que la prosa impecable de Szichman llevaría de la mano a los chicos por ese laberinto de eventos que se desarrollaron en aquella Revolución y que están plasmados en la novela.
Progresivamente íbamos dando plazos para avanzar en la lectura y
comentar sus páginas. En el lapso de dos meses discutimos cada parte, hablamos
de sus personajes, de la presencia permanente del binomio de Eros y
Tánatos. En ese juego dialógico que implica el estudio de un texto
participó también la editora de la novela, Carmen Virginia Carrillo, que
visitaba el país en esas semanas y que nos desveló uno de los grandes logros de
la novela: El prólogo anticipa y compacta el contenido total de lo que después
se desarrollará ampliamente. Esa anticipación es, al mismo tiempo, el mayor
reto para su autor, esto es, cómo mantener la intensidad en los acontecimientos
y el interés de unos lectores que ya conocen lo que ocurrirá en toda la novela.
Los chicos miraban maravillados a Carmen Virginia que respondía a sus preguntas
dando detalles puntuales de ese trabajo de orfebrería que supone la edición de
una novela.
El cierre de nuestro estudio se vería reflejado en el examen que
finalmente tuvimos para reconocer el grado de comprensión de la novela y la
capacidad dialógica entre lectores y obra. Hice cinco preguntas que abordaron
distintos espectros de la novela: sus personajes, tomándolos en cuenta en su
condición de las parejas a partir de la relación Eros y Tánatos que envuelve
sus vidas. Las diferentes manifestaciones artísticas a través de las cuales se
reflejan también los hechos narrados: La pintura, con la intervención de David;
la escultura de la mano de Madame Tussaud y la narrativa con las reflexiones
meta-escriturales de Louvet.
Quise saber qué interpretación le daban a esta excéntrica pareja,
Robespierre y la Doncella, que
permanentemente nos interpela en la ficción. Y por último su opinión personal.
Qué les atrajo, que les conmovió, qué perturbó su imaginación. En definitiva,
cómo fue ese proceso de la estética de la recepción.
Las respuestas ilustran un mosaico rico en percepciones, muchas de ellas
extraordinariamente inteligentes. Era la mirada atenta de un buen lector. La
mayoría de ellos recordaba el detalle de que Danton se había sorprendido al ver
las arrugas en la mejilla de su esposa muerta pues el personaje no recordaba haberlas visto en vida de
Gabrielle. Todos quedaron maravillados con las escenas en las que actuaba el
gran mago y a la mayoría le perturbó hasta la intranquilidad los ríos de sangre
que corrían en aquel París demencial ante la mirada impávida de un público ya
habituado al espectáculo de la muerte. La interpretación que hacen de
Robespierre y la Doncella la ejemplifico con el comentario que señaló un alumno: “Se trataba de una diosa pidiendo
sacrificios a su leal y devoto seguidor”.
Los chicos habían superado los retos y lo confirmaron ampliamente en sus
respuestas. El mayor atractivo además de la prosa fue el tono íntimo por el que
Szichman nos lleva a reconocer y admirar en su total dimensión aquella tragedia colectiva. Uno de ellos
acota: “Literalmente te transporta al lugar de los hechos”. Otra más señala
asertivamente: “Como novela histórica es claro que debe referirse a
acontecimientos reales; pero en Eros y la Doncella lo importante no es “lo que
pasó”, sino “cómo se cuenta” y es ahí donde está el logro literario de la
novela”. La chica continúa: “La narrativa es atrayente y fluida y el trabajo
del lenguaje, espléndido”.
Luego dieron paso a las preferencias personales: “Al leer Eros y la Doncella puedes hacerte tu propia
historia y tus propios héroes, el mío es Francisco de Miranda”. En clase, ya la
alumna me había expresado la atracción que había sentido por ese venezolano tan
controvertido, preguntándome incluso si se podía considerar como uno de los protagonistas, como bien lo advierte en su
comentario.
La obra los había envuelto en su ficción. Algunos incluso asumían de
manera personal eventos, situaciones o comportamientos de los personajes a los
que criticaban con pasión: “El pintor pintaba realmente lo que se le daba la
gana; el más claro ejemplo fue con Mirabeau. El señor más feo descrito en la
novela; y creo que me lo imaginé aún peor de lo que ya estaba. David lo
arregló, le hizo su photo shop de la época, para transmitir ciertas cualidades
que querían decir de la persona que probablemente sus facciones físicas no
expresaban”.
Hubo un real crecimiento en mis alumnos como críticos literarios, como
lectores que comprenden, aprecian y disfrutan una obra de ficción de gran
calidad. Así lo demuestra la agudeza de una de ellas al manifestar: “El mayor
acierto es la exquisita descripción que hace del Eros en el momento en que
parece reinar el Tánatos. Estos dos elementos hacen de la obra del escritor
argentino un libro único”.
De nuevo la estética de la recepción se manifestó con acierto, nos
enriqueció como lectores y le dio vida una y otra vez al texto a medida que las
lecturas reconstruyeron ese extraordinario y contradictorio mundo que
ficcionaliza Szichman en Eros y la Doncella.
Fue un gusto leerlo, tenga certeza que esperamos su siguiente obra con ansía. Ahora estoy en busca de "La trilogía del mar dulce."
ResponderEliminarGracias por llamarnos talentosos y generosos; la verdad es que se lo debemos a nuestra Profesora, la Dra. Guadalupe Carrillo; que en cada clase nos invitaba a leer y escribir, nos daba consejos y nos dejaba boquiabiertos. Sus palabras incitaban a descubrir nuevos mundos mediante la literatura.
Escuchar de la boca de la Profesora Carmen el quehacer de un editor fue una experiencia interesante.
Gracias.