Mario Szichman
Ha cumplido 75
años y sufrido numerosas reencarnaciones, pero Superman sigue siendo el rey de
los comics.
¿Sería Superman
tan famoso y admirado de no ser por Clark Kent? ¿Quién tuvo la genial idea de
crear ese tímido reportero de periódico que todos suponían gay? ¿Hubiera
llegado el Hombre de Acero a convertirse en la mayor celebridad de los comics
de no ser por la metáfora de la debilitante
kriptonita?
La kriptonita,
lo sabe cualquier estudiante de psicoanálisis, es una alegoría de la impotencia
sexual. Pero en Superman al insulto se añadía la injuria. Pues había dos
kriptonitas, una exterior, y otra interior. Cuando era afectado por la
kriptonita exterior, Superman se convertía en una piltrafa humana. Pero la
tímida, irresoluta figura de Clark Kent demuestra que la kriptonita interior
afligió todos los días de su eterna vida. Sí, un terrible secreto afectaba al
reportero. A veces, para conjurar insistentes rumores en la redacción, mostraba
fotos de Lori Lemaris, su novia de la adolescencia. Una bella muchacha, es
cierto. Pero el retrato sólo exponía su rostro. ¿Dónde estaba el resto de su
cuerpo? Clark Kent prometía a sus compañeros de redacción que conseguiría otras
fotos de Lori de cuerpo entero, sabiendo que ese juramento era imposible de
cumplir… porque Lori Lemaris era una sirena. Debajo de su grácil cintura estaba
la cola de un pescado.
Y de esa manera,
surgió el más perfecto héroe asexuado de la era moderna. Al fin y al cabo,
Batman tiene a su Robin , pero la vida cotidiana de Superman/Clark Kent es un
infierno de deseos nunca consumados. ¿Alguien se preguntó por qué Clark Kent
hacía tan frecuentes escapadas a una cabina telefónica cerrada? Está bien, los
seres cándidos dicen que era para dar unos giros espectaculares y emerger con
el uniforme de Superman. Pero ¿eso era todo?
Y después está
el elenco estable de quienes secundaban a Clark Kent. En la redacción del
periódico tenía como compañeros a la bella y desfachatada Lois Lane, y al
jovencito Jimmy Olsen, un fotógrafo con pecas en el rostro. Esa pareja era el
Scila y Caribdis de los insatisfechos deseos de Clark Kent. También estaba
Perry White, el editor del Daily Planet, un hombre que parecía respetable pues
lucía una abundante cabellera blanca y aseguraba contar con una familia bien
constituida. Y finalmente, en el apartamento del periodista vivía Krypto, el
Super Perro, el perfecto cancerbero.
¿Eran seres
normales esos personajes que habitaban el mundo de Clark Kent? ¿Qué hacía Jimmy
Olsen en sus ratos libres? Nunca se le conoció pareja. Siempre andaba con
impermeable. ¿Sería un exhibicionista? ¿Existía la familia bien constituida de
Perry White? Si eso era cierto ¿por qué nunca la presentó? Y está comprobado
que Lois Lane sólo estaba interesada en Clark Kent. No se le conocían amantes.
¿Una mujer de esa osadía y de esa belleza no conseguía amantes? En realidad, lo
más parecido a esa pareja es la integrada por J. Edgar Hoover, quien fue director
del FBI durante 48 años, y Helen Gandy, su secretaria personal durante 54 años.
Ninguno de ambos contrajo matrimonio pues, según las mentiras piadosas de la
época, ambos estaban casados con el FBI.
QUÉ BONITA
VECINDAD
A lo largo de
los años, se intentó transformar a Lois Lane en el eterno amor de Clark Kent.
Todos los intentos fracasaron. En una época se la quiso hacer pasar por la
esposa del periodista. Luego, Lois Lane retornó a su estado virginal y volvió a
ser colega y competidora de Clark Kent en el Daily Planet. En otras ocasiones,
se pretendió hacer creer que Superman había procreado hijos. Y de repente,
nadie más habló del asunto. Algunos sugirieron que esos hijos eran fruto de
amores prohibidos. Pero no hay récords que atestigüen la versión. Si algo
conocemos de la sociedad norteamericana, el rumor es infundado. De haber sido
cierto, ya habría surgido alguna mujer denunciando al inescrupuloso galán y
reclamando child support para su
vástago.
En realidad, a
poco de examinar a Clark Kent y a las personas que lo rodeaban, podría
deducirse que el único que parecía normal era Lex Luthor, el terrible villano.
Se le conocían numerosas amantes y estaba rodeado de seres ávidos por gozar de
las buenas cosas de la vida a través de la extorsión y la crueldad. Es fácil
identificarse con esos personajes.
EL PERSONAJE MÁS
TRÁGICO
DE LA MODERNIDAD
Si seguimos la
rutina cotidiana de Clark Kent descubriremos que vivía en constante
frustración. Supongamos por un momento, (nada se pierde con soñar), que Clark
Kent era un saludable ejemplar masculino, dotado de similares apetitos a los de
otros ejemplares de su entorno. Y que finalmente, un día, por algún milagro,
Perry White, el jefe de redacción del
Daily Planet ordenaba enviar el periódico a la imprenta, deseaba al personal
las buenas noches, y se iba a su casa. En la redacción quedaban sólo Clark Kent
y Lois Lane. Clark se decía para sus adentros: “Esta es la mía. Invitaré a Lois
a beber un trago en algún trendy bar.
A una copa le seguirá otra, y cuando esté bastante adobada la invitaré a que
conozca mi apartamento. Un lugar modesto, excepto por algunos recuerdos de
Krypton, el hogar de mis ancestros. Allí está la tumba hecha de porfirita donde
reposan algunos miembros de mi familia, las esculturas de mi tío Eudimión, que
traban todos los accesos al dormitorio, y las extrañas figulinas de las diosas
de la fertilidad, pues nuestros aparatos reproductivos en nada se asemejan a
los ridículos enseres de los terráqueos. Y tampoco olvidemos a mi noble Krypto,
el Super Perro, el terror de la raza canina, siempre dispuesto a salir volando
para seducir a las damas”.
Clark Kent se
alzaba de su escritorio, y le formulaba a Lois Lane la propuesta.
–Clark ¿por qué
no ahorramos tiempo y me invitas directamente a tu apartamento? – le decía Lois
como contrapropuesta.
Vamos a
ahorrarle al lector los numerosos detalles del juego de seducción de Clark
Kent. Lo cierto es que al final de la conversación y de las copas de más,
llegaba el momento de la exhibición corporal. ¿Y qué podía exhibir el
periodista al quitarse la corbata, la camisa y los pantalones? Un traje muy
ajustado, como el de un bailarín de ballet, y en el pecho una gigantesca “S”.
Ni siquiera Lois Lane, acostumbrada a las numerosas apariciones de Superman,
aceptaría la desorbitada imagen y se desvanecería. Ya los creadores de la serie
inventarían algún final feliz. Al emerger de su desmayo, estaría nuevamente
sentada en su escritorio del Daily Planet, y el solícito Clark Kent seguramente
le ofrecería un vaso de agua.
– ¿Qué ocurrió,
qué ocurrió? – preguntaría Lois Lane desconcertada.
–No, nada,
sufriste un desmayo– le diría Clark Kent. Y en la última escena, se darían las
buenas noches y cada uno retornaría a sus respectivos apartamentos y a su
terrible soledad.
EL SUEÑO AMERICANO
DE DOS MUCHACHOS JUDÍOS
Además de la
figura de Superman están sus creadores, Jerry Siegel, escritor de la serie, y
Joe Shuster, el primer dibujante, que sufrieron un trato muy injusto por parte
de DC Comics, la editorial encargada de publicar la historieta.
La editorial
neoyorquina Saint Martin´s publicó este
año “Superboys”, una biografía de los creadores de Superman escrita por Brad
Ricca. El libro brinda detalles muy interesantes sobre la creación y evolución
del hombre de acero.
Siegel y Shuster,
ambos hijos de inmigrantes judíos, iniciaron una colaboración en historietas
durante sus estudios secundarios. Empezaron imitando aventuras como las de
Tarzán y las de Buck Rogers, y luego, mientras aún estaban en el college,
crearon “The Reign of Super–man”. La historieta dice Ricca, se iniciaba con un
vagabundo que ingería un suero derivado del fragmento de un meteoro. Gracias al
suero, el vagabundo se convertía en un ser brillante, vigoroso, capaz de leer
las mentes. Pero en lugar de luchar “por la verdad, por la justicia, y por el
estilo americano de vida”, el primer Superman era un villano que robaba una
farmacia, manipulaba acciones en la bolsa, y ganaba todas las carreras en un
hipódromo.
LA FÓRMULA
GANADORA
Shuster, el
dibujante de la serie, advirtió que no había mucho futuro con un antihéroe de
historieta. Por lo tanto, en tándem con el escritor Siegel, decidió apelar a la tradición judía y
transformar a Superman en una versión moderna de Sansón.
Tal vez la más
luminosa de las ideas fue la doble identidad de Superman. Según señaló Deborah
Friedell en la revista The New Yorker, otros super héroes como Batman o El
Hombre Araña tenían que disfrazarse para adquirir poderes especiales, en tanto
la persona del súper héroe era su verdadero disfraz. Con Superman operó el
efecto inverso. Superman es un ser de otro planeta, y su disfraz es el
periodista Clark Kent, un ser tímido, de lentes, víctima de matones, y que
parece aterrado por la presencia femenina. (Sus características corresponden a
la personalidad de los creadores de la serie).
Siegel y Shuster
presentaron la propuesta de Superman a DC Comics. La empresa demoró cinco años
en aceptarla. Finalmente, lo hizo en 1938. La cláusula más importante del
contrato estipulaba que DC Comics se quedaba con todos los derechos de
Superman. Los creadores aceptaron el leonino contrato. Todavía se hallaban en
la Gran Depresión, y la oferta de pagarles diez dólares por página publicada
era muy tentadora.
La historieta
debutó en la revista Action Comics en
junio de 1938. En ese momento Superman tenía un rostro impasible y sus ojos
eran dos ranuras horizontales. Aunque era capaz de dar saltos de un kilómetro
de largo, todavía no volaba. Y también era un sádico. Varios de sus enemigos
eran arrojados al vacío desde rascacielos, o ahorcados en cables de teléfono.
Aún la kriptonita no lo debilitaba. Y Lex Luthor, el máximo villano, era un
personaje del futuro.
La serie prendió
de inmediato. Luego de siete meses, la historieta fue vendida a una agencia de
prensa, y distribuida en centenares de periódicos. Dos años después, comenzó el
primer programa de radio dedicado a Superman.
SUPERMAN COMBATE
EL NAZISMO
Antes de que
Estados Unidos alistara tropas para enfrentar al Eje constituido por Alemania,
Italia y Japón, Superman capturó a Hitler, Mussolini y el emperador Hirohito, y
los sometió a juicio en una corte internacional de justicia. En respuesta, el
periódico de las SS, las tropas de asalto nazis, dijo que Superman era la
creación de un “ingenioso israelita” y el personaje sólo servía para “sembrar
el odio, la sospecha, el mal, la indolencia y la criminalidad en el corazón de
los jóvenes”.
Tras el ataque japonés
a Pearl Harbor, la revista Time
publicó un artículo titulado “El dilema de Superman”, preguntando a los
lectores si el héroe de historieta debía alistarse en el ejército. Finalmente,
DC Comics decidió que era mejor retener a Superman en los Estados Unidos, para
ayudar a combatir a los saboteadores.
Los directivos
de National Comics, la publicación
que divulgaba las aventuras de Superman, nunca se mostraron satisfechos con el
dúo que lo lanzó al estrellato. Un editor se quejó de que Clark Kent parecía un
gay de closet. Además, su novia, Lois Lane, era demasiado obesa, y necesitaba
“un aborto para que su silueta volviera a ser atractiva”, señaló.
Tras la guerra, National Comics se libró de Siegel y de
Shuster y contrató otros escritores y dibujantes. Siegel terminó trabajando en
una oficina, distribuyendo cartas, y Shuster ilustró historietas pornográficas
para adultos.
En 1975, cuando
estaba a punto de estrenarse la primera película de Superman, Siegel, el
escritor, envió una carta a más de mil periódicos de Estados Unidos, anunciando
que había “lanzado una maldición” contra el filme. Era su manera de castigar a
quienes habían robado los derechos de su creación.
Ante la denuncia
de Siegel, Warner Communications,
heredera de National Comics, decidió curarse en salud, y asignó pensiones
a sus creadores para evitar una mala publicidad. De todas maneras, la
recompensa fue magra. Aquellos que llenaron las arcas de las empresas con
cientos de millones de dólares murieron en la pobreza.
Entre tanto,
muchos se preguntan si Superman podrá seguir siendo el héroe indiscutido de los
comics tras la revolución sexual.
Estamos seguros de que eso no causará problema alguno. ¿A quién realmente le importa si su partner
es Jimmy Olsen o Robin? En realidad,
creemos que muchas más personas se sentirían decepcionadas si resulta
que Clark Kent es en realidad un heterosexual de closet.
No, para el
súper héroe la amenaza no proviene de la revolución sexual sino de la
revolución en las telecomunicaciones. Tal vez los Blackberrys y los Ipads
han dado un golpe mortal al personaje, pues han desaparecido las cabinas
telefónicas en las cuales podía esconderse.
Recuerdo haber visto en una revista satírica un cómic de Clark Kent haciendo el amor con Lois Lane. Primera y última vez: Superman tiene un super orgasmo y destroza a la pobre Lois como si le hubiera disparado con una escopeta.
ResponderEliminarMe causó mucha risa tu comentario. ¡Gracias por iluminarme el día, Daniel!
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