miércoles, 31 de mayo de 2017

"Trilogía de la Patria Boba: una lectura crítica de la Historia" por Carmen Virginia Carrillo


     



Nota introductoria: ¿Veinte años no es nada? Quizás en la letra de tango. Pero representa una eternidad para alguien con aspiraciones de escritor. Entre 1980, cuando A las 20:25 pasó a la inmortalidad ganó el Premio Norte de Novela, y el 2000, no publiqué una sola novela. No por escasez de inspiración, sino porque ninguna editorial estaba interesada en mis textos. Veinte años son muchos años. En el ínterin, comencé a trabajar una novela, Los Papeles de Miranda, por sugerencia de Nelson Luis Martínez, director del periódico Últimas Noticias de Caracas. Esa novela significó para mí un renacimiento. Fue publicada en el año 2000 por Ediciones Centauro, de Caracas, propiedad de un extraordinario publisher y ser humano, José Agustín Catalá. En el 2004 publiqué Las dos muertes del general Simón Bolívar, y en el 2007, Los años de la guerra a muerte, siempre bajo el mismo sello editorial. Así completé La trilogía de la Patria Boba.
Luego, durante un Seminario sobre novela histórica, realizado en el Núcleo Rafael Rangel de la Universidad de Los Andes, en Trujillo, estado Trujillo, en el 2012, pude presentar la trilogía ante un público muy receptivo, muy deseoso de formular preguntas, hipótesis, cuestionamientos. Y muy generoso. En esa ocasión conocí a la profesora Carmen Virginia Carrillo, una de las organizadoras del evento. Fue un encuentro con un grato corolario. La profesora Carrillo aceptó encargarse de la segunda edición de esas novelas. No fue realmente una edición: fue una transfiguración de los textos. Especialmente de Los años de la guerra a muerte, que de patito feo se convirtió en un cisne. En uno de los episodios me atreví a dar el puntillazo final al asturiano Boves, una encarnación del mal puro, quien hacía descender a uno de sus enemigos, maniatado por sogas, a una batea de cocción donde cocinaban melaza. (Nadie puede imaginar lo que significó para los venezolanos que lucharon por la independencia, el asturiano Boves. Es lamentable que el sadismo del personaje no haya logrado la fama que merece).
La profesora Carrillo tuvo la gentileza de escribir una reseña sobre esas novelas, sin mencionar la sabiduría que utilizó en sus ediciones. Si tuve que esperar veinte años para volver a publicar, y la consecuencia fue que mis publicaciones fueran editadas por la profesora Carrillo, créanme, la espera tuvo sentido. Mario Szichman


A continuación reproduzco el texto de la profesora Carrillo:

En la producción novelística del escritor argentino Mario Szichman percibimos, de forma recurrente, el registro de memorias personales y colectivas que han permanecido excluidas de los discursos hegemónicos para reconstruir, desde la ficción y con una actitud desmitificadora, su propia saga familiar y una parte de la historia de Venezuela.
A través de sus dos trilogías, el autor reflexiona sobre la noción del origen, bien sea familiar, como ocurre en La Trilogía del Mar Dulce, o de una nación, como sucede en La Trilogía de la Patria Boba, conformada por Los papeles de Miranda (2000), Las dos muertes del general Simón Bolívar (2004) y la primera edición de Los años de la guerra a muerte (2007). A lo largo de estas novelas encontramos una serie de personajes que perseveran incansablemente en su “heroica lucha por sobrevivir”[i].

Los papeles de Miranda puede leerse no sólo como una reconstrucción ficcional de la vida del Precursor, sino también como un intento de revisión y puesta en tela de juicio de toda la problemática sociopolítica que en nuestro continente dio pie a las guerras de Independencia.
Los aspectos de la personalidad de Miranda y los acontecimientos históricos que el autor selecciona para la elaboración de la trama constituyen un factor fundamental en la reconstrucción de ese periodo de nuestra historia en el cual Francisco de Miranda participó como agente de cambio. Todo ello da cuenta de la visión del mundo y los planteamientos estético-ideológicos del autor, quien asume un compromiso con las fuentes historiográficas, a la vez que utiliza los espacios de indeterminación que los documentos presentan para reelaborar la historia.
Szichman construye una novela en primera persona, lo que le permite mostrar a Miranda desde la intimidad, con sus anhelos y contradicciones. Un personaje excéntrico, viajero incansable, exiliado perpetuo cuyo conflicto de identidad le acompañaría hasta la muerte.
Muchas de las decisiones de Miranda pueden leerse como consecuencia de una serie de controversias y resentimientos, fruto de las diferencias sociales y raciales, aunado a las luchas de clases que abonaron el terreno donde germinaron las ideas emancipadoras, en el periodo de formación de nuestras naciones.
La narración de los acontecimientos que se suceden entre las nueve de la noche del 31 de julio de 1812 y la madrugada del día siguiente, en la Casa de la Aduana, donde se encuentra recluido Miranda, se alterna con el recuerdo de momentos fundamentales de la existencia del protagonista. Ese viaje al pasado a partir de la revisión e intento de organización del archivo personal se convierte en el núcleo de sentido de la novela.
La segunda novela de la trilogía, Las dos muertes del general Simón Bolívar, está narrada en primera persona. Bolívar rememora el pasado desde su lecho de muerte en la Quinta San Pedro Alejandrino de Santa Marta; mentalmente realiza un viaje al origen, y para ello Szichman utiliza estrategias cinematográficas.
En el texto, un Simón Bolívar moribundo reflexiona sobre su vida, las traiciones de las que fue víctima, el poder, y sobre esa gran puesta en escena que es la política. La indeterminación de las acciones y los comentarios de Bolívar permiten inferir la posibilidad de que el protagonista habla no desde el umbral de la muerte, sino desde un lugar más allá de la vida.

Esta versión ficcionalizada de Bolívar desacraliza la figura y el ideario del Libertador, quien, desolado por el gran fracaso de su sueño de consolidar la Gran Colombia, se lamenta indefenso y derrotado.
El devenir de la vida de Bolívar es analizado no sólo desde la memoria de lo que fue, sino desde las múltiples posibilidades de los eventos que pudieron haber sido y no fueron, desde los equívocos que llevaron a interpretar erróneamente ciertas acciones, desde las verdades o las apariencias de verdad que permitieron construir la Historia alrededor del personaje y las otras posibles historias que surgen desde la ficción.

En Los años de la guerra a muerte, Szichman se sitúa en los siete años más cruentos de la guerra independentista venezolana. En el texto, las figuras que marcaron el rumbo de nuestra patria son representadas en sus momentos menos gloriosos, tras sus derrotas, en medio de sus desaciertos. Al proponer otras de las posibles razones que pudieron haber movido los hilos de los acontecimientos, y la impotencia de los protagonistas frente a las circunstancias hostiles, el autor logra desacralizar la imagen sublimada de los héroes elaborada por la historiografía oficial. Así encontramos a José Félix Ribas intentando comenzar de nuevo; al Diablo Briceño lanzando su proclama de guerra a muerte; a Boves volviéndose mito, y a Bolívar superando una y otra vez las derrotas y adversidades.
Con plena conciencia del poder de la escritura, el autor asume el reto de representar a los grandes protagonistas de la historia desde la complejidad de su condición humana, y con ello enriquece el conocimiento que el lector tiene del pasado.

La novela se convierte en el espacio desde el cual el autor reflexiona sobre sucesos y personajes históricos, y los interpreta a través de un novedoso entrecruzamiento de tiempos. El texto abre en el año 1815, la República se derrumba y los protagonistas arman y desarman la trama de lo que aparenta ser una gran pieza teatral.
Si bien en la novela percibimos la reconstrucción del pasado a partir de la reelaboración de documentos, en el proceso de producción de la misma no sólo están presentes la selección y organización del material, sino también la imaginación del autor, que crea personajes como Eusebio —cuyas habilidades lo convierten en espectador y cronista de la guerra—, o el comerciante americano A. J. Stuart, quienes se constituyen en testigos de excepción de las atrocidades que patriotas y españoles llevan a cabo.
El trabajo de reescritura de la Historia que Mario Szichman propone en su Trilogía de la Patria Boba consiste en ir a contracorriente de la sacralizada imagen de los héroes a la que el público lector está acostumbrado y ofrecer una versión menos idealizada, más descarnada tanto de los próceres, como de los eventos ocurridos en el periodo independentista de nuestra historia.



[i] Mario Szichman, en la conferencia “Mares enfrentados”, dictada en la Universidad de los Andes, Trujillo, Venezuela, en el marco de la IX Feria del Libro Universitario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario