Mario
Szichman
Simón Bolívar era indiferente a la justicia, a la legalidad, al
cumplimiento de las normas. Para el líder caraqueño, el mundo se dividía en
leales y en traidores. Había quienes estaban con él, y otros que actuaban
contra él. Pero al menos poseía una virtud: lo explicitaba sin rubor.
Cuando el general José Antonio Páez, su principal lugarteniente,
decidió enfrentarlo, Bolívar le envió una carta donde decía: "Conmigo ha
vencido usted; conmigo ha tenido usted gloria y fortuna, y conmigo debe usted
esperarlo todo. Por el contrario, contra mí el general Labatut se perdió; el
general Castillo se perdió; contra mí el general Piar se perdió; contra mí el
general Mariño se perdió; contra mí el general Riva Agüero se perdió y contra
mí se perdió el general Torre Tagle. Parece que la Providencia condena a la
perdición a mis enemigos personales, sean americanos o españoles. Y vea usted
hasta donde se han elevado los generales Sucre, Santander y Santa Cruz".
No estaba equivocado Bolívar en su recuento. Manuel Piar, uno de
los más exitosos generales de la independencia, fue fusilado por secuaces de
Bolívar en Angostura, tras rechazar el liderazgo del caraqueño.
El marqués de Torre Tagle, primer presidente del Perú, buscó
refugio en los castillos del Callao defendidos por el brigadier español José
Ramón Rodil. Temía la anarquía que podría sobrevenir en la región en caso de
triunfar las huestes de Bolívar.
se prolongó un año. Siete mil peruanos y
españoles buscaron refugio en las fortalezas. Cuando Rodil capituló, el 23 de
enero de 1826, unas seis mil trescientas personas habían sido enterradas entre
sus muros, o arrojadas al mar y devueltas a la costa.
El marqués de Torre Tagle falleció víctima del escorbuto. Su
esposa y uno de sus hijos tuvieron el mismo trágico fin. El escorbuto es
deficiencia de la vitamina C. Uno de los últimos actos del marqués fue canjear
en los castillos del Callao tres platos de oro por limones. Pero la dosis no
resultó suficiente.
Entre los protagonistas de mi Trilogía
de la Patria Boba, que podría convertirse en tetralogía una vez publique la
novela sobre el sitio a las fortalezas del Callao, figura justamente la
hambruna.
Bolívar es tan diferente como los sucesivos retratos que se han
hecho de él tanto en vida como después de muerto. Excepto, por supuesto, el
último, la cirugía estética que ordenó el fallecido presidente de Venezuela
Hugo Chávez Farías, asignándole un rostro que lo hace parecer casi obeso, con
labios gruesos (los labios del Libertador eran líneas filosas) rasgos de alguna
comiquita y una piel cetrina. Se trata de un Bolívar que no hubiera reconocido
ni la madre que lo engendró. Me imagino que es un prócer a medio terminar. Si
Chávez hubiera vivido algunos años más, habrían sido inevitables otras
refacciones al rostro del ilustre caraqueño, para adecuarlo al semblante del
líder de la Revolución Bolivariana.
El ser humano suele ser un saco de imposturas, y del mismo modo en
que la moda nos viste de una cierta manera, y nos afeita el rostro, o lo deja
con poblada barba, le sube o baja la
falda a las mujeres, y pone en su cabeza enormes capelinas o pequeños gorros,
la moda cultural, las costumbres literarias, nos arrogan ciertas conductas, nos
obligan a adoptar poses, inclusive cambian nuestras enfermedades. Creo que
Trotsky, o quizás Victor Serge en sus Memorias
de un revolucionario, mencionan el caso de algunos lánguidos poetas que
alteraron su físico y cambiaron de achaques una vez los bolcheviques asaltaron
el Palacio de Invierno.
Bolívar fue un general guerrillero porque ni el terreno ni las
fuerzas con que contaba, permitían crear grandes ejércitos. Pero, con otros
medios a su alcance, hubiera sido tan terrible como Napoleón. Así lo demostró
no solo en el asedio a las fortalezas del Callao, o cuando ordenó acabar la
rebelión de los pastusos, los oriundos de Pasto, Colombia. En ambos casos, en
reducida escala, se trató de una guerra de exterminio.
Quien sobresalió en ambas matanzas fue el general patriota un fiel lugarteniente de Bolívar. Salom era un hombre humilde y honesto. Además,
carecía de piedad. Entre los prisioneros capturados por sus tropas había niños
de nueve y diez años. Al principio de la lucha, esos soldados, incluidos los
niños, estaban muy bien alimentados. Era difícil conquistar una población cuyos
graneros rebosaban de maíz. A veces el coraje es animado por la comida en
abundancia.
Recién cuando los soldados de Bolívar empezaron a quemar los
almacenes de los pastusos y a envenenar sus animales, afloró la cordura.
Gracias al hambre los pastusos le confirieron humanidad al enemigo, y se
entregaron a su clemencia. Poco después, Salom recibió una carta de Bolívar
donde decía: “Logramos destruir a los pastusos. No sé si me equivoco como me he
equivocado otras veces con esos malditos hombres, pero me parece que ahora los
muertos no levantarán más su cabeza”.
Bolívar seguía pensando como un militar, quería oír cañonazos.
Pero Salom aprendió mucho de su experiencia frente a los pastusos. La hambruna
cedió el paso al tiempo de la plaga. Sólo las guerras presurosas son propiedad
de los héroes, el resto pertenece a los verdugos.
No hubo muchos enfrentamientos durante el asedio a las fortalezas del
Callao. Por supuesto se peleó. Pero se trató de algo como un pensamiento
tardío. Recuerda esas excusas empleadas por un historiador para cubrir extensos
tramos en una historia donde nada ocurre.
TIEMPOS DE ACUMULAR PIEDRAS
Cuando un pueblo se hunde en la miseria, lo único que le aguarda
es más miseria. Satisfacer sus necesidades inmediatas es lo único que cuenta.
Es la lucha de todos contra todos, pero no contra el enemigo principal, el
gobierno, o el desgobierno que lo ha conducido a esa situación, sino contra
quienes pelean por controlar el agua, o los alimentos.
Mi idea de Simón Bolívar ha ido alterándose con el transcurso del
tiempo. El héroe que me entusiasmó al principio, ha ido perdiendo sus facetas
más heroicas, a medida que he ido explorando su leyenda.
Hace algunos años, en octubre de 2013, me entrevistó la periodista
venezolana Dariela Sosa en su programa “Hoy no es un día cualquiera”, que se
transmitía por Radio Caracas Radio, para que hablara sobre Bolívar. Y en esa
ocasión, hice emerger un retrato del Libertador que había perdido el brillo y
la gloria inicial. He aquí una versión editada.
Dariela Sosa: El título de esta parte del programa podría ser: “Lo que no hemos
podido (o querido) conocer de Simón Bolívar”. Hay como un gran tabú para
revelar episodios que permitan hacer de Bolívar un ser más humano. Tal vez no
fueron muy trascendentes, pero constituyen una parte importante de ese
personaje. Ya desde la escuela tenemos materias como Cátedra Bolivariana, debemos
aprender hasta el nombre del perro de Bolívar…
Mario Szichman: ¿Nevado?
DS: Exactamente, Nevado. Pero hay muchas cosas que se omiten. Y este
programa no tiene como objetivo hablar mal de Bolívar sino humanizarlo, y poder
tener una postura más crítica en relación al líder más importante de nuestro
país…
MS: … Y de parte de América Latina.
DS: … Por supuesto, por supuesto. Y de esta manera podremos vernos a
nosotros mismos mejor. Y, al mismo tiempo, desmitificar a un personaje para que
podamos tener un mayor control sobre nuestro destino.
MS: Estoy totalmente de acuerdo contigo, Dariela. Pero voy a añadir
algo más: para mí no existen los próceres. Son una creación a posteriori. Antes
de ser próceres eran seres humanos. Y cometieron terribles errores, que
costaron muchas vidas. Inclusive Abraham Lincoln, The Honest Abe tenía algunos esqueletos en su armario. Dos de sus
cuñadas se beneficiaron de la colusión entre comerciantes del Norte y del Sur
durante la guerra civil. Mientras millares de soldados morían en los frentes de
batalla, esas señoras ganaban mucho dinero vendiendo mercancías y armas.
Lincoln estaba enterado de esa desagradable circunstancia y nada hizo para
frenarla.
Bolívar
y otros héroes de nuestra historia tuvieron muchos defectos. Cometieron excesivos
errores. La historia, Dariela, siempre la escribe el vencedor. Si Manuel Piar
hubiera triunfado, los libros de historia venezolana estarían ahora plagados
del culto a Piar. Seguramente Bolívar sería un breve comentario a pie de
página.
Por
eso creo que es tan importante conocer la historia de un país. Porque las
palabras no se las lleva el viento, y porque la historia se repite.
Cuando
digo que las palabras no se las lleva el viento, voy a los ejemplos extremos.
Si hay mil personas en un teatro, y de repente alguien grita ¡Fuego! Sin que
haya fuego, esa falsa alarma puede causar un desastre de proporciones
incalculables.
Lamentablemente,
los precursores suelen dictar nuestros pasos. Y con terribles consecuencias. Te
voy a dar un ejemplo: el decreto de guerra a muerte de 1813. ¿Alguien se ha puesto realmente a pensar en
esas horrendas frases: “Españoles y canarios, contad con la muerte, aunque
seáis inocentes; americanos, contad con la vida, aunque seáis culpables?” Esa
fraseología es propia de un demente. ¿Qué clase de justicia predica Bolívar? La
justicia de Gengis Khan.
Y
lo que ocurre en la Venezuela actual parece, en cierto modo, una tardía
aplicación del decreto de guerra a muerte. Si tú eres chavista, de manera
automática te conviertes en un inocente aunque hayas saqueado el erario
público. Si eres opositor, te transformas en un culpable, o en un traidor. No
es necesario ofrecer pruebas.
Por
cierto, el endiosamiento del fallecido presidente Hugo Chávez es una secuela
del endiosamiento a Bolívar. Y eso es fácil de percibir porque somos
contemporáneos de esas mentiras. El chavismo en el poder le está mintiendo al
pueblo venezolano en la cara, de manera cotidiana. Y no existe un gran escándalo por esa
circunstancia.
Eso
es muy peligroso. Porque si se acepta la mentira, el pueblo venezolano
terminará creyendo que ese señor que arruinó a Venezuela, que ha sumido al país
en la crisis más grave que vive en las últimas décadas, fue en realidad un
salvador. En ese sentido, no le echen a Nicolás Maduro la culpa por ese paquete
chileno que ha sido el legado de Chávez.
DS: … Volvamos a Bolívar.
MS: Volvamos a Bolívar. Siempre he pensado que si en la época de la
lucha por la independencia hubiera existido como ahora un tribunal
internacional de justicia, posiblemente Bolívar, al igual que sus
lugartenientes y numerosos jefes españoles, hubieran sido considerados
criminales de guerra. No olvidemos que entre el 13 y el 15 de febrero de 1814
Bolívar aprobó la ejecución de más de 800 prisioneros españoles en La Guaira y
en Caracas.
De
todas maneras, Bolívar es superior a sus defectos. En cambio Chávez es inferior
a la mayoría de ellos. Por ejemplo, Bolívar supo reconocer sus errores. Él se
arrepintió del decreto de guerra a muerte. No lo dijo golpeándose el pecho.
Pero a partir del 1816, en Venezuela comenzó la regularización de la guerra. E
inclusive Bolívar reconoció que gracias a ese cambio, muchos realistas lograron
incorporarse a las filas de los patriotas. Lamentablemente, muchos
historiadores tradicionales siguen defendiendo el decreto de guerra a muerte.
DS: No solo eso. En las escuelas nos hacían memorizar ese decreto. Y
tampoco es de la época chavista. Precede al chavismo. ¿Qué es lo que estamos
enseñando a las nuevas generaciones? Que la lealtad es mucho más importante que
la defensa de valores esenciales del ser humano.
MS: Suscribo enteramente tus palabras.
DS: ¿Qué otra característica encuentras en Bolívar que podría
reflejarse en nuestra política actual?
MS: Bolívar pasó a la historia como el hombre de las dificultades. Sus
acólitos deberían haber agregado: era el hombre de las dificultades que nunca
logró resolver y que, por el contrario, contribuyó a agravar.
Nunca
les dijo a sus compatriotas: “Vengo a resolver vuestras dificultades”. Un hombre que se proclama el hombre de las
dificultades no va a perder tiempo en solucionarlas. Bolívar sabía que si
resolvía las dificultades, se convertiría en un ser superfluo. Y él solo
deseaba demostrar que era imprescindible. Por eso su período como líder
revolucionario fue muy difícil. Las dificultades se acumularon sin que ni una
sola de ellas hubiese sido resuelta.
Hago,
como los operadores de cine, un fast
forward, un rápido avance. Fíjate Chávez. Durante sus 14 años en el poder
la situación en Venezuela fue empeorando de manera progresiva. Por una curiosa
paradoja, Chávez parecía cada vez más imprescindible. ¿Qué podrían hacer sin
él? ¿Cómo se resolverían las dificultades que él había contribuido
decisivamente a crear con su torpe manejo de la economía, con sus delirios de
grandeza, con su vaciamiento del erario público?
DS: Mario, el título del programa es “Lo que no hemos podido (o
querido) conocer de Simón Bolívar”.
MS: ¿Con qué comenzamos, Dariela, con la parte más grata de Bolívar,
o con la más ingrata? La parte más grata, o al menos más simpática de Bolívar,
son sus amoríos.
En
El diario de Bucaramanga, de Perú de
Lacroix, un libro indispensable para conocer al otro Bolívar, el Libertador
narra un episodio de una visita a un burdel de París. Fíjate los problemas que
puede traer la falta de comunicación. La mujer que había elegido Bolívar no
hablaba francés, sólo inglés. No entendió las intenciones de Bolívar y lo
confundió, estas son palabras de Bolívar, con “un griego pederasto”. Me imagino
que quiso decir pederasta. Y Bolívar, para acallar a la mujer, empezó a
arrojarle dinero. Y la mujer arrojó el dinero a la chimenea. Bueno, el pobre
Bolívar debió huir de la casa pública, todo abochornado. No es precisamente la
clase de relatos que los historiadores narran del Libertador.
De
todas maneras, Bolívar no tuvo muchas dificultades en seducir mujeres. Primero,
porque era el hombre más rico de Venezuela. O uno de los más ricos. Y en
segundo lugar, porque empezó a obtener posiciones de poder. Y el mejor de los
afrodisíacos sigue siendo el poder.
Bolívar se mostró
insaciable jurando amor eterno a cuanta mujer quisiese compartir su lecho
durante una madrugada. Tenía amantes de pocas horas, de pocos días, de algunos
meses, y afectos recurrentes.
Ni siquiera era fiel
en sus breves amoríos. Ducoudray Holstein, quien sirvió en su estado mayor,
dijo que en Guayana solía andar con dos o tres amantes al mismo tiempo. Durante
algunas escaramuzas, solía detenerse en los pueblos a fin de sumar nuevas
conquistas. Si te cuento esto es por dos razones que para mí son bastante
importantes. Tienen que ver con mi narrativa, y también con la manera en que el
amor trae consecuencias políticas.
Un personaje de
Moliere se mostró muy fascinado cuando un profesor le informó que todas las
personas hablaban en prosa. Bueno, hace más de cuatro décadas que escribo, y
recién en fecha reciente, especialmente a partir de Eros y la doncella, mi novela sobre la Revolución Francesa, descubrí que el erotismo es algo muy
importante en una narración. Escribo en prosa, y hay mucho de erotismo en mi
prosa.
Tú sabes que todas mis
novelas han sido editadas o reeditadas por la profesora venezolana Carmen
Virginia Carrillo. Bueno, recuerdo que en mi última novela la parte erótica
prácticamente no existía. Y mi editora me señaló la escasez de amoríos que
había en la narración. Yo le dije: “Carmen Virginia, tengo un grave problema:
soy muy tímido”. Voy a parafrasear su respuesta. No son exactamente sus
palabras, pero estoy seguro que el contenido es exacto. Tú sabes, cuando los
escritores tenemos que elegir entre la realidad y la leyenda, elegimos la
leyenda. Lo que yo entendí de Carmen Virginia fue esto: “Pues chico, puedes ser
todo lo tímido que se te antoje. Pero a la hora de narrar, es mejor que te
sueltes el moño”.
Creo que la novela
creció mucho con los consejos de la profesora Carrillo.
Además, el amor es el
motor que hace funcionar el mundo. Tiene consecuencias enormes en la historia.
Y eso se observa también en la vida de Bolívar.
El caso más famoso es
obviamente el de Manuela Sáenz, la Libertadora del Libertador, una mujer de
armas tomar, y que realmente salvó la vida de Bolívar cuando intentaron
asesinarlo en Bogotá. Pero hubo muchas mujeres que tuvieron importancia en la
política de la Gran Colombia. Una, Pepa Machado, estuvo a punto de frustrar la
expedición a Los Cayos, que significó el retorno de Bolívar a la capitanía
general de Venezuela, porque demoró en unirse a la aventura. Bolívar postergó
casi un mes la expedición esperando que se le sumara la Pepa. Que por cierto se
vino acompañada de su madre. Bolívar era un hombre de familia.
Y después está Isabel
Soublette, la hermana de Carlos
Soublette. Varios contemporáneos de Bolívar decían que Soublette nunca hubiese
tenido ascensos tan espectaculares en el estado mayor de Bolívar, ni hubiera
sido presidente de Venezuela, de no haber sido por el amor que el Libertador
sentía por ella.
DS: Hablemos ahora de la otra parte: ¿Cuál fue la parte más ingrata de Bolívar?
MS: Sus tendencias autoritarias. También en El diario de Bucaramanga, Bolívar reconoce su enorme admiración por
Napoleón, y le dice a De Lacroix que se ha visto obligado a denigrar al
emperador de los franceses para no ser acusado de ambicionar seguir sus pasos.
En
ese sentido, creo que Bolívaar era mucho más cruel que Napoleón con sus rivales
políticos. Napoleón solía quitarles el mando, o enviarlos a remotas
guarniciones. Pero Bolívar los delataba o los mandaba a fusilar. Delató al
Precursor Francisco de Miranda, se lo entregó en bandeja a los españoles, y a
cambio de eso obtuvo un pasaporte firmado por el español Domingo Monteverde, el
jefe enemigo. Monteverde señaló que había facilitado a Bolívar el pasaporte por
la buena labor realizada al entregar a Miranda.
Luego
están los casos de Manuel Piar, del general Córdoba, héroe de Ayacucho, y del
almirante Padilla. Los tres fueron fusilados por órdenes de Bolívar porque
temía que se convirtieran en sus rivales. Especialmente Piar.
Fíjate
que Piar cambió en buena parte el rumbo de la guerra de la independencia al
emplazar su base de operaciones en Guayana.
Bolívar estaba obsesionado con reconquistar Caracas. Siempre perdió
cuando quiso llevar a cabo esa propuesta.
Las
cosas empezaron a cambiar una vez los patriotas se emplazaron en Guayana. Allí
podían conseguir ganado en abundancia, forraje para sus caballos, y armas y
municiones de contrabandistas que operaban en el Orinoco y en Curazao. Por cierto, el fiscal en el proceso a Piar
fue Soublette, el militar hermano de las bellas damas que se enamoraron de
Bolívar. No simultáneamente, sino por turno.
DS: ¿Estuvo amañado el juicio a Piar?
MS: Piar fue condenado a muerte inclusive antes de ser apresado. El
almirante Brion, uno de sus principales enemigos, dijo que el día que lo
apresaran al “mulato” de Piar, él pediría su fusilamiento. Bueno, Brion fue el
presidente del consejo que juzgó a Piar. Y Carlos Soublette, un incondicional
de Bolívar, fue el fiscal.
Hubo
además muchas denuncias de testigos comprados, de tergiversación de pruebas.
Piar exigió la presencia de testigos que nunca fueron llevados ante el
tribunal.
Pero
quien reveló las razones del fusilamiento de Piar fue el propio Bolívar. Él
reconoció que Piar fue fusilado por una “necesidad política”. Pues había puesto
en entredicho su liderazgo. Mariño también cuestionó el liderazgo de Bolívar, y
se asoció con Piar. Pero después del fusilamiento de Piar, Mariño se disculpó
ante Bolívar y continuó en su cargo.
Las
mismas razones que condujeron al fusilamiento de Piar podrían haber sido
utilizadas para fusilar a Mariño. Pero como Mariño se doblegó, Bolívar cambió
de idea. Eso se llama arbitrariedad.
DS: ¿Hubo alguien que venció a Bolívar en materia política?
MS: Bueno, el sueño de Bolívar, de la Gran Colombia, se lo torpedeó
Santander. Tampoco pudo hacer nada Bolívar para frenar a Páez, que terminó desmembrando la Gran Colombia y
se convirtió en el padre fundador de Venezuela.
Tanto
Santander como Páez apostaban a la patria chica. Tal vez no estaban muy
descaminados. No se pueden crear patrias grandes por métodos artificiales.
DS: Desde que leí tu novela Las
dos muertes del general Simón Bolívar, me ha impresionado que tú desmientas
la versión oficial sobre la muerte de Antonio Ricaurte. Realmente me quedé
shockeada. Siempre en el Día de la Juventud se recordaba el heroísmo de
Ricaurte, quien, según decían se hizo volar por los aires con un barril de
pólvora para no entregar el arsenal en la casa de San Mateo. ¿Por qué nos
ofreces una versión tan diferente?
MS: Tengo la mejor fuente para ello: el propio Libertador. También
en El diario de Bucaramanga Bolívar
dijo a Lacroix que él era “el autor de ese cuento”, y que lo inventó para
entusiasmar a sus soldados. En realidad, dijo Bolívar, y voy a citar el
párrafo, porque es muy interesante, “Ricaurte murió el 25 de marzo del año 14
en la bajada de San Mateo, cuando se retiraba con los suyos. Murió de un balazo
y de un lanzazo. Yo lo encontré en dicha bajada tendido boca abajo, ya muerto,
y con las espaldas quemadas por el sol”.
DS: ¿No temía Bolívar que
algún día se descubriera su mentira?
MS: Bolívar sabia que la historia la escriben los vencedores. Estaba
seguro que si triunfaba, sus herederos, y aquellos que habían prosperado al
amparo de su gloria, escribirían una historia ajustada a sus designios.
Créeme,
Dariela, Bolívar hubiera podido ser un excelente guionista de Hollywood. En una
famosa película, The Man Who Shot Liberty
Valance, un periodista dice: "Aquí, en el Salvaje Oeste, cuando nos
dan a elegir entre la verdad y la leyenda, nosotros elegimos la leyenda".
Cada vez que a Bolívar le daban la ocasión de elegir, elegía la leyenda.
DS: Mario, ahora, al final del programa, te pediría una reflexión.
Fíjate, durante la mayor parte del programa me sentía como si hubiera estado
profanando la historia al hablar del otro Bolívar. Yo estudié en un colegio
católico. No sé, de repente, me sentía como si hubiera estado diciendo cosas
malas de la Biblia. Pero creo que es necesario acabar con ciertos tabúes. Y
además, no es posible dividir la historia entre héroes y villanos, cuando en
cada uno de nosotros hay siempre un héroe, pero también un villano.
Por
supuesto, la combinación de esas características varía de un ser a otro. Es importante mantener una postura crítica.
Eso ayuda a entender la complejidad de cada ser humano. Por lo tanto te
pregunto a ti, que tantos cuestionamientos has hecho al Libertador, y que al
mismo tiempo reconoces tu admiración por Bolívar ¿qué recomiendas para ver
nuestra historia de manera crítica y no sentirnos decepcionados de cierto modo
por una épica que tal vez no es tan épica?
MS: Dariela: yo no admiro a Bolívar por sus virtudes, sino por sus
defectos. Si pienso en sus virtudes, estoy convencido que nunca podré llegar a
ser como él. Pero cuando recuerdo sus defectos, ahí la cosa es muy distinta. Yo
tengo tantos o más defectos que Bolívar. Por lo tanto ¿Por qué no puedo alcanzar
su grandeza?
No hay comentarios:
Publicar un comentario