sábado, 25 de noviembre de 2017

Los recovecos de la inmortalidad


Mario Szichman



En La piel de zapa, Balzac se preguntaba si podía encontrarse sobrenadando, en el océano de las literaturas, un libro que pudiera competir con esta breve frase: “Ayer, a las cuatro de la tarde, se arrojó al Sena una joven desde el Puente de las Artes”.
La respuesta podría estar en Félix Fénéon (1861-1944), un misterioso escritor parisino cuya inmortalidad quedó asegurada con sus Novelas en tres líneas, que publicó en el periódico Le Matin, de París, durante el año 1906, y que fueron divulgadas hace algunos años por la editorial de la revista literaria The New York Review of Books.
Al menos algunas decenas de esos exquisitos mínimos textos podrían competir con el drama de esa joven que se arrojó al Sena desde el Puente de las Artes.

Georges Seurat, "El cancan"     

Se trata de uno de los numerosos proyectos que Fénéon emprendió en su vida. Fue también editor de La Revue Blanche, una de las más influyentes publicaciones que circularon en Francia (1893-1903), y conoció y frecuentó a varios escritores y pintores muy famosos. Se lo considera el descubridor del puntillista Georges Seurat, y un importante promotor de artistas del calibre de Signac, de los Pissarro (padre e hijo), de Toulouse-Lautrec, Bonnard, Vuillard, y Maurice Denis.



Uno de los escasos artículos firmados por Fénéon se relacionó con el “peligro amarillo”, la supuesta conquista de Occidente por parte de los asiáticos, especialmente japoneses y chinos. Como parte de su investigación, el escritor entrevistó a tres gigantes de su tiempo: el novelista Jules Verne, el frenólogo Césare Lombroso —responsable de teorías raciales sobre la criminalidad que fueron aplaudidas con entusiasmo en la Alemania nazi y en la Italia fascista— y al geógrafo y teórico anarquista Élisée Reclus, quien se burló de esas ideas conspirativas y dijo que la amenaza era a la inversa. Lo más probable era que Occidente se dedicara a explotar la población china.
Fénéon también fue marchand de arte en la galería Bernheim-Jeune, y creó una editorial, Éditions de la Sirène, donde apareció, en 1924, la primera traducción al francés de una obra de James Joyce (Dédale).
Surrealistas como Guillaume Apollinaire y Alfred Jarry, así como el simbolista Rémy de Gourmont, rindieron homenaje a su talento. 
André Breton dijo de Fénéon tras su muerte: “Aunque lo conocí y quedé asombrado por él, y lo admire y amé, nunca lo entendí completamente. Su caparazón era dura y resbalosa”.
Tal vez la incomprensión de Breton está relacionada con las muchas máscaras que encubrieron las actividades de Fénéon. Sus tareas más famosas se concretaron en el anonimato, como sus Novelas en tres líneas, o fueron veladas por seudónimos; inclusive muchas de sus cartas las firmaba con sobrenombres.
Es posible que esa cautela no estuviera dictada por la timidez, sino por razones políticas: Fénéon era un anarquista que creía en las bondades de la acción directa. Y, por una de esas casualidades del destino, trabajaba en el ministerio de Defensa.
Fue sometido a proceso, en 1894, luego de que uno de sus compañeros colocó una bomba en el restaurante del Hotel Foyot. En la oficina de Fénéon, en el ministerio de Defensa, encontraron una ampolla con mercurio y 11 detonadores. Sus amigos no creyeron la acusación, y el poeta Stephan Mallarmé dijo: “Los únicos detonadores que Fénéon carga consigo son sus artículos”. Otros suponen que Fénéon era un activista. Su respuesta ante el fiscal que le exigió explicar la posesión de esos detonadores fue ambigua.
Según Fénéon, los detonadores habían sido hallados por su padre, en la calle. Como el padre de Fénéon acababa de fallecer, era imposible verificar si el acusado estaba diciendo la verdad.
El fiscal intentó acorralar a Fénéon preguntándole si no hubiera sido mucho más fácil arrojar esos objetos por la ventana de su oficina, en vez de guardarlos. La respuesta de Fénéon parece salida de algunas de sus Novelas en tres líneas: “Si es tan fácil arrojar detonadores a la calle desde una ventana”, declaró al fiscal, “también debe ser fácil encontrarlos en la calle”.

LA RESURRECCIÓN DE UN GENIO

La razón por la cual las Novelas en tres líneas han sido redescubiertas es casi tan bizantina como sencilla y epigramática fue su producción. Camille Plateel, compañera de Fénéon durante medio siglo, guardó esos textos en un álbum, que fue descubierto tras el fallecimiento de ambos por Jean Paulhan, albacea del escritor.
Más de mil de esos breves textos fueron publicados por Fénéon en el periódico Le Matin. En Francia, esas breves historias son denominadas faits-divers. Antes que Fénéon se encargara de la columna, el contenido era insípido, anodino; un ejemplo: “El funeral del gendarme Refeveuille, asesinado por un ladrón, se llevó a cabo ayer. La ciudad de Evreux pagó por la ceremonia fúnebre”. Fénéon cambió totalmente el estilo de esas grageas de información.   
He aquí algunas de las “novelas” creadas por Fénéon:
“La señorita Fournier, la señora Vouin, y la señora Septeuil, de Sucy, Tripleval y Septeuil, se ahorcaron: neurastenia, cáncer, desempleo”.
“Eugène Perichot, de Pailles, agasajó a la señora Lemartrier en su hogar. Eugène Dupuis vino para recogerla. Ambos lo asesinaron: amor”.
“Vital Frérote, una lavadora de platos de Nancy, que había retornado de Lourdes curada para siempre de tuberculosis, falleció el domingo. Por error”.
“Cuando jugaba a las bochas, el señor André, de 75 años, oriundo de Levallois, sufrió un ataque al corazón. Mientras la bocha rodaba, él se alejaba de esta vida”.
“El señor Scheid, de Dunquerque, le disparó tres balazos a su esposa. Tras errar cada uno de los disparos, decidió apuntarle a su suegra. Acertó”.
“´Si mi candidato pierde, me suicido´, declaró el señor Bellavoine, de Fresquienne, Seine-Inferiéure. Se suicidó”.
“Tras encontrar a su hijo, Hyacinthe, de 69 años, ahorcado, la señora Ranvier, de Bussy—Saint—George, se sintió tan deprimida, que no pudo cortar la cuerda”.
“Luego de hallar un artefacto sospechoso en su puerta de entrada, Friquet, un impresor de Aubusson, presentó una denuncia contra personas desconocidas”.
“Creyendo que su herida en la cabeza no era grave, el señor Kremert, de Pont– a—Mousson, continuó trabajando durante varias horas. Cayó muerto”.
“El médico que hizo la autopsia de la señora Cussin, quien apareció misteriosamente muerta, determinó que la causa había sido ´suicidio por estrangulación´”.
“El señor Édouard B. se rascó el rostro con el caño de un revolver que tenía un gatillo muy sensible y perdió la punta de su nariz en el precinto de Vivienne”.
“En Clichy, un elegante joven se arrojó bajo un vehículo que tenía ruedas de goma, saliendo ileso. Luego se lanzó bajo un camión, y fue pulverizado”.
“Napoleón Gallieni, un albañil, se quebró el cuello al caer por las escaleras. Tal vez lo empujaron. De todas maneras, fue conducido a la morgue”.
“Louis Lamarre no tenía ni trabajo ni casa, pero poseía algunas monedas. En un almaceén en Saint—Denis compró un litro de querosén, y se lo bebió”.
“Huyendo de sus familias que desaprobaban su amor, Maurice L. y Gabrielle R., de 20 y 18 años de edad, llegaron a Mers. Allí se suicidaron”.
“Bernard, de 25 años de edad, de Essoyes, Aube, le cayó a golpes al señor Duffert, de 89 años de edad, y acuchilló a su esposa, por razones de celos”.
“El agente de aduanas Ackermann, de Fort—Philippe, Nord, un viudo, estaba a punto de casarse en segundas nupcias. Fue hallado ahorcado de un árbol, cerca de la tumba de su esposa”.
“El señor Boinet, comisionado de policía de Vierzon, y un adúltero, fue multado en mil francos por difamar al esposo de la dama en cuestión”.
“El señor H. Hallynch, de Ypres, se ahorcó en un hotel en Lille. Dejó una carta informando que comunicaría en breve las razones”.


Luc Santé, quien tradujo Novels in Three Lines para The New York Review of Books, dijo en la introducción al libro que “En la precisión del lenguaje, en su seco humor, en su ternura, en su crueldad”, esos textos son “La Comedia Humana de Fénéon”.

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