Reseña de Magdalena López
Como si se tratase de un
rompecabezas, La región vacía de Mario Szichman (Editorial Verbum de Madrid,
2014, http://www.verbumeditorial.com/es/) nos conmina a encajar las piezas que
configuran, paradójicamente, no la totalidad y coherencia de una ilustración o
de un paisaje, sino la fragmentariedad y la desintegración que se produjo el 11
de septiembre de 2001. Se trata de armar un espacio roto, una zona llevada a
cero por la destrucción de las torres del World Trade Center. Pero esta “región vacía” por la catástrofe,
que es también la del desierto mítico del Medio Oriente vaciado de humanidad
que inspira la misión martirológica de Al-Qaida, se va poblando de personajes,
temporalidades y lugares diversos. Afganistán y Nueva York; un ex agente del
FBI y el expresidente George W. Bush; los días previos al secuestro de los
aviones de American Airlines y de US Airways y la infancia de Osama bin Laden,
son apenas algunas de las piezas que componen este gran rompecabezas narrativo.
Con la precisión de un fino
ensamblador, Szichman no se distrae en recovecos, no deja cabos sueltos en el
uso del lenguaje. A la manera de Hemingway, la contención de cada frase, de
cada gesto en los personajes nos revela la punta del iceberg. La opacidad de un
significado oculto o de un fondo
emocional provoca el dinámico ritmo de
la trama, aquello que nos impide como lectores despegarnos del libro
llevándonos a un clímax aun cuando sepamos de antemano el desenlace de la
tragedia.
Y es que buena parte de los méritos
de esta novela provienen de su tensión constante entre varios polos: lo dicho y
lo no dicho, la historia y la Historia con mayúsculas, lo visible y lo
invisible, lo destructivo y lo reconstructivo. Lo que se recompone no es sólo
un hecho histórico sino dos vidas particulares; la de Marcia y Jeremiah
Richards. La primera es una mujer que elabora collages y que perdió a sus dos
hijos en una de las torres gemelas, el segundo es un periodista recientemente
viudo cuya amante virtual viajaba en uno de los aviones secuestrados. Desde sus
respectivas regiones vacías; vaciados también de los discursos grandilocuentes
heroicos o trágicos, ambos irán
construyendo una relación afectiva en base al terreno común de la pérdida y el
cinismo. Sus diálogos, en mi opinión excepcionales, sugieren la posibilidad de
emprender nuevos vínculos capaces de congregar lo fragmentario, de reunir lo
disuelto. Revertir la catástrofe en milagro es la tarea que nos propone
Szichman con esta historia de amor entre dos personajes anónimos. La idea de
“llenar” los vacíos reubicando las ausencias y creando nuevos vínculos como en
un duelo fructífero, haría de esta novela nos sólo un rompecabezas sino también
un collage en el que de pronto, las piezas comienzan a calzar de manera
inusitada.
La región vacía es una obra que nos
habla mucho de los tiempos que vivimos. Pero lo hace no sólo intentando abordar
sus diferentes aristas para obtener una visión más abarcadora sino también,
ofreciéndonos la posibilidad de un quehacer reconstructivo personal y colectivo
frente a la violencia y la pérdida.
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Magdalena López es profesora e
investigadora en el Centro Estudios Comparatistas de la Universidad de Lisboa
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