Nota introductoria: ¿Veinte años
no es nada? Quizás en la letra de tango. Pero representa una eternidad para
alguien con aspiraciones de escritor. Entre 1980, cuando A las 20:25 pasó a la inmortalidad ganó el Premio Norte de Novela,
y el 2000, no publiqué una sola novela. No por escasez de inspiración, sino
porque ninguna editorial estaba interesada en mis textos. Veinte años son
muchos años. En el ínterin, comencé a trabajar una novela, Los Papeles de Miranda, por sugerencia de Nelson Luis Martínez,
director del periódico Últimas Noticias
de Caracas. Esa novela significó para mí un renacimiento. Fue publicada en el
año 2000 por Ediciones Centauro, de Caracas,
propiedad de un extraordinario publisher y
ser humano, José Agustín Catalá. En el 2004 publiqué Las dos muertes del general Simón Bolívar, y en el 2007, Los años de la guerra a muerte, siempre
bajo el mismo sello editorial. Así completé La
trilogía de la Patria Boba.
Luego, durante un
Seminario sobre novela histórica, realizado en el Núcleo Rafael Rangel de la
Universidad de Los Andes, en Trujillo, estado Trujillo, en el 2012, pude
presentar la trilogía ante un público muy receptivo, muy deseoso de formular
preguntas, hipótesis, cuestionamientos. Y muy generoso. En esa ocasión conocí a
la profesora Carmen Virginia Carrillo, una de las organizadoras del evento. Fue
un encuentro con un grato corolario. La profesora Carrillo aceptó encargarse de
la segunda edición de esas novelas. No fue realmente una edición: fue una
transfiguración de los textos. Especialmente de Los años de la guerra a muerte, que de patito feo se convirtió en
un cisne. En uno de los episodios me atreví a dar el puntillazo final al
asturiano Boves, una encarnación del mal puro, quien hacía descender a uno de
sus enemigos, maniatado por sogas, a una batea de cocción donde cocinaban
melaza. (Nadie puede imaginar lo que significó para los venezolanos que
lucharon por la independencia, el asturiano Boves. Es lamentable que el sadismo
del personaje no haya logrado la fama que merece).
La profesora
Carrillo tuvo la gentileza de escribir una reseña sobre esas novelas, sin
mencionar la sabiduría que utilizó en sus ediciones. Si tuve que esperar veinte
años para volver a publicar, y la consecuencia fue que mis publicaciones fueran
editadas por la profesora Carrillo, créanme, la espera tuvo sentido. Mario Szichman
A continuación
reproduzco el texto de la profesora Carrillo:
En la producción
novelística del escritor argentino Mario Szichman percibimos, de forma
recurrente, el registro de memorias personales y colectivas que han permanecido
excluidas de los discursos hegemónicos para reconstruir, desde la ficción y con
una actitud desmitificadora, su propia saga familiar y una parte de la historia
de Venezuela.
A través de sus
dos trilogías, el autor reflexiona sobre la noción del origen, bien sea
familiar, como ocurre en La Trilogía del Mar
Dulce, o de una nación, como sucede en La
Trilogía de la Patria Boba, conformada por Los papeles de Miranda (2000), Las
dos muertes del general Simón Bolívar (2004) y la primera edición de Los años de la guerra a muerte (2007). A
lo largo de estas novelas encontramos una serie de personajes que perseveran
incansablemente en su “heroica lucha por sobrevivir”[i].
Los papeles de Miranda puede leerse no sólo como una reconstrucción
ficcional de la vida del Precursor, sino también como un intento de revisión y
puesta en tela de juicio de toda la problemática sociopolítica que en nuestro
continente dio pie a las guerras de Independencia.
Los aspectos de
la personalidad de Miranda y los acontecimientos históricos que el autor
selecciona para la elaboración de la trama constituyen un factor fundamental en
la reconstrucción de ese periodo de nuestra historia en el cual Francisco de
Miranda participó como agente de cambio. Todo ello da cuenta de la visión del
mundo y los planteamientos estético-ideológicos del autor, quien asume un
compromiso con las fuentes historiográficas, a la vez que utiliza los espacios
de indeterminación que los documentos presentan para reelaborar la historia.
Szichman
construye una novela en primera persona, lo que le permite mostrar a Miranda
desde la intimidad, con sus anhelos y contradicciones. Un personaje excéntrico,
viajero incansable, exiliado perpetuo cuyo conflicto de identidad le
acompañaría hasta la muerte.
Muchas de las
decisiones de Miranda pueden leerse como consecuencia de una serie de
controversias y resentimientos, fruto de las diferencias sociales y raciales,
aunado a las luchas de clases que abonaron el terreno donde germinaron las
ideas emancipadoras, en el periodo de formación de nuestras naciones.
La narración de
los acontecimientos que se suceden entre las nueve de la noche del 31 de julio
de 1812 y la madrugada del día siguiente, en la Casa de la Aduana, donde se
encuentra recluido Miranda, se alterna con el recuerdo de momentos
fundamentales de la existencia del protagonista. Ese viaje al pasado a partir
de la revisión e intento de organización del archivo personal se convierte en
el núcleo de sentido de la novela.
La segunda novela
de la trilogía, Las dos muertes del
general Simón Bolívar, está narrada en primera persona. Bolívar rememora el
pasado desde su lecho de muerte en la Quinta San Pedro Alejandrino de Santa
Marta; mentalmente realiza un viaje al origen, y para ello Szichman utiliza
estrategias cinematográficas.
En el texto, un
Simón Bolívar moribundo reflexiona sobre su vida, las traiciones de las que fue
víctima, el poder, y sobre esa gran puesta en escena que es la política. La
indeterminación de las acciones y los comentarios de Bolívar permiten inferir
la posibilidad de que el protagonista habla no desde el umbral de la muerte,
sino desde un lugar más allá de la vida.
Esta versión
ficcionalizada de Bolívar desacraliza la figura y el ideario del Libertador,
quien, desolado por el gran fracaso de su sueño de consolidar la Gran Colombia,
se lamenta indefenso y derrotado.
El devenir de la
vida de Bolívar es analizado no sólo desde la memoria de lo que fue, sino desde
las múltiples posibilidades de los eventos que pudieron haber sido y no fueron,
desde los equívocos que llevaron a interpretar erróneamente ciertas acciones,
desde las verdades o las apariencias de verdad que permitieron construir la
Historia alrededor del personaje y las otras posibles historias que surgen
desde la ficción.
En Los años de la guerra a muerte, Szichman
se sitúa en los siete años más cruentos de la guerra independentista
venezolana. En el texto, las figuras que marcaron el rumbo de nuestra patria
son representadas en sus momentos menos gloriosos, tras sus derrotas, en medio
de sus desaciertos. Al proponer otras de las posibles razones que pudieron
haber movido los hilos de los acontecimientos, y la impotencia de los
protagonistas frente a las circunstancias hostiles, el autor logra desacralizar
la imagen sublimada de los héroes elaborada por la historiografía oficial. Así
encontramos a José Félix Ribas intentando comenzar de nuevo; al Diablo Briceño
lanzando su proclama de guerra a muerte; a Boves volviéndose mito, y a Bolívar
superando una y otra vez las derrotas y adversidades.
Con plena
conciencia del poder de la escritura, el autor asume el reto de representar a
los grandes protagonistas de la historia desde la complejidad de su condición
humana, y con ello enriquece el conocimiento que el lector tiene del pasado.
La novela se
convierte en el espacio desde el cual el autor reflexiona sobre sucesos y
personajes históricos, y los interpreta a través de un novedoso
entrecruzamiento de tiempos. El texto abre en el año 1815, la República se
derrumba y los protagonistas arman y desarman la trama de lo que aparenta ser
una gran pieza teatral.
Si bien en la
novela percibimos la reconstrucción del pasado a partir de la reelaboración de
documentos, en el proceso de producción de la misma no sólo están presentes la
selección y organización del material, sino también la imaginación del autor,
que crea personajes como Eusebio —cuyas habilidades lo convierten en espectador
y cronista de la guerra—, o el comerciante americano A. J. Stuart, quienes se
constituyen en testigos de excepción de las atrocidades que patriotas y
españoles llevan a cabo.
El trabajo de
reescritura de la Historia que Mario Szichman propone en su Trilogía de la Patria Boba consiste en
ir a contracorriente de la sacralizada imagen de los héroes a la que el público
lector está acostumbrado y ofrecer una versión menos idealizada, más descarnada
tanto de los próceres, como de los eventos ocurridos en el periodo
independentista de nuestra historia.
[i] Mario Szichman, en la conferencia “Mares
enfrentados”, dictada en la Universidad de los Andes, Trujillo, Venezuela, en
el marco de la IX Feria del Libro Universitario.
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