Mario
Szichman
Allan R. Brewer-Carías es un
historiador y jurisconsulto venezolano experto en derecho constitucional. Si el
lector ingresa en el catálogo de la Biblioteca del Congreso, en Washington,
descubrirá que por lo menos 228 volúmenes forman parte de su obra, aunque la
lista no es exhaustiva.
En cierta ocasión, Brewer-Carías visitó
la biblioteca, y una de sus funcionarias expresó su asombro al observarlo en
vivo y en directo. Nunca supuso que se trataba de una persona de carne y hueso.
Lo imaginaba como un ser mítico, de improbable existencia. Como otro personaje
al cual menciona en uno de sus libros: SOBRE
MIRANDA, Entre la perfidia de uno y la infamia de otros y otros escritos.[i]
El volumen de ensayos fue preparado en
homenaje a la memoria de Francisco de Miranda en el bicentenario del
fallecimiento del Precursor en la prisión de La Carraca, en Cádiz. Es una labor
de indispensable lectura y promoción, porque no ha existido en América Latina
un personaje ni remotamente similar a ese caraqueño que peleó en las
revoluciones de Estados Unidos, de Francia, y de la América Española.
(Hay un solo latinoamericano cuyo
nombre está cincelado en el Arco de Triunfo de París: Francisco de Miranda).
Napoleón dijo de él: “Este Quijote, que no está loco, tiene
fuego sagrado en el alma”.
Aunque los revolucionarios franceses
llevaron a Miranda a la cárcel, tras la derrota en la batalla de Neerwinden,
Bélgica, en marzo de 1793, y Marat exigió que lo guillotinaran, un tribunal
dictaminó que el verdadero traidor era el general Charles François Dumouriez,
jefe de Miranda, quien luego se pasó a los austríacos.
Claude François Chauveau-Lagarde,
abogado de Miranda, demostró su inocencia y el militar caraqueño salió del
tribunal en hombros de sus acólitos. (El Precursor tuvo más suerte que tres de
las damas defendidas por el abogado: Madame Roland, Carlota Corday y la reina
María Antonieta. Todas ellas fueron guillotinadas. Pero luego debió pasar por
otras cárceles francesas, debido a sus vínculos con los girondinos).
El subtítulo parcial del libro de
Brewer—Carías: Entre la perfidia de uno y
la infamia de otros, alude al episodio decisivo en la vida de Miranda: la
traición de sus propias huestes lideradas por el díscolo jovencito Simón
Bolívar.
Miranda capituló ante el capitán de
fragata de la marina española, Domingo Monteverde, tras la derrota de las
fuerzas patriotas en junio de 1812. Uno de los principales responsables de la
debacle de los patriotas fue el teniente coronel Bolívar, quien se hallaba a
cargo del Castillo de San Felipe, en Puerto Cabello.
Ante el asedio de los españoles,
Bolívar huyó del fuerte junto con algunos de sus hombres de confianza. Ni
siquiera tuvo la perspicacia de destruir las armas y las municiones, que
ayudaron a Monteverde en su tarea de reconquistar la capitanía general de
Venezuela.
Bolívar se refugió luego en su hacienda
de San Mateo, y durante algunos días ni siquiera osó comunicarse con Miranda. Finalmente
le escribió una carta acongojada y quejumbrosa, pidiéndole perdón a su mentor,
por no haber sabido defender el castillo. Es una carta maestra, especialmente, por
su contenido lacrimógeno, Bolívar parece un niño balbuceante sorprendido en
flagrante delito por su progenitor. Basta ver algunas de sus frases: “Después
de haber agotado todas mis fuerzas físicas y morales ¿con qué valor me atreveré
a tomar la pluma para escribir a usted, habiéndole perdido en mis manos la
plaza de Puerto Cabello?” le pregunta a Miranda.
Luego le pide a su jefe “que me dé
algunos días para tranquilizarme, recobrar la serenidad que he perdido al
perder a Puerto Cabello; a eso se añade el estado físico de mi salud, que
después de trece noches de insomnio, de tareas y de cuidados gravísimos, me
hallo en una especie de enajenamiento mortal”[ii].
Bolívar recuerda en su misiva las tribulaciones del joven Werther.
REACCIONES ENAJENADAS
La pesadumbre de Bolívar duró poco. Cuando
Miranda advirtió que la República se había perdido, no buscó atribuir a otros
la derrota, y asumió toda la responsabilidad, iniciando negociaciones con los
españoles para la firma de un armisticio, rubricado el 25 de julio de 1812 en
la hacienda de Bolívar.
Repuesto de su aflicción, Bolívar y
otros oficiales patriotas acusaron a Miranda de traicionar a la república. Y
para sumar el insulto a la injuria, entregaron al jefe revolucionario a los
españoles en el puerto de La Guaira.
Debido a los servicios brindados por
Bolívar a la monarquía española, Monteverde le entregó al teniente coronel Bolívar
un pasaporte, con el cual pudo huir a Curazao.
Bolívar nunca se arrepintió de la
traición a Miranda. Por el contrario, luego de su deplorable conducta, el que
se convertiría en Padre de la Patria, intentó enviar a Miranda al pelotón de
fusilamiento. Pero, como señaló públicamente, varios de sus compañeros se lo
impidieron. Miranda nunca mencionó la actitud de Bolívar. Solo señaló en una
carta que había sido apresado por los españoles a raíz de “la perfidia de uno y
la infamia de otros”.
LOS DOS ROSTROS DE LA INDEPENDENCIA
Brewer—Carías analiza ese jano bifronte
de la lucha por la independencia de la Capitanía General de Venezuela
representado por Miranda y Bolívar, y aunque sin preguntarse quién tenía la
razón, es obvio que se inclina por el héroe civil que fue Miranda, y se aleja
de la herencia caudillesca de Bolívar.
Uno de los capítulos más apasionantes
del libro es el dedicado a mostrar el heroísmo intelectual de Miranda, quien en
Londres congregó en torno suyo a importantes pensadores, en su afán por luchar a
favor de la independencia de una América Latina libre de hombres
providenciales.
El autor del ensayo muestra cómo la
casa de Miranda en Londres, ubicada en el 58 de Grafton Way, fue un centro de
teóricos y expertos en política, en derecho, y en instituciones. Ilustres
figuras como James Mill, Jeremy Bentham, José Blanco White, Fray Servando
Teresa de Mier, y Juan Pablo Viscardo y Guzmán, entre otros, contribuyeron a la
difusión del pensamiento libertario, en Inglaterra, y luego en la Capitanía
General de Venezuela.
Pero el personaje más enigmático de
todos ellos es William Burke.
El autor del libro
realiza una verdadera labor detectivesca para demostrar que ese ubicuo
personaje, como esos hologramas de Hugo Chávez que suelen circular por Caracas,
es a figment of imagination, un
invento de Miranda para propulsar su labor libertaria.
Muchos de los escritos
de Miranda llevaron la firma de William Burke. El autor indica que “Burke” fue
además “el autor” de más de 80 editoriales publicados en La Gaceta de Caracas entre 1810 y 1812. Todos ellos, “con
importantísima información sobre los progresos del constitucionalismo en Norte
América”.
Pero “Burke” no solo
fue el alter ego de Francisco de Miranda. En ocasiones, contradijo sus teorías,
en otras, su apellido aglutinó labores colectivas. Tres o cuatro intelectuales
se asociaron para escribir panfletos, editoriales, o inclusive libros. Todo el
material, estuvo destinado a propulsar la independencia de la América española.
William Burke, un
personaje inexistente, protagonizó sin embargo algunos episodios apasionantes
del Precursor en tierras americanas. Y luego, súbitamente se borró del mapa. La
última mención a ese ser imaginario es a dos
William Burke que se habrían embarcado en la fragata inglesa Sapphire, una
embarcación anclada en La Guaira, y cuyo propósito inicial era rescatar a
Miranda de sus enemigos.
Pero Burke no cesará
de rondar la imaginación de los historiadores. Algunos de ellos han esbozado
teorías alternativas sobre su presencia en la tierra. Allan Brewer—Carías será
en buena parte responsable de esa resurrección de un intelectual que careció de
nacimiento previo. La indagación del autor sobre las peripecias del Precursor
como dador de sangre intelectual, es peerless.
Miranda merece ser
rescatado todos los días. Puso su espada al servicio de la libertad en tres
naciones. Su furia intelectual, su sabiduría, nunca han sido superadas en
América Latina. Fue, posiblemente, un héroe imperfecto. Sí, el héroe imperfecto
más grande que ha dado nuestro continente. Si hubiera sido en Venezuela el
Libertador, en lugar del Precursor, tal vez la tierra del sol amada se hubiera
salvado de muchos salvadores de la patria. Excesivas glorias militares postran
a muchos pueblos en la indigencia civil.
--------------------0---------------------
El intelectual venezolano Allan Brewer—Carías
fue Senador por el Distrito federal; Ministro de Estado para la
Descentralización, y Miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999.
Ahora vive en Nueva York, y sigue produciendo libros de manera incesante. Su
trabajo sobre Miranda es uno de los últimos, aunque en el caso de Brewer—Carías
todos sus libros suelen ser penúltimos. Siempre está trabajando en nuevos
volúmenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario