Mario
Szichman
Existe una expresión en inglés, “It grows on you” (crece en usted, o
crece dentro de usted), que podría explicar el tardío y fenomenal éxito del
filme Groundhog Day (1993).
Cuando vemos por primera vez una película,
una obra de teatro, una escultura, o le damos una primera lectura a una novela,
la respuesta puede ser de admiración –aunque eso es infrecuente –, de
indiferencia, o de amable curiosidad. Y si hemos accedido a ejemplares de esos
diferentes tipos de entretenimiento influídos por el consejo de otras personas,
es probable que la respuesta inicial sea un rotundo rechazo.
Marcel Proust decía que una gran novela
se emplazaba en el espacio literario no como una adición, sino como algo encargado
de reajustar ese espacio. A la búsqueda
del tiempo perdido, la comedia humana elaborada por Proust, nada añade a la
literatura anterior. Pero sí desplaza de su lugar a muchas obras, algunas las
hunde en el olvido, y obliga a los escritores a cambiar de tonalidad o de
temática. También despierta ecos imposibles de predecir antes del surgimiento
del nuevo aporte. Nadie lee una novela anterior a la escrita por Proust del
mismo modo tras examinar su producción. Surge la comparación, la discrepancia, inclusive
brotan fallas previamente ignoradas en la escritura. Y Bertolt Brech decía que
tras leer a Proust, nadie puede narrar de la manera en que lo hacía previamente.
Groundhog
Day es una comedia que pugna con el tiempo
detenido. Es la historia de Phil Connors, encargado de pronosticar el tiempo en
una emisora de televisión de Pittsburgh. Phil es enviado con la productora de
su programa y un camarógrafo, a filmar un evento real en Punxsutawney,
Pensilvania: Groundhog Day, el día de
la marmota, registrado cada dos de febrero. Los principales funcionarios de la
ciudad sacan a una marmota de su jaula, y estudian si el animal puede ver su
sombra. En caso afirmativo, se corrobora que habrá otras seis semanas de crudo
invierno, en lugar de una primavera temprana. (Una de las ironías del guión es
que sin importar si aparece o no la sombra, es imposible abolir las seis
semanas que restan de invierno).
Por un inexplicable capricho del
destino, el meteorólogo queda atrapado en un túnel del tiempo. Sin importar lo
que haga Phil Connors, y eso incluye intentos de suicidio, al día siguiente
despierta nuevamente en la cama del mismo motel, siempre el dos de febrero. La
situación se reitera en numerosas ocasiones. Y Phil es el único que la
advierte.
Una de las magias de la película es que
la reiteración de un mismo día en la vida del protagonista, carece de toda
explicación. Y esa fue una sabia decisión del director, Harold Ramis, y del
guionista, Danny Rubin.
Los productores querían que la anomalía
fuese explicada. Inclusive propiciaron respuestas. Tal vez Phil tropezaba con
una fuente mágica en un parque de diversiones, o alguien entonaba un mantra, o
una gitana lanzaba una maldición. Pero, después de todo, tampoco La Metamorfosis de Kafka explica por qué
Gregor Samsa despierta una mañana, tras una noche de “sueños perturbadores”, y
descubre que se ha transformado “en una monstruosa alimaña”. (Kafka ni siquiera
explicó de qué alimaña se trataba. La trascendencia de la mutación es paralela
a la incertidumbre de su figura).
Lo único importante en La Metamorfosis, en Groundhog Day, es que el ser humano lidia con una inexplicable arbitrariedad.
Si una maldición externa hubiera intervenido en los engranajes del destino, el
protagonista hubiera sido inocente de las causas. Las hubiera buscado en el
exterior, no en su propia personalidad.
Phil Connors pasa por todas las fases.
Empieza en el egocentrismo y concluye vinculado de manera solidaria con otros
seres humanos. Él es su propio sujeto de experimentación. Algo debe ocurrir con
su carácter que ha provocado esa maldición del día recurrente. Es el único que
puede descubrir el origen, y buscar su redención.
La otra magia del filme es que si bien
el meteorólogo repite de manera cotidiana su existencia en la fecha del dos de
febrero, sus reacciones no se reiteran. En cada oportunidad, hay una
transformación del personaje, que pasa por varias gamas del pesimismo, el
cinismo, y la desilusión. Tras cada choque con ese día eterno, inmodificable, Phil va mudando su conducta, y aprendiendo. No
siempre con buenos propósitos. A veces lo hace para seducir a una mujer. Si en
una ocasión, descubre que la mujer ama la poesía francesa, Phil hace un curso
de aprendizaje del francés, para que la dama caiga rendida a sus pies. De igual
manera aprende a tocar el piano, a esculpir hielo. Finalmente, altera su rutina
frente a las cámaras de televisión. Al principio es notorio el desprecio que
siente por el evento en Punxsutawney. Sin embargo, a poco de andar, comienza a
simpatizar con los asistentes y con su estrecho mundo. Solo Bill Murray puede
lograr la proeza de ser un antihéroe atractivo inclusive cuando es un pelmazo
que desprecia a media humanidad, y también un sardónico héroe cuando se afloja
y empieza a avenirse con sus semejantes. Lo ha hecho más de una vez. Basta
verlo en ese modelo de autocontrol que es Lost
in Translation, donde cada gesto vale por cien palabras.
Cuando el pánico comienza a invadir a
Phil, y descubre que es un ser trágico, un inmortal condenado a una eterna
rutina, como Sísifo, llevando la piedra a la cumbre de la montaña, para luego
dejarla caer, se empieza a alterar su visión del mundo. Un día, al borde de la desesperación, sentado
en un bar, reflexiona en voz alta: “¿Qué hace un ser humano cuando se encuentra
atascado en un lugar, y todo lo que hace
es siempre lo mismo, jornada tras jornada, sin que nada tenga importancia?” Y
un cliente, sentado a su lado, tras escuchar su lamento, responde: “Es una
síntesis de lo que me ocurre todos los días”.
Phil podría haber cambiado para mal, y
convertirse en un asesino en serie, en un atracador de bancos, en un déspota.
Después de todo, cuenta con total impunidad. Una vez despierte al mismo día
siguiente, recuperará su inmaculada inocencia.
Pero el protagonista no está atrapado
sin salida. No es un personaje de El ángel
exterminador de Luis Buñuel empantanado en sus vicios. Phil sufre una
transformación para mejor. Por primera vez, aprende a verse a sí mismo, su
soledad, y sus defectos. ¿Es el ser humano tan despreciable como suponía al
principio? Luego descubre a Rita, su productora, una mujer atractiva,
comprensiva, con sentido del humor, paciente. Y aprende a quererla. Y además,
lucha para merecer su amor. Una vez más, solo Bill Murray puede concretar esa
hazaña sin que Groundhog Day se
convierta en una película almibarada. Su controlada ironía nunca lo abandona.
Si al principio la protección que
otorga la reincidencia del dos de febrero le permite a Phil cometer maldades,
luego, el conocimiento le ayuda en sus buenas acciones, evitando accidentes y
situaciones desastrosas para otros seres.
CAMBIOS
DE LECTURA
Es sardónico que una película que juega
con el tiempo inmovilizado, haya obligado a varios críticos a alterar su
opinión sobre el filme a lo largo de los años[i].
Quizás el ejemplo más famoso es el del crítico Roger Ebert, quien escribió dos
críticas distintas, una en 1993, cuando el film fue estrenado, y otra en el
2005.
Ebert reconoció que en su crítica de
1993, había subestimado la película. Y por las razones erróneas. “La disfruté
con tanta facilidad, que decidí moderar el entusiasmo”, dijo. “Pero existen
escasos filmes, y éste es uno de ellos, que profundizan en nuestras memorias, y
se convierten en puntos de referencia. Cuando alguien se encuentra en la
situación en que necesita la frase: ´Esto me recuerda a Groundhog Day´para explicar cómo se siente, es porque el filme ha
logrado algo muy especial”.
Danny Rubin, el guionista de Groundhog Day dice que escribió toda la
trama de su guión, en menos de una semana. Al principio, la idea era
simplemente contar la vida de un inmortal. ¿De qué modo afectaría a una persona
la eternidad? El héroe estaría obligado a interactuar con la historia.
¿Participaría en la Revolución Francesa, en las dos guerras mundiales?
Afortunadamente, el proyecto naufragó, no porque la trama fuese insubstancial,
sino porque la filmación resultaría muy costosa.
Luego Rubin recordó una vieja idea que
había anotado en una tarjeta y abandonado en una archivadora. Era la historia
de un hombre que despertaba cada mañana, y siempre se repetía el mismo día. Y
la combinación de esas dos ideas fue el germen de Groundhog Day.
Pero, como en la historia de los tres
cerditos, sólo un tercero en discordia puede dar conclusión a la narrativa,
solo el último de la serie es capaz de construir una vivienda de ladrillo y así
aventar la amenaza del lobo. Ese tercero en discordia, para Rubin, fue negar
explicación alguna a la repetición del tiempo. “El filme se hizo mucho más
humano”, dijo Rubin, “y accesible a la comprensión del espectador, cuando
decidimos no explicar esa ruptura en el transcurrir del tiempo. Después de
todo, ninguno de nosotros sabe con precisión, porque habitamos este mundo”.
[i] Un crítico de The Washington
Post, tras elogiar la película, dijo que nunca sería elegida como un tesoro
de la cinematografía por la Biblioteca del Congreso, debido a su inquietante
temática. Sin embargo, el filme fue
designado en el 2006 como merecedor de conservación por la Junta Nacional de
Preservación de las Películas en el 2006, y tiene ahora un lugar en la
biblioteca.
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