domingo, 4 de diciembre de 2016

De cómo la peor novela de Hemingway se convirtió en un clásico del cine gracias a William Faulkner




Mario Szichman


Parte de la leyenda sobre la transfiguración de la novela To Have and Have Not en una joya del cine, la fabricó su director, Howard Hawks.
Según dijo en una entrevista, un día planteó un desafío a su amigo, Ernest Hemingway. “Dime cual es la peor novela que has escrito, y la transformaré en una magia del celuloide”, informó Hawks al escritor. Y Hemingway, a good sport, dijo que en su opinión, compartida por varios críticos, esa novela llevaba el título de To Have and Have Not (1937).
En realidad, muy pocas cosas quedaron del texto original cuando Hawks le encargó a William Faulkner la tarea de escribir el guión de la novela, excepto el nombre del protagonista, Harry Morgan.


En el territorio del guión, el autor de The Sound and the Fury acopió muchos elogios, pese a que algunos de sus biógrafos consideran su paso por Hollywood un incidente menor.
Dos de los clásicos que llevan la marca de Faulkner, ambos filmados por Hawks entre 1944 y 1945, provienen de autores que en esa época eran mucho más célebres que el más famoso y original de los escritores norteamericanos del siglo veinte. En tanto To Have and Have Not fue escrita por el mayor rival de Faulkner, el otro gran script tiene como origen el policial noir The Big Sleep, de Raymond Chandler. Ambas películas fueron interpretados por una pareja que se convirtió en una de las grandes leyendas del cine, Lauren Bacall y Humphrey Bogart.
En esta época de metalenguaje e incesante traducción de géneros, sería bueno hacer un filme fusionando la fantasía de Hollywood con la realidad de los actores y actrices que protagonizaron esas películas.
Faulkner, el taciturno, solitario, alcohólico autor, tuvo que ir a trabajar a la Meca del Cine simplemente por razones financieras. No se sentía muy cómodo en el rol de scriptwriter, especialmente cuando debía trabajar en la novela de un rival como Hemingtway. Pero, como estaba “quebrado y con sus obras agotadas y sin posibilidad de ser reimpresas”, decidió aceptar la tarea que compartió con un excelente guionista, Jules Furthman.
Hawks simpatizó de inmediato con Faulkner. La camaradería se prolongó hasta la muerte del escritor, en 1961. De acuerdo a Hawks, quien debería haber inventado el lema: “En el Lejano Oeste, cuando nos dan a elegir entre la verdad y la leyenda, siempre imprimimos la leyenda”, la amistad entre ambos surgió de una fenomenal borrachera. Tras una reticente conversación, debido a que Faulkner tenía un acento del Deep South y era difícil entender más allá de un diez por ciento de sus palabras, Hawks lo invitó a beber al bar de un hotel. Se ignora si la conversación se prolongó muchos minutos, aunque sí la ingestión de alcohol. A la mañana siguiente seguían bebiendo, aunque habían caído en el mutismo completo. A partir de ese momento, Hawks convirtió a Faulkner en un inseparable miembro de su entorno. Además, ambos eran buenos cazadores, y cada vez que tenían un momento libre, realizaban excursiones por áreas rurales.
En cierta ocasión, el actor Clark Gable, otro gran amigo de Hakws, se sumó a una expedición de caza. Y allí surgió el famoso intercambio de palabras entre Gable y Faulkner.
Gable, en ese momento el más famoso actor del mundo, tras el éxito de Lo que el viento se llevó, formuló algunas acotaciones sobre literatura. En ese momento ignoraba quien era Faulkner. Luego le preguntó cuales consideraba los mejores escritores vivos. Faulkner mencionó a Thomas Mann, a Willa Cather, a John dos Passos, a Hemingway, y finalmente se incluyó entre esos narradores.
Gable quedó desconcertado y dijo, “Señor Faulkner ¿usted escribe?” y Faulkner le respondió: “Sí. Y usted, señor Gable ¿cómo hace para ganarse la vida?”
Faulkner comenzó a trabajar para Hawks escribiendo cuatro cortos treatments, sinopsis de cuentos y novelas que nunca fueron llevadas al cine. Logró que filmaran The Story of Temple Drake, basada en su novela Sanctuary,  la más sensacional de su producción literaria, y que nunca figuró muy alta en su aprecio (“La escribí solo porque necesitaba dinero”, dijo luego a The Paris Review). Pero su momento de mayor creación a nivel de guiones llegó cuando Hawks lo contrató para hacer la versión cinematográfica de To Have and Have Not.
En esa ocasión, como ocurriría luego con The Big Sleep, la tarea de Faulkner fue convertirse en un médico general del script. No solo usó sus dotes terapéuticas, sino también quirúrgicas.
La novela cuenta la historia del capitán de una lancha pesquera que opera en Key West, Florida. Harry Morgan, un hombre honesto, afectado por la Gran Depresión,  se ve obligado a pasar contrabando entre Cuba y Florida. Un día, un cliente que parece tener mucho dinero lo contrata para salir a pescar. Y al retornar a tierra, desaparece sin pagar aquello que adeuda y lo deja en la ruina. Morgan decide entonces contrabandear inmigrantes chinos entre Cuba y la Florida. Luego transporta diferentes mercancías, incluyendo ron, y revolucionarios cubanos.
Hemingway, que había vivido en España haciendo reportajes sobre la guerra civil y por esa época simpatizaba con el partido Comunista, mostró en la novela la depravación y el hambre que aquejaba a los pobladores de Key West. Su novela era muy pesimista, no ofrecía salidas. Se trataba de un material escasamente promisorio para Hollywood, cuyos productores prácticamente inventaron los finales felices.
Había otro problema, de índole estructural. La novela tiene múltiples narradores, que cuentan historias de diferentes épocas. Es tan confusa, que Hemingway se vio obligado a informar en algunos capítulos quien era el encargado de narrar. 
Faulkner no solo consiguió realizar una verdadera labor de cirugía estética. También incorporó una astuta trama de geopolítica. Envió a Harry Morgan a vivir en Martinica, en esa época una colonia francesa controlada por el régimen pronazi de Vichy, liderado por el mariscal Philippe Pétain, tras la invasión de Francia por Alemania. 
Eso permitió a los guionistas incorporar en el script a miembros de la Resistencia de Francia, y transformar a Harry Morgan en un héroe que lucha contra el nazismo.


Es obvio que Casablanca, estrenada dos años antes, influyó en el guión. Unos dicen que To Have and Have Not es la hermana pobre de Casablanca secuestrada por gitanos en su infancia.
En tanto en Casablanca Bogart luce ropas elegantes, y está acicalado de manera impecable, en To Have and Have Not se muestra desaliñado. El Rick de Casablanca no necesita exhibir violencia para que lo obedezcan. El Harry Morgan de To Have and Have Not participa en pugnas, usa armas de fuego, y escapa de situaciones muy peligrosas.
El Bogart de Casablanca tuvo como pareja a Ingrid Bergman, una luminosa presencia de enorme vulnerabilidad, y una de las grandes actrices de Hollywood, tal vez solo superada por Greta Garbo. El Bogart de To Have and Have Not consiguió otra clase de mujer, Betty Joan Perske, alias Lauren Bacall. Cuando ambos se conocieron, Bogart tenía 45 años, y Bacall, apenas 20. Bogart era un veterano del cine, y ya para esa época uno de los grandes ídolos, tras protagonizar The Petrify Forest y El tesoro de la Sierra Madre. Bacall era una tímida, aterrada adolescente, que Hawks logró transformar en una mujer desafiante y de gran atractivo sexual, precisamente por sus defectos.
En tanto Ingrid Bergman en Casablanca  lucía como una perfecta dama, Bacall aparecía en To Have and Have Not como un carácter bordeando la prostitución. El encuentro entre ambos protagonistas se registraba luego que Harry Morgan observaba a Bacall robar la billetera al que parecía ser uno de sus clientes. Morgan la introducía en su cuarto de hotel, y la obligaba a entregar la billetera. El diálogo, puro Faulkner, estaba repleto de equívocas sugerencias. Concluía cuando Bacall le pedía a Bogart fósforos para encender un cigarrillo. Durante la filmación de la escena la actriz estaba tan nerviosa, que no podía concretar la tarea. Bogart, como un príncipe, según las crónicas de la época, logró calmarla.


Hawks le dijo que bajara la cabeza para disminuir el temblor, y alzara al mismo tiempo los ojos hacia Bogart de manera desafiante. Eso funcionó muy bien. Y luego, el toque maestro. Tras encender finalmente el cigarrillo, Bacall le arrojaba al protagonista la caja de fósforos, y en el momento de abandonar el cuarto de hotel le decía que su habitación se hallaba justo enfrente. “Si me necesitas para algo, solo tienes que silbar”, decía. “¿Tú sabes cómo silbar ¿no? Es simple: unes los labios … y soplas…”  [i]
Ya para ese momento, no solo el celuloide había entrado en combustión, también Humphrey Bogart.


El romance entre ambos fue tan evidente durante la filmación, que Hawks pidió a Faulkner y a Furthman alterar el guión. En un principio, Bacall compartía roles de mujer fatal con Dolores Moran. Poco a poco, Moran pasó a un discreto segundo plano, en tanto los diálogos entre Bogart y Bacall acrecentaron la pasión y el desenfado.
Mientras los protagonistas pasaban la mejor época de sus vidas, se desarrollaba otro drama entre bastidores. La relación entre Bogart y Mayo Methot, su tercera esposa, había colapsado. Methot se había hundido en el alcoholismo, y debió ser internada. Cada vez que emergía del hospital, se trenzaba en furiosas peleas con Bogart, quien también era un bebedor empedernido.  Methot intentó en una ocasión suicidarse cortándose las venas, y en otra apuñaleó a su marido.
Un admirable profesional, que nunca faltaba a la cita, Bogart debió suspender su labor durante tres semanas, inmerso en una borrachera. Era obvio que había una gran veta de sadismo en ambos cónyuges. Tras una de esas riñas y reconciliaciones, Hawks le preguntó a Bogart si necesitaba esas peleas para tener una erección. Bogart quedó desconcertado. Pero en lugar de responder de manera agresiva, pensó un poco y luego dijo: “Creo que tienes razón Howard. Es posible que las necesite”.
Las situaciones de la vida real dieron un adicional dramatismo al rodaje. Dos veces Bogart rompió con Bacall, diciendo que sentía gran culpa por el deterioro mental de su esposa, y que era su deber cuidarla.
Bacall quedó desolada. Inclusive Hawks trató de encontrarle otra pareja, y una noche la invitó a su casa, y la sentó junto a Clark Gable. Ambos se habían conocido previamente, pero el flirt no se consumó.
Algunas escenas del script fueron alteradas por Faulkner,  quien monopolizaba los cuartos del primer piso del hotel, donde habitaban Bacall y Bogart. (El otro guionista, Furthman, se encargaba de la planta baja). Mientras Bogart y Bacall se sumían en el alcoholismo o la desolación, era necesario darles tiempo para recuperarse, y trabajar en el conflicto secundario.
A veces, según informó Todd McCarthy en su biografía “Howard Hawks: the Grey Fox of Hollywood,”  Faulkner concluía las labores quirúrgicas del guión apenas cinco minutos antes de filmarse una escena. Aunque el escritor era famoso por sus largas descripciones —su relato The Bear cuenta con uno de los párrafos más prolongados de la literatura inglesa: se extiende durante treinta páginas— tenía una enorme capacidad para urdir “one-liners,” demoledoras frases de una sola línea. Ahí está la famosa escena de su novela Light in August donde le informan a un pastor protestante que su esposa le es infiel, y le ofrecen la dirección del hotel donde está con su amante. El pastor se acerca a la habitación, y hay un completo silencio. “El silencio”, dice Faulkner, “que solo pueden hacer dos personas cuando están juntas”.
Nunca se sabrá qué partes del drama vivido por Humphrey Bogart y Lauren Bacall se apropiaron del guión de la película. Pero es indudable que la filmación reflejó episodios que nada tenían que ver con el capitán Harry Morgan, o con su amante.
Tras setenta años del estreno de To Have and Have Not, sus protagonistas siguen encendiendo el corazón de los espectadores. Afortunadamente, fue una producción de Hollywood. Tras el conflicto, triunfó el amor eterno. Bogart se divorció de Mayo Methot, poco después se casó con Bacall, y fueron felices y comieron perdices.


[i] La idea original de esa frase fue de Hawks. El director la había pensado para otra película, pero la insertó pues le pareció perfecta para exaltar la sensualidad de Bacall. Faulkner la mejoró.

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