Mario
Szichman
Brigthon Rock,
de Graham Greene, cuenta con uno de los grandes comienzos de la literatura
policial moderna: “Hale knew, before he
had been in Brighton three hours, that they meant to murder him.” Hale sabía, antes que hubiese estado
tres horas en Brighton, que ellos querían asesinarlo.
¿Quién es Hale? ¿Quiénes son ellos?
Fred Hale es un reportero que trabajó como informante para la banda Colleoni,
especializada en extorsionar a corredores de apuestas. Battling Kite, líder de
una pandilla rival, es asesinado por los Colleoni. Entonces Pinkie Brown, uno
de los lugartenientes de Kite, decide vengar la muerte de su jefe, asesinando a
Hale.
En la época en que transcurre la acción, la década del treinta del siglo
pasado, Brighton, además de ser un sitio vacacional, era un nido de ratas,
concentrado en su hipódromo. Graham Greene, part–time
periodista, part–time novelista,
descubrió en el área un adecuado marco para la novela.
No todas las tareas de Fred Hale son periodísticas, como lo demuestra su
labor de informante. En Brighton, Hale cumple otro rol, que lo convierte en
fácil blanco de Pinkie Brown y de su pandilla: el de Kolley Kibber, un
personaje creado por el periódico The
Daily Messenger con el propósito de promover las ventas.
Hale debe transitar los lugares más concurridos de la zona costera de Brighton
vestido de una manera especial, a fin de ser reconocido por los visitantes. Si
alguno de ellos lo descubre, y recita las siguientes palabras: “Usted es el
señor Kolley Kibber. Exijo me pague el premio de The Daily Messenger”, ganará algunas libras esterlinas.
Fred Hale también debe distribuir tarjetas con el logotipo de la
publicación a lo largo de una ruta preestablecida. Las tarjetas suelen ser
colocadas en recipientes de basura, debajo del mantel en una mesa de
restaurant, o cualquier otro lugar semioculto. Quien encuentra las tarjetas
puede reclamar una recompensa de diez chelines.
El reportero/informante debe
emplazar las tarjetas en sitios específicos, y a horas determinadas. De esa
manera, la gerencia del periódico podrá seguirle los pasos y verificar si
cumple con su tarea. Pero las tarjetas desempeñan otra función en la trama:
sirven de coartada a sus potenciales asesinos. Si los sospechosos demuestran
tras el asesinato que no se encontraban en la ruta seguida por Hale, y a la
hora fijada por el periódico, nadie puede acusarlos del crimen.
Graham Greene
En esa trama tan prolija, que sigue las normas del policial inglés, Greene
arroja a monkey wrench, una llave
inglesa, que es en realidad una herramienta propia del policial norteamericano:
la fatalidad, y la pasión, encarnada por Pinkie Brown, uno de los grandes
villanos del policial noir, y por
Rose, su tímida novia. El brazo justiciero es accionado por Ida Arnold, una
mujer de mediana edad, alegre, sentimental, que ha tenido numerosos maridos y sabe
disfrutar de la vida.
TRIANGULACIONES
Pinkie Brown tiene apenas diecisiete años de edad, nunca olvida cargar una
botellita de vitriolo para cegar a sus enemigos, odia toda apariencia de
sexualidad, y corteja a Rose con el único propósito de silenciarla. Rose es
mesera en un restaurante donde el reportero Hale ha dejado una de sus tarjetas,
y podría arruinarle a Pinkie su coartada. En el ínterin, Pinkie trata de enamorar
a Rose, y descubre para su vergüenza y culpa, que hacer el amor es una
experiencia agradable. Criado, al igual que Rose, en un hogar católico, su
ardor por la adolescente dispuesta a todo sacrificio con tal de compartir su
lecho, cambia las reglas del juego.
Greene, muy influido por The Secret
Agent, de Joseph Conrad, tuvo una ventaja sobre otros escritores de su
generación: le interesaba llevar sus novelas al cine, pero al de Hollywood. Y
en la década del treinta del siglo pasado, el policial de Hollywood estaba
dominado por gánsteres, y sus intérpretes eran Edward G. Robinson, James
Cagney, Paul Muni, Humphrey Bogart o George Raft.
Su primer aporte a la causa fue la novela A Gun for Sale (1936) llevada al cine con el título de This Gun for Hire. El protagonista es Raven, un asesino muy peculiar. Fue
interpretado, con gran efecto, por uno
de los galanes más famosos de Hollywood: Alan Ladd. Aquellos que se
acostumbraron a ver al actor en filmes como Shane,
donde encarnaba a un ser solitario, adicto a las buenas causas, tuvieron
problemas para aceptar la figura de Raven,
un ser carente de escrúpulos. Hay una famosa escena en que el protagonista se
dirige a un edificio de apartamentos para asesinar a un hombre. Raven porta un
maletín en el cual guarda su pistola. Al subir las escaleras, a fin de
dirigirse al apartamento donde vive su potencial víctima, escucha un ruido
extraño. De inmediato abre el maletín, y extrae la pistola. La causante del
ruido es una niña que está jugando con una pelota. Basta observar los ojos de
Ladd, para descubrir que la niña se ha salvado de milagro.
Raven es el precursor de Pinkie Brown, aunque, a diferencia del
protagonista de A Gun for Sale,
Pinkie es imposible de redimir. Quizás el hecho de que tiene apenas 17 años lo
hace más siniestro. Es, realmente, la encarnación del mal.
Cuanto más joven es el causante de un homicidio, más impacto causa en el
lector, o en la audiencia. En un post anterior mencioné la novela The Bad Seed, de William March (1954),
uno de los melodramas más curiosos en la historia de la literatura
estadounidense. Es sensacionalista, se devora en escasas horas, el tema es muy
desagradable, y resulta arduo encontrar un personaje simpático o atractivo,
pero marcó también una divisoria de aguas. Por una parte, atrajo los elogios de
escritores como Ernest Hemingway, John Dos Passos, Carson McCullers y Eudora
Welty. Por otro lado, la primera edición vendió un millón de copias en pocos
meses. El suceso es obra exclusiva de la protagonista, una niña bella como un
ángel, que se dedica a asesinar a sus rivales sin culpa alguna.
(Los interesados
pueden leer “Semilla de maldad: la niña homicida” en: http://marioszichman.blogspot.com/2016/06/semilla-de-maldad-la-nina-homicida.html)
CONTRASTES
En Brighton Rock, Greene tuvo la sabia
idea de usar como detective a Ida Arnold, quien conoció a Fred Hale, el
reportero asesinado por Pinkie, en su último día de vida. El novelista sabía
que en ese tipo de crime stories, un
detective convencional podría entorpecer la narración. En definitiva, la muerte
de Hale parece accidental. El diagnóstico postmortem es que el reportero murió
de un infarto. En realidad, Pinkie Brown lo asesinó insertando en su garganta
un bastón de caramelo duro conocido como Brighton Rock. (Por suerte, Greene
nunca detalló la escena).
Afiche promocional de la película basada en la novela
Ida Arnold no solo se encarga de revelar un crimen, sino de proteger a Rose
de su amante. Cuando la coartada de Pinkie empieza a mostrar fallas, intenta
silenciar a Rose, casándose con ella. Luego, al acrecentarse las sospechas
sobre su participación en el homicidio, propone un pacto suicida.
Ida Arnold es un ángel de la guardia para Rose. Pero Greene, un escritor
católico, no buscó una fácil simbología para la dama. En primer lugar, Ida no
es religiosa, sino supersticiosa. Sus creencias se inclinan hacia “los
fantasmas, los tableros de ouija, y las mesas parlantes”. Además, a diferencia de los amantes, cuyas
imágenes y ensueños oscilan entre el paraíso y el infierno, es un alma
caritativa, y disfruta de la sexualidad y de la buena comida.
Brighton Rock sigue
siendo una de las grandes novelas de Graham Greene, junto con El poder y la gloria, muy controversial
por tener como protagonista a un cura pecador[i].
El ambiente del relato cuenta con enorme animación. Hay un mundo exterior,
el visitado los fines de semana por turistas, y un amenazante mundo interior,
al margen de la ley. Ese mundo no está intercomunicado, excepto por ocasionales
encuentros sexuales. El narrador logró combinar varios géneros. Al policial, se
une la aventura, junto con toques de horror. Pinkie Brown es un ser infame
imposible de redimir, bigger than life. Y al mismo tiempo humano, excesivamente
humano.
Greene consideró su catolicismo un factor muy importante en el tratamiento
de los personajes. En sus críticas a Virginia Woolf y E. M. Forster, dijo que
habían perdido un sentido religioso de la vida. Como resultado, sus personajes
eran superficiales, “y merodean como símbolos de cartón a través de un mundo
delgado como el papel”.
La idea que tenía Greene de la religión no eludía pecadores, tal como se
demuestra en El poder y la gloria.
Consideraba que sin elementos como el bien y el mal, la transgresión y la
gracia divina, una novela perdía todo poder dramático. El crítico V. S.
Pritchett elogió a Greenes señalando que era el primer novelista en lengua
inglesa después de Henry James, “capaz de presentar la realidad del mal, y
lidiar con sus efectos”.
[i] En 1953 el Santo Oficio, conocido previamente como la Inquisición,
intentó que Greene alterara pasajes de la novela, señalando que había causado
daño a la reputación de los sacerdotes. Pero luego, en el curso de una
audiencia, el papa Pablo VI, dijo al autor que aunque algunas partes del texto
podían ofender a los católicos, debía ignorar las críticas.
(http://news.bbc.co.uk/2/hi/europe/1005484.stm)
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