Mario Szichman
The Sun Also Rises (1926),
que en español suele ser titulada Fiesta,
es la primera novela que publicó Ernest Hemingway, y posiblemente la más
popular, aunque carece de la panorámica de Adiós
a las armas (1929). Las dos novelas están narradas desde una perspectiva periodística –Hemingway
comenzó como reportero del diario The
Kansas City Star– y recogen parte de su experiencia como conductor de
ambulancias en el frente italiano durante la primera guerra mundial.
En tanto The Sun Also Rises tiene
como background las estadías del Hemingway joven en Francia y España, y hace
alusiones a la Gran Guerra, Adiós a las
armas es una espléndida crónica del hombre en combate. Tiene un defecto: la
protagonista, una enfermera, es de dos dimensiones, y una virtud, la
descripción de las incidencias bélicas, y especialmente la batalla o catástrofe
de Caporetto (24 de octubre a 19 de noviembre de 1917), donde fuerzas del
imperio austrohúngaro, respaldadas por unidades alemanas, causaron el colapso
del Segundo Cuerpo del ejército italiano. Los alemanes usaron en esa ocasión
gas mostaza, y las bajas fueron enormes. Hubo once mil italianos muertos,
veinte mil heridos, y doscientos sesenta y cinco mil capturados. Las dimensiones
de la batalla y el colapso del ejército italiano fueron exhibidos por Hemingway
en un estilo muy sucinto –más periodístico que narrativo– y de enorme fuerza.
En 1918, Hemingway fue herido de gravedad en otro frente de combate, y
regresó a Estados Unidos. Se casó en 1921 con Hadley Richardson, la primera de
sus cuatro esposas, y la pareja se mudó a París. Allí trabajó como corresponsal
extranjero, y conoció a varios escritores y artistas de la llamada Lost
Generation, la generación perdida. En
esa primera etapa, el escritor rivalizó con Francis Scott Fitzgerald. Un
crítico dijo que ambos construyeron una amistad basada en la admiración y en la
hostilidad.
Es clara la influencia de The Great
Gatsby (1925) en The Sun Also Rises.
Hemingway, que había comenzado su carrera como cuentista, se sintió fascinado
con la historia del gángster Gatsby y su amor imposible. Decidió que él también
podía escribir una novela en esa vena.
La diferencia entre ambas narraciones es la distancia que va de la tragedia
al drama. Gatsby es un personaje trágico, que construye una enorme mansión para
alojar un amor imposible, y muere en el intento. Pero Jake Barnes, el
protagonista de The Sun Also Rises es
dramático debido a su impotencia, sin llegar a ser perdurable. (El único
personaje perdurable es Lady Brett Ashley, el amor imposible de Barnes).
La novela es un claro roman à clef,
donde personas o eventos reales aparecen con un tenue disfraz. Eso fue reiterado
por Hemingway en su memoria póstuma A
Moveable Feast, publicada después de su muerte, donde arremetió nuevamente
contra el Smart Set angloamericano
que residió en París tras la primera guerra mundial. Allí aparecían los famosos
pasajes en que Gertrude Stein mantenía una disputa con su amante Alice Toklas
usando palabras “que habrían ruborizado a un estibador”, o en que Scott
Fitzgerald hablaba de la necesidad de mercantilizar su obra para ganar más
dinero. La técnica, decía Scott Fitzgerald a Hemingway, consistía en escribir
lo mejor posible, y luego degradar el texto para que lo compraran editoriales y
revistas.
Hace algunos meses, al cumplirse el 90º aniversario de la publicación de The Sun Also Rises, la escritora Lesley
M.M. Blume publicó el libro Everybody
Behaves Badly (Todos se comportan muy mal) mencionando los seres de la vida real que
encarnaban a los personajes literarios en la narración de Hemingway.
El germen de la novela surgió de un viaje en 1925 a la Fiesta de San
Fermín, en Pamplona, por parte de un grupo de amigos del escritor. El centro de
atención era Lady Duff Twysden, “una inglesa alta, delgada, recientemente
divorciada, que lucía un sombrero Fedora, y bebía como un pez”.
Varios hombres del grupo empezaron a librar batallas para ganarse la
atención de la dama mientras Hemingway se limitaba a tomar notas. De esa manera
surgió el quimérico amor entre Lady Brett Ashley (Lady Duff Twysden), y Jake
Barnes (Hemingway). El autor transfiguró la herida padecida en el frente
italiano, con otra sufrida en los genitales. A mitad de la novela, uno de los
excursionistas de Pamplona le dice a Barnes: “Tú no trabajas. Algunos dicen que
las mujeres te mantienen. Otro grupo asegura que eres impotente”.
“No”, dice Barnes. “Es que sufrí un accidente”.
La novela es como una guía turística poblada de personajes intrascendentes.
El viaje de Jake Barnes por Francia y España hasta llegar a Pamplona, está
poblado de concisas, excelentes descripciones del paisaje rural. Luego, vienen
los encuentros con los amigos. Y solo dos alcanzan a destacarse, el judío Robert
Cohn, y la inglesa Brett Ashley.
Cohn es un escritor, y un excelente boxeador. Y Lady Brett Ashley es una
implacable destructora de corazones. La pasión que despierta la mujer en Cohn,
es el principal conflicto de la novela. Tras una fugaz aventura con la mujer,
Cohn decide hacerla suya, y la persigue mientras la dama se enamora de Michael,
y después de Romero, un joven torero, mientras Jake Barnes, amante de Brett
Ashley previo a su accidente, es un imparcial testigo de sus aventuras
amorosas. Lesley M.M. Blume dice en su libro que la batalla de los amigos de
Hemingway por el corazón de Lady Duff, se convirtió “en un cenagal de celos
sexuales y de espectáculos sangrientos”. Buena parte de la narración se
concentra en la Feria de San Fermín, donde abundan los espectadores agredidos
por los toros.
Los diálogos de los personajes que merodean en torno a Brett Ashley suelen
ser en ocasiones, muy prolongados, repetitivos, bastante aburridos. The Sun Also Rises se salva gracias a
Brett Ashley. Es, quizás, el mejor personaje femenino creado por Hemingway. La
mujer carece de toda idea del bien y del mal. Se arrepiente de sus constantes
infidelidades, pero persiste en ellas. No es Emma Bovary, no es Ana Karenina,
es una mujer seductora, amable, leal amiga, incapaz de controlar sus impulsos.
Sus amantes son a veces muy ricos, y en otras ocasiones se ganan apenas la
vida. Es sobreprotectora, pero carece de frenos. (Un psicólogo amigo me dijo
que la dama carecía de súper yo).
Si alguien puede representar a The
Lost Generation, es Lady Brett Ashley.
La lucha por la existencia sigue teniendo más atractivo en materia
narrativa, que la escasez de ella. El desafío sigue siendo superior a la
escasez de desafío. Seres que no deben preocuparse por el mañana, desarrollan
extrañas tendencias hacia el despilfarro, la falta de sobriedad, las fugaces liaisons.
En cierta ocasión, la crítica literaria Mary Colum tuvo un encuentro con
Hemingway, en el cual, el escritor le dijo: “Necesito enterarme cómo piensan
los ricos. Pues son diferentes”.
Colum le respondió: “La única diferencia entre los ricos y el resto de la
gente, es que los ricos tienen mucho más dinero”.
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