Mario Szichman
Al Capone
Siempre me impresionó la historia de un temible
delincuente argentino llamado Mate
Cocido. Pero me sobresaltó aún más la leyenda del hombre que lo atrapó, le
cortó la cabeza, y la entregó en una jefatura policial. Cuando se trataba de
exhibir ferocidad, ese señor era realmente el artículo genuino.
Del mismo modo, siempre quedé perplejo ante las
desventuras de Alphonse Gabriel Capone (Al,
para sus amigos), en el sur de la Florida. El gánster solía causar pavor, hasta
que se enfrentó, en Miami y en sus alrededores, con seres tenebrosos que le
hicieron la vida imposible y lo pusieron en ridículo.
Hace algunos años, exactamente el 28 de
septiembre de 2010, fue recreado en un tribunal de Miami el proceso por
perjurio contra Capone. El juicio original se registró previamente en julio de 1930.
Meses antes, en abril de 1930, Capone había
regresado a su vivienda de Miami Beach, ubicada en el 93 de Palm Island, luego
de servir 10 meses en una prisión de Pensilvania acusado de portación encubierta
de armas.
Tras recibirlo en el sur de la Florida, las
autoridades de Miami decidieron adoptar el llamado Plan de Chicago. Consistía, básicamente, en hacerle la vida
imposible para que retornara a su lugar de origen, el estado de Illinois.
El Director de Seguridad Pública del condado de
Dade emitió una orden de arresto a fin de capturar al “Enemigo Público Número
Uno” on sight. Cada vez que Capone
abandonaba su mansión, era arrestado. Durante mayo de 1930, eso ocurrió en
cuatro ocasiones distintas. Uno de los cargos contra el gánster, era por
vagancia. Capone era incapaz de explicar cómo se ganaba la vida, aunque era obvio
que no pedía limosna en las calles. Y
cuando alegaba que se dedicaba a la compraventa de propiedades inmobiliarias,
se le reían en la cara.
EL JUICIO DEL ESTADO DE FLORIDA CONTRA CAPONE (CASO #621)
Funcionarios del departamento de alguaciles del condado de Dade allanando la casa de Capone
El primer arresto ocurrió cuando Capone se dirigía a la
función matiné de Las nuevas aventuras de
Fu Manchú, en el Olympia Theatre. Se
lo acusaba, básicamente, de no explicar a cabalidad el origen de sus ingresos. El
cargo que más le indignaba a Capone, era el de holgazanería.
Según las autoridades, Capone carecía de medios visibles
para financiar su lujosa vivienda, sus costosas ropas, su flamante automóvil,
sus guardaespaldas, sus queridas, o su digna esposa. Además, no cumplía
horarios de oficina.
Capone no se resignó a su suerte. Y lanzó una
contraofensiva. Acusó al entonces Director de Seguridad Pública del condado de
Dade, S.D. McCreary, de arrestarlo bajo falsos cargos. En represalia, McCreary
lo incriminó por perjurio. Capone contraatacó, denunciando que durante sus
arrestos, había sido confinado en una celda secreta, y se le había negado el
uso del teléfono.
Luego, el delincuente convocó a sus mejores abogados para
que entablaran un juicio contra las autoridades de la ciudad por hostigamiento.
“Todos los métodos empleados para arrestar a Capone fueron
claramente ilegales”, dijo a The Miami
Herald Scott J. Silverman, juez de
circuito del condado Miami—Dade e historiador oficial del Undécimo Circuito
Judicial de Florida.
Silverman se encargó de patrocinar en el 2010 el simulacro
de juicio, al celebrarse el centenario de la corte de justicia donde se llevó a
cabo el proceso original.
¿QUIÉN SE BURLA REALMENTE DE LA LEY?
El juicio original no fue muy legal. Al sentarse en el
banquillo de los testigos, McCreary debió reconocer que ignoraba muchos
aspectos de la ley. Y el juez que presidía las sesiones fue posteriormente
acusado de aceptar sobornos.
No fue un proceso que deja bien parada a la justicia en el
sur de la Florida. Pero, como dijo a The
New York Times William Altfield, vicefiscal del estado, quien interpretó a
McCreary en la recreación del juicio: “Nosotros venimos de allí. El simulacro
de proceso se lleva a cabo en el mismo tribunal donde ocurrió el proceso
original. Es algo mágico”.
Además, en la reiteración del proceso al hombre rebautizado
Scarface, cara cortada, pudo verificarse que la cultura justiciera
del Sur de la Florida sigue siendo algo diferente a la practicada en el resto
de los Estados Unidos. Es como si la región formarse parte del Salvaje Oeste,
con sus propias reglas, sus seres feroces e imperfectos, y sus vastas
triquiñuelas.
Una de las cosas que más indignaron a Capone fue que cuando
allanaban su vivienda, las autoridades se negaban a darle recibos por los
valiosos objetos que le confiscaban. Se ignora si alguna vez le devolvieron
esos objetos. Hay muchas dudas.
Como dijo un periodista de The New York Times, si bien el sur de la Florida cambió mucho en el
último medio siglo, “el pantano sigue siendo el pantano”.
El vicefiscal Altfield no pudo asistir a algunos de los
ensayos del juicio a Capone, porque estaba investigando a funcionarios
policiales cuya tarea principal parecía ser extorsionar a narcotraficantes a
fin de extraerles sobornos.
ABSOLUCIÓN
The Miami Daily News describió así
la escena del proceso original a Capone: “El tribunal estaba repleto de
personas, las salidas bloqueadas, y muchas mujeres y niños se hallaban
presentes. Mafalda, una hermana del acusado, estaba sentada detrás de él, y
atrajo mucha atención”.
Luego de varios días de testimonio, los doce
miembros del jurado no tuvieron ocasión de resolver la suerte de Capone. Fue el
juez E. C. Collins quien anunció el dictamen: Capone quedaba absuelto de todos
los cargos en su contra.
El público estaba decididamente a favor del
acusado. Cuando Collins anunció el veredicto, hubo un coro de voces que
ovacionaron la decisión.
Según la agencia noticiosa The Associated Press, la demostración cesó cuando el juez ordenó a
los alguaciles “arrestar a cualquiera que continuase con la aclamación”.
Capone sonrió alegre, y agradeció a la multitud
su apoyo.
Días después tras ser eximido de los cargos,
abandonó su mansión en Palm Island, y se mudó a otra vivienda en el condado de
Broward. Luego retornó a Chicago. Pero Florida terminaría siendo el lugar donde
concluiría sus días.
En 1931, las autoridades federales en Chicago
lo enviaron a la cárcel por evasión de impuestos. En la cárcel se agravó la
sífilis que acosó al gángster desde su juventud. En 1939, gravemente enfermo,
Capone obtuvo la libertad condicional, y decidió retornar a su vivienda de Palm
Island.
Falleció el 25 de enero de 1947. Tenía 48 años.
Nunca pasó un día en la cárcel, por los numerosos homicidios que ordenó contra
sus rivales. Solo por evasión de impuestos.
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