Mario Szichman
Según señaló el
escritor Douglas Lain en su blog, el gobierno chino prohibió hace algunos años
todos los programas de televisión y las películas que usaran como tema el viaje
a través del tiempo. El organismo chino encargado de regular los programas de
radio, cine y televisión señaló que la historia es un tema muy serio como para tolerar
narraciones que “fabrican mitos, plantean temas monstruosos y extraños, usan
tácticas absurdas, e inclusive promueven la defensa de nociones como el
feudalismo, la superstición, el fatalismo y la reencarnación”.
Por cierto,
colocar la reencarnación en la misma gaveta que el feudalismo y el fatalismo,
es excesivo. Dudo que algún ser humano siga simpatizando con el feudalismo, y
estoy convencido que el fatalismo suele ser alentado por los gobiernos
totalitarios, a fin de convencer a los ciudadanos que es inútil rebelarse. Pero
no conozco todavía un solo individuo enemigo de la reencarnación.
Quizás la
prohibición de los viajes a través del tiempo aliente el surgimiento de un nuevo
subgénero de la ciencia ficción, factible de combinar la literatura distópica con
la farsa —1984 de George Orwell es un
buen ejemplo—. El viaje a través del tiempo se presta a toda clase de ironías,
permite también el surgimiento de historias alternativas, y brinda la esperanza
de futuros diferentes.
En el caso de The Man Who Folded Himself, de David Gerrold (1973) las autoridades
de Beijing podrían tener un nuevo motivo de preocupación, por su franco
contenido erótico. Y mencionar a las autoridades chinas la palabra procreación
es como mentar la soga en casa de ahorcado.
Creo que todavía
rige en China la prohibición de concebir más de un hijo por matrimonio. Y la
novela de Gerrold describe la actividad sexual del protagonista, Daniel Eakins,
con alter egos tanto masculinos como
femeninos. Algo así como el incesto llevado a la enésima potencia.
Pero el Daniel de
la novela, o algunas figuras emanadas de Daniel bautizadas como Dan, Don, Dana,
no solo es promiscuo con su propio cuerpo. Además de copular con distintas
versiones de sí mismo, es un megalomaníaco.
“Estoy enterado
de mi tarea”, dice el personaje central, o alguna de sus encarnaciones o reencarnaciones,
“mi destino es gobernar el universo. Soy Dios”.
En sociedades
totalitarias, es imposible satisfacer ese deseo, porque como se sabe, el ser
supremo es el gobernante de turno. Mao tse Tung, el padre fundador de la China
moderna, fue uno de los beneficiarios del culto a la personalidad, como José
Stalin, Adolf Hitler, y las tres generaciones de líderes norcoreanos, entre
otros. Y es difícil que un líder que se considera el amo del universo acepte a
otros como sus iguales.
La novela de
Gerrold alteró el territorio de la ciencia ficción no solo con su franqueza –el
héroe es en ocasiones un homosexual, y en las partes donde alude a su elección
de objeto, se convierte también en un propagandista—sino con sus hallazgos. Es
una novela muy corta, tiene alrededor de 150 páginas, apenas un protagonista, y
sus dobles, y una trama sencilla: Dan Eakins encuentra un timebelt, un cinturón del tiempo, que lo transporta a distintas
épocas.
Se trata de un
prolongado monólogo que nunca aburre, porque plantea fascinantes temas antes
desarrollado por Robert Heinlein en " '—All You Zombies—' ", la historia de un adolescente que
retrocede en el tiempo, y deja embarazada a una joven, su alter ego femenino. El bebé surgido de esa relación es el
protagonista, además de su propio padre y madre. Y a medida que Heinlein desarrolla
la trama, se descubre que los principales personajes son siempre la misma
persona, en diferentes etapas de su vida como hombre y como mujer.
CONSECUENCIAS
La vida sexual de
Dan Eakins no muestra muchas sorpresas. Hacer el amor con distintas versiones
de uno mismo tiene un lapso de interés limitado para cualquier lector. Pero el
novelista juega con la aceptable noción de que hay tantos amoríos como parejas.
Las distintas versiones de Dan reaccionan de manera diferente ante sus dobles.
En ocasiones la pasan bien. Pero surgen las contrariedades de la edad, del
envejecimiento, así como problemas mentales. Gerrold muestra una pareja
perfecta, profundamente enamorada. Y luego otra que exhibe síntomas de locura,
y es capaz de cometer un asesinato.
Más fascinantes
son los experimentos de Dan para cambiar la historia. En una de sus misiones,
decide asesinar a Adolf Hitler cuando aún es un bebé. Las consecuencias de ese
homicidio se muestran recién en el año 2005. Son tan devastadoras que Dan debe
resucitar a Hitler, y optar por la alternativa de que un general alemán
prescinda del Führer en 1939, evitando así la segunda guerra mundial. El
protagonista también frustra los asesinatos de John Kennedy y de su hermano
Robert.
Más audaz es
cuando Dan retrocede veinte siglos y elimina de un solo plumazo a Jesús de
Nazareth y al Cristianismo.
Dan no es un
inmortal. Envejece como cualquier otra persona. Y como está solo, ya que sus
parejas son sus dobles, emerge una curiosa variante en su vida. Algunos de sus
dobles mueren. Eso significa que debe acudir al sepelio de alguna de sus transfiguraciones.
Una cosa es ver
morir a otra persona. Resulta distinto estar de duelo por la muerte de uno
mismo. Pero además ¿Cuál es el verdadero Dan Eakins? Cada uno transita por un
tiempo diferente. Aunque existe la identificación con el doble, las
personalidades se van transmutando, de
lo normal a lo patológico.
EXPERIMENTOS
Abundan los
libros que tienen como protagonistas a viajeros del tiempo. Desde Un yanqui en la corte del rey Arturo, de
Mark Twain, hasta The Door Into Summer,
de Heinlein.
Diana Gabaldon ha
hecho más que nadie para popularizar el género con su saga de Outlander.
Pero ese tipo de
crónicas suelen obviar las mutaciones que debe sufrir el viajero del tiempo
para ser aceptado en la sociedad de otra época. Revisando algunas de las
novelas más famosas del género, puede verse que son desdeñadas evidentes
dificultades. ¿Cómo consigue sus vestimentas la persona que se instala en algún
otro momento del pasado? ¿Cómo se adapta a las costumbres locales a fin de
pasar desapercibida?
Resulta claro que
el lenguaje cambia con mucha velocidad, casi tanto como las costumbres. ¿Qué pasa
si el personaje central usa palabras que aún no han sido incorporadas al
diccionario? ¿O si comenta episodios históricos que aún no han ocurrido?
Tampoco el transcurso
de los años es mencionado con asiduidad en las novelas sobre viajeros del
tiempo. Se supone que el viajero tiene ciertas cualidades de inmortal. Si ha
sido transferido a otra época y sigue vivo, es porque el proceso de
envejecimiento es distinto. ¿Y qué sobreviene si una persona no envejece al
mismo tiempo que quienes lo rodean? ¿Qué hace para disimular canas que no
tiene? De repente, su cuasi inmortalidad es más una maldición que un beneficio.
Como su cuerpo y su rostro se alteran menos que los de otros, le resulta
imposible conservar prolongados romances o amistades. Si está casado, al cabo
de unos años terminará pareciendo el hijo, no el marido de su esposa. O lo
creerán el hermano de su hija. También rechazará pociones que otros consideran
milagrosas, y que él sabe que son venenos.
A comienzos del
siglo diecinueve, una de las supuestas curas más famosas entre los millonarios
era beber un supuesto medicamento que consistía en moler un diamante y
mezclarlo con algún líquido. La ingestión de ese brebaje causaba la destrucción
de la pared intestinal y una terrible agonía.
Tal vez habría
que analizar al viajero del tiempo no desde sus logros, sino desde sus
perpetuas dificultades. Conocer de antemano lo que ocurrirá en la historia, es
la mejor manera de sumirse en la tragedia. Transportarse al pasado puede ser
una experiencia aún más desoladora. Hay que aprender nuevas maneras de odiar al
prójimo y de eludir sus acechanzas, o pasar días enteros intentando comprender el
significado de las calumnias.
Gerrold logró
eludir muchas de las dificultades con enorme pericia. Primero analizó todos los
aspectos que organizan la trama de un viaje a través del tiempo: distintas
tablas cronológicas, realidades alternas, distintos comienzos y fines, la
reparación de acciones que pueden ocasionar calamidades, la comisión de otras
que salvan a poblaciones enteras. Pero también, diseñó una ficción con gran
sentido del humor.
Dan es un ser muy
original, enfrentado a toda clase de conflictos, y también dispuesto a resolverlos.
Y lo mejor del caso, Gerrold le dio tres dimensiones usando una prosa muy
sencilla, y de gran belleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario