Mario Szichman
(Una versión de
este artículo apareció en la versión digital del diario Tal Cual, de Caracas, Venezuela)
La cruzada de los inocentes viene recorriendo América Latina como si se
tratara de un vendaval. De un extremo al otro del subcontinente, los jefes y
jefas de estado dicen “Yo no fui”, poniendo cara de yo no fui. Cristina
Kirchner, en Argentina, no ha tenido nada que ver con el suicidio y/o muerte
y/o asesinato del fiscal Alberto Nisman, cuya vida se extinguió antes que
pudiera presentar pruebas, presuntamente incriminatorias, contra la presidenta,
su canciller, Héctor Timerman, y otros operadores políticos, por el supuesto encubrimiento
de importantes funcionarios iraníes que habrían estado vinculados al atentado
de 1994 contra un centro comunitario judío en Buenos Aires donde fueron
asesinadas 85 personas.
En Chile, la presidenta Michelle Bachelet nada tuvo que ver en el fabuloso
acrecentamiento de la fortuna personal de su hijo, Sebastián Dávalos, y de su
nuera, Natalia Compagnon, tras lograr un préstamo muy fácil en un banco
propiedad de uno de los hombres más ricos de Chile, Andrónico Luksic, quien
hizo aportes a la campaña presidencial de Bachelet. (Gracias al préstamo, indicó la prensa
chilena, la pareja pudo comprar y vender un terreno y obtener una ganancia de
5,5 millones de dólares en apenas un mes).
Y la cuenta suma y sigue a lo largo de nuestra ancha geografía. Basta
agarrar un mapa de América Latina, cerrar los ojos, y apuntar con el dedo, para
que, al abrirlos, podamos verificar que estamos señalando un chanchullo en
pleno desarrollo, o que ha concluido pues se necesita el espacio para urdir
otro chanchullo.
La cosa se está poniendo cada vez mejor en Brasil, especialmente ahora que
a las declaraciones de inocencia de la presidenta Dilma Roussef se han sumado
los golpes en el pecho de su antecesor, Luiz Inacio Lula da Silva, quien
asegura que nunca aprovechó sus conexiones en las altas esferas tras su
abandono del cargo para cabildear en favor de Odebrecht, principal empresa de construcción del país.
En estos días Lula libra una lucha cuerpo a cuerpo con la Inmaculada
Concepción para ver quién es más intachable. Lula gana de lejos. “Pongan juntos
a 10 periodistas de Veja y de Época y ellos no tienen ni un 10 por
ciento de mi honestidad”, señaló el ex presidente en un reciente discurso. ¿Qué
puede hacer la Inmaculada Concepción frente a esas estadísticas? Especialmente
cuando ya la Organización Mundial de la Salud ha determinado, de manera
fehaciente, que ninguna mujer queda embarazada simplemente por oler un frasco
de colonia.
Odebrecht está en
condiciones de confirmar la honestidad de Lula, y Lula puede asegurar que nunca
apeló al tráfico de influencias para beneficiar a Odebrecht. A su vez, los directivos del banco BNDES han salido a la
palestra para negar que Odebrecht
hubiera aprovechado su “relación institucional” con Lula a fin de obtener
“préstamos a bajo interés”, según informó el periódico The Guardian de Londres.
También Rousseff se declara inocente de las acusaciones de haber permitido
al ente estatal petrolero Petrobras convertirse
en una caja chica para sobornar a algunas decenas de políticos, muchos del gobernante
Partido de los Trabajadores, pero también de otras agrupaciones, inclusive de
la oposición. Aunque la mayoría de los pagos se registraron en la época en que
la actual presidenta encabezaba la directiva de Petrobras, ella alega, con
buenas razones, que ignoraba lo que ocurría de manera cotidiana frente a sus
ojos.
Hasta el ex tesorero del Partido de los Trabajadores, João Vaccari, ha
declarado que es inocente de los cargos de recibir sobornos y lavar dinero.
Vaccari ha declarado su inocencia cuando ya se hallaba entre rejas.
Odebrecht ha
tenido una serie de roces con la justicia brasileña. Fiscales del ministerio
público han investigado varias denuncias, que incluyen, según la BCC de Londres, “el uso de mano de obra
esclava” en Angola. Los fiscales habrían recibido también evidencias de
retención de documentos de los trabajadores, y denuncias de que los pusieron a
laborar en “condiciones inhumanas”.
En junio de 2014, dijo la BBC,
fiscales de Brasil iniciaron acciones legales contra Odebrecht “tras acusarla de mantener a 500 obreros brasileños en
´condiciones de esclavitud´ en Angola”. Ignoramos si el fundador de El Partido
de los Trabajadores comentó alguna vez sobre esas denuncias.
Odebrecht inició
sus tareas en Brasil en 1941, como empresa de construcción, pero ahora actúa
también en los sectores de la petroquímica, el petróleo, y la explotación
agrícola. De paso fabrica armamentos. Inició labores en Angola en 1984, y es
considerada el principal empleador privado de la ex colonia portuguesa, con unos
20.000 trabajadores en sus nóminas.
La denuncia que presentó en junio de 2014 el fiscal Rafael Araujo ante el
Tribunal del Trabajo de Araraquara,
indicó que Odebrecht puso a
trabajar a centenares de obreros en una planta de biocombustibles en Angola.
Los obreros fueron “sometidos a degradantes condiciones incompatibles con
la dignidad humana”, dijo el fiscal. También la empresa “restringió la libertad
de sus empleados al privarlos de sus derechos” de tránsito. Los trabajadores
fueron “tratados como esclavos modernos”. Y eso se agravó porque “se hallaban
solos en un lejano país, y eran incapaces de resistir”.
Según Araujo, en vez de pedir a la embajada brasileña en Angola visas de
trabajo para sus empleados, Odebrecht solicitó
visas ordinarias, “que les impedían el derecho a conseguir empleo”.
El propósito, según el fiscal, era usar ese esquema con las visas “a fin de
emplear trabajadores precarios, incapaces de reaccionar o quejarse acerca de
sus condiciones, o de encontrar otra labor, e impedidos de abandonar el sitio
de construcción”. En los documentos se
dijo que los trabajadores “fueron sometidos a una serie de riesgos en Angola,
entre ellos, el de ser encarcelados”.
En ese caso, la directiva de Odebrecht
se negó a formular comentarios a la BBC,
“hasta que fuese notificada de la acción legal”.
Durante la construcción o reparación de estadios realizadas antes de la
Copa del Mundo de 2014, Odebrecht fue
acusada en noviembre de 2013 por un sindicato de Sao Paulo de negarse a adoptar
las medidas correspondientes para proteger la salud y la seguridad de sus
obreros. Eso habría causado la muerte de algunos de ellos.
A fines de noviembre de 2013, dos obreros de la construcción murieron en un
estadio de Sao Paulo al colapsar una gigantesca grúa y caer sobre el vehículo
en que estaban sentados. El portal gremial Libcom.org
dijo que había dudas de que las autoridades investigaran el episodio, pues Odebrecht “ha hecho grandes donaciones a
los políticos durante las elecciones”.
Familiares de los obreros muertos denunciaron que los obreros estaban
obligados a trabajar siete días por semana, a fin de concluir los estadios
antes de iniciarse el torneo de fútbol.
Ahora la fiscalía federal de Brasil realiza una investigación preliminar
para determinar si Lula “usó de manera indebida sus conexiones con el propósito
de beneficiar al conglomerado de construcción Odebrecht SA durante sus viajes al exterior”.
El semanario brasileño Época dijo
que Lula salió con frecuencia al exterior desde que cesó su mandato en el 2001.
Varios de los viajes fueron pagados por Odebrecht. Cada vez que Lula visitaba una nación y
participaba en conferencias, Odrebecht
conseguía de inmediato contratos por muchos millones de dólares. The New York Times indicó, citando al
semanario Época, que Lula “viajó con
frecuencia al exterior en uno de los aviones privados de Odebrecht”.
Entre los países frecuentados por Lula figuró Venezuela, donde las
actividades de Odrebecht se
extendieron a lo largo y a lo ancho. Ghana, la República Dominicana y Cuba
también se beneficiaron de la simpática personalidad y el carisma de Lula. Odrebecht completó en fecha reciente un
proyecto para reconstruir y ampliar el puerto de Mariel, en Cuba, a un costo de
entre 800 y 900 millones de dólares. Ese terminal marítimo reemplazará a La
Habana como el más importante puerto de Cuba.
La fiscalía tiene 90 días para decidir si el ex presidente cometió un
delito, en cuyo caso, se iniciará una investigación formal. De lo contrario,
será declarado más inocente que el secretario general de Unasur, Ernesto Samper Pizano, cuyas reiteradas declaraciones de
inocencia en relación a las acusaciones de haber recibido dinero de los narcos
para financiar sus campañas políticas, comenzaron en 1983 y ya han ingresado al
Libro Guinness de las excusas.
Lula ha sido rebautizado el “poster boy” de Odebrecht. El ex presidente ha dicho que nunca aprovechó sus
conexiones en las altas esferas tras su abandono del cargo para cabildear en
favor de Odebrecht, ni siquiera
cuando viajaba en aviones de la compañía a todas partes del mundo.
Donde aparece Odebrecht, deja su
marca. Por cierto, obreros que participaron en la remodelación de estadios
antes del Campeonato del Mundo de 2014, aconsejan a los transeúntes pasar lejos
de las grúas emplazadas por la empresa, pues suelen ocurrir accidentes. Tal vez
no es negligencia. Tal vez la mala suerte persigue a Odebrecht.
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