miércoles, 12 de julio de 2017

Reseñas de "La verdadera crónica falsa" por Magdalena López y Gerardo Barcia Palacios




Agradezco a mis entrañables amigos Magdalena López y Gerardo Barcia Palacios, por estas reseñas de mi primera novela La verdadera crónica falsa, en su tercera reedición. He aprendido de esas críticas, de su honestidad.
 Como ha ocurrido con Los años de la guerra a muerte, una vez más, la edición de la profesora Carmen Virginia Carrillo convirtió un patito feo en un cisne. Las dos anteriores versiones de la novela puedo ya excluirlas de una especie de prontuario donde ubiqué varios textos escasamente redimibles. En la época en que las escribí no existían las computadoras, o esa maravillosa tecla que dice delete, borrar.
Creo que he enmendado mi falta. Al menos me queda el consuelo de que logré reparar. Y en materia de amistad, y de amor, esa es, quizás, la palabra más bella del diccionario. M.S.

Reseña de La verdadera crónica falsa de Mario Szichman
Por Magdalena López

           
Quizá, la médula de eso que llaman la Historia con mayúscula, no radica sino en las miles de historias de personajes difíciles de encajar en grandes relatos épicos. Tal es el caso del padre de Bernardo, un socialista argentino y judío de origen polaco que, como mal héroe, es fusilado por equivocación después de ser detenido junto a un grupo de peronistas cuando miraba una pelea de boxeo por televisión la noche del 9 de junio de 1956. 
Los fusilamientos en José León Suárez de aquel año han llegado hasta nosotros a través de la pluma de Rodolfo Walsh, en su ya mítico libro de no ficción, Operación masacre (1957); sin embargo, lo que encontramos en la novela de La verdadera crónica falsa (BookBaby, tercera edición 2017) de Mario Szichman es otra cosa. Tal como se expresa en las últimas páginas, asistimos a muchos temas y muchos personajes que bajo la fabulación “verdadera” de esta crónica ficcionalizada, nos permiten acercarnos ya no sólo al retrato de la Argentina de los años cuarenta y cincuenta en torno a esta masacre histórica enmarcada en la llamada “Revolución Libertadora”, sino también a dramas personales que recogen en buena medida los de vidas invisibilizadas por la Historia y que no necesariamente están directamente relacionadas a los fusilamientos o a su documentación y denuncia.  El centro de la narración es el drama de Berele (niño)\Bernardo (adulto), un periodista que rastrea  la vida y las circunstancias de la muerte de su padre, mientras intenta hacerse cargo de una carga familiar judía plagada de mujeres fuertes, hombres torturados, perseguidos, exiliados y discriminados e incluso una adolescente suicida e incestuosa.
A través de recuerdos, varios testimonios, caricaturas, fotografías y los textos de un diario, Bernardo atestigua el proceso “de toda esa generación, frustrada y liberal (….) que había formado comités de lucha antifascista durante la Segunda Guerra Mundial, elegido a Braden en contra de Perón y que terminó decepcionándose con Stalin”.
La verdadera crónica falsa es, por tanto, una novela sobre el fracaso, el desengaño y el extrañamiento que derivan de la imposibilidad de pertenencia a un país y de fe por una causa política o un líder que nos exima de tanta violencia acumulada. 
Sin embargo, como sucede también en otra obra de Szichman (La región vacía. Madrid: Verbum, 2014), perdura el amor como recurso inextinguible.  Bernardo sabe que sin su compañera Laura esta verdadera crónica falsa sería imposible de escribir.  Quizá,  en esta  obra, el amor no es sino el último recurso de los desarraigados de la historia.   
La verdadera crónica falsa es, así,  un fino mosaico de personajes y eventos que a ratos con sarcasmo, a ratos con ternura, nos siguen hablando de la dimensión humana de todos los horrores que nos habitan desde la memoria. 

Análisis de La Verdadera Crónica Falsa
Gerardo Barcia Palacios

            Todo acontecimiento histórico esconde historias aledañas. Historias que, por un motivo u otro, perdieron protagonismo o se eclipsaron por otras de mayor trascendencia. Pero que no por ello son menos fascinantes, indignantes o perturbadoras. En muchos casos, además, una historia trascedente puede estar tan relacionada con su aledaña que ambas existen para justificarte mutuamente. Son un abanico holístico que visto en retrospectiva, se dan sentido y conviven de forma existencial.
            Y estas historias aledañas merecen ser contadas. Es el caso de la novela que nos regala Mario Szichman: La Verdadera Crónica Falsa. En esta novela, se narra las peripecias de un grupo de sobrevivientes de los fusilamientos registrados en el basural de José León Suárez, en las afueras de Buenos Aires, en 1956, tras una frustrada insurrección peronista contra el régimen militar liderado por el general Pedro Eugenio Aramburu, y los avatares de una familia judía, uno de cuyos integrantes muere en los fusilamientos.
            En esta tercera edición o tercer intento (probablemente Mario leyó alguna vez a Miles Davis: “Si no te equivocas, te equivocas”) nos propone un rediseño que permite adivinar lo que vivieron muchas familias judías en la Argentina de aquellos años y que permite, además, conocer las matanzas sin sentido que muchos regímenes cometieron en nombre de nada. Cayeran quienes cayeran: culpables e inocentes.
            Transitada por personajes que se van desarmando y rearmando a sí mismos, como la recomposición en cámara lenta de un jarrón que cae al suelo cuando se regresa el tiempo en un video, el relato plantea un enigma existencial de un personaje (Bernardo) que intenta descifrar los sucesos acontecidos aquella madrugada de junio de 1956, principalmente porque uno de ellos, que además resulto muerto, era su padre.
Para ello, junto con su compañera Laura, descubre de la mano de los protagonistas sobrevivientes qué sucedió realmente aquella noche y qué llevó a su padre a morir fusilado por error. En ese viaje, mediante una técnica narrativa que recuerda a una colección de puzles de flashbacks superpuestos, se va descubriendo no solo la historia real contada desde muchas perspectivas, sino que, curiosamente, Bernardo termina encontrándose consigo mismo y con su antepasado judío.
            Ignoro las ediciones anteriores, pero esta última es sin duda una novela que recomendaría leer y que estoy seguro, como me ha pasado a mí, se devorará en menos de dos días.
            Aunque el comienzo resulta un poco “flojo” y cuesta un poco seguirle la pista, en menos de veinte páginas engancha y enamora. Quizá por sus entrañables y elaborados personajes, siempre en conflicto bidireccional: con ellos mismos y con el entorno. Quizá por su contenido de constantes evaluaciones psíquicas de personajes que ven distintas realidades y que se yuxtaponen durante la obra a veces hasta con acciones o pensamientos absurdos. O quizá por la magia de simplemente enhebrar el final escabroso de algo que ya sucedió, pero que el lector espera cambiar leyéndolo.
            Personalmente ha sido una fortuna para mí descubrir esta edición de la novela. Probablemente como venezolano que sabe que existen muchas historias aledañas que nunca serán contadas. O, quizá, simplemente por tener la oportunidad de leer nuevamente la magia que nos regala Mario con cada escrito.

Gerardo Barcia Palacios
                                               En Madrid, 26 de Marzo de 2017


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