Mario Szichman
El hombre estaba muerto desde hacía diez días. El olor en su apartamento
era insoportable. Su cadáver estaba boca abajo, atrapado por pilas de cuadros,
esculturas y dibujos. Sólo eran visibles sus tobillos y sus pies, enfundados en
medias.
Así fue como encontró a Harry Shunk el recolector de basura Darryl Kelly, en
junio de 2006. Y en el apartamento del artista situado en Manhattan, Kelly
descubrió una mina de oro.
En Harry Shunk se cruzan imposturas y logros. Su autobiografía está plagada
de datos inciertos, o totalmente inventados. Pero sus fotografías han sido
exhibidas en The Metropolitan Museum of
Art de Nueva York, y en el Centro Pompidou de París. También trabajó con
algunos famosos artistas del siglo veinte. Aunque su colección de obras de arte
valía millones de dólares, siempre tuvo problemas financieros y su final fue
triste y solitario. Ni siquiera dejó dinero para financiar su entierro.
Shunk, cuyo apellido original era Schunke, nació en Alemania en 1924. Se
mudó a París en la década del cincuenta, y con su amante, János Kender, fue uno
de los más celebrados fotógrafos del movimiento Nuevo Realismo, que incluía a
Yves Klein, a Christo, a Claes Oldenburg y a Niki de Saint Phalle.
Su fotografía más famosa es un collage
de 1960 titulado Leap Into the Void,
salto al vacío, en el que Klein parece lanzarse desde la ventana de un segundo
piso de apartamentos. El collage integra
la colección permanente del Metropolitan.
Cuando Kender rompió su relación sentimental con Shunk, en la década del
setenta, el artista comenzó a hundirse en la depresión y en la locura. Cortó
todo lazo con viejos amigos, y rechazó ofertas de trabajo que podrían haberlo
ayudado, dijo Christo en una entrevista que le hizo The New York Times.
Shunk “se convirtió en un ser muy solitario, muy extraño”, señaló el
artista. “Había una veta de demencia. Se sentía muy furioso porque no habíamos
logrado convencer a Kender de que siguiera a su lado”.
Shunk se mudó a comienzos de la década del ochenta a Westbeth, en el West
Village, un área de Manhattan donde pululan los artistas. Siempre rehuyó el
contacto con sus colegas o con sus vecinos. A veces salía a pasear con su
bicicleta, pero nunca acompañado. Sus ingresos eran magros. Nadie sabía que su apartamento
estaba repleto de obras de arte cotizadas en millones de dólares. Quien lo
descubrió fue Kelly, el recolector de basura.
UNA MINA DE ORO
Matthew Russas, gerente del edificio donde vivía Shunk, fue el primero en
ser alertado en junio de 2006 que algo olía mal en el apartamento del artista.
Cuando envió a una cuadrilla de su equipo de intendencia para que inspeccionara
el sitio, hubo que quitar las bisagras de la puerta de entrada, pues era
imposible abrirla.
El apartamento estaba repleto de objetos de arte, documentos, fotografías y
manuscritos. Debido a que Shunk no dejó herederos, el administrador público de
Manhattan tomó control de su herencia.
Durante una semana, un equipo de investigadores sacó todo lo que
consideraba de valor. Dos años más tarde, en una subasta, la Fundación Roy
Lichtenstein adquirió la mayor parte del archivo de Shunk, unas 200.000
fotografías y otros objetos, por unos dos millones de dólares.
El resto, al parecer, fue considerado sin valor alguno por el equipo de
investigadores. Russas, el gerente del edificio donde vivía Shunk, pidió a
Kelly, el recolector de basura, hacerse cargo del resto.
“Era casi como una excavación geológica”, dijo Russas a The New York Times. Kelly y su equipo
demoraron varios días sacando objetos del apartamento de Shunk, a través de una
ventana del primer piso. Así llenaron siete grandes contenedores de acero.
Entre los objetos había papeles, portafolios, libros, periódicos y cajas.
Kelly advirtió que no todo era desechable. Muchas personas se aglomeraban
en torno a los contenedores y se llevaban buena parte del contenido.
Durante su último día de recolección, Kelly pensó que si tantas personas
mostraban interés en los objetos abandonados por Shunk, algún valor debían
tener. Sería “estúpido” no alzarse con alguno de ellos. Por lo tanto, trasladó
a su apartamento alrededor de 2.000 artefactos, y los almacenó en un vasto
armario de su apartamento.
Cada vez que la esposa de Kelly observaba ese armario clausurado,
recriminaba a su esposo, y le exigía que se librara de tanto desperdicio.
En el 2010. Kelly estaba observando un programa de televisión donde
exhibían aparatos y artefactos, algunos bastante comunes, que se cotizaban a
alto precio. Recordó entonces algunos de los objetos almacenados. “Algo me
indicó que en el armario había algunas piezas de valor”, declaró al periódico.
El recolector de basura no conocía a comerciantes de arte, pero sí al
gerente del edificio donde había muerto Shunk. Russas sabía de arte, y era
amigo de muchos merchantes. Cuando vio algunos de los objetos que le mostró
Kelly se quedó con la boca abierta. “Mattew”, le preguntó a Kelly, “¿estás
preparado para jubilarte?” Estaba seguro de que los objetos valían una fortuna.
Entre las piezas en poder de Kelly había esbozos y maquetas
tridimensionales hechas por Christo, enormes fotografías de Yves Klein dando
órdenes a mujeres desnudas cubiertas de pintura, litografías de Andy Warhol y
Paul Jenkins; un menú escrito a mano por el artista Larry Rivers; posters de
museos, y hasta un paquete con hojas de oro, que había pertenecido a Klein.
Jane Borthwick, una asesora de arte contratada por el abogado del
recolector de basura, dijo que Kelly estaba en posesión de una fortuna. Maquetas
de Christo, varias de las cuales estaban en su armario, se habían vendido en más
de 50.000 dólares cada una. Y cualquier litografía de Warhol, y poseía varias,
superaba en mucho esa cifra.
Borthwick dijo que “todo este tesoro se hubiese perdido de no ser por este
coleccionista accidental”. Kelly fue, básicamente, “el curador de esta
colección durante algunos años”.
El recolector de basura no es el único que se ha beneficiado con el
material desechado por Shunk. La colección completa de fotografías del artista
(1958-1973) es compartida por museos en Estados Unidos y en Europa. Incluye
imágenes de más de 400 pintores, músicos y coreógrafos, entre ellos Vito
Acconci, Arman, Joseph Beuys, Lee Bontecou, Trisha Brown, Alexander Calder,
Christo, Merce Cunningham, Lucio Fontana, Jasper Johns, Joan Miró, Michelangelo
Pistoletto, Man Ray, Andy Warhol, y Lawrence Weiner.
Kender, el compañero de Shunk, murió en diciembre de 2009, en peores
condiciones que su ex partner, en una
residencia para artistas indigentes.
En cuanto al recolector de basura, ha ingresado al mundo de los
millonarios. Solo en una subasta, le pagaron 226.224 dólares por 24 obras. Una
de ellas, la imagen de Marilyn Monroe creada por Andy Warhol, redituó 50.000
dólares. En otro ocasión, vendió a la
Fundación Roy Lichtenstein, 1.701 objetos de arte. Se ignora la cifra obtenida.
Kelly se limitó a decir que era “de seis ceros”.
El ex recolector de basura lamentó que Shunk hubiera fallecido tan pobre.
Ni siquiera recibió un entierro decente. “Le hice una promesa a Harry”, dijo, “conseguirle
una lápida”.
La pregunta es ¿Cuáles valores movían a Harry Shunk durante sus últimos años de vida?
ResponderEliminarApreciado amigo: ¿Y qué valores movían a Shunk al principio, o en el resto de su vida? Yo no lo considero un artista, sino un coleccionista. Conoció a gente de gran valía, o al menos de gran fama. Me pareció curioso el personaje porque cultivaba la manía del "hoarding," la acumulación. En su caso, acumuló muchas cosas que resultaron valiosas.
ResponderEliminarHay una novela, creo que su autor es Don DeLillo, aunque no estoy seguro, donde se narra la historia de dos hermanos que coleccionaban periódicos en su apartamento. Hasta que un día las inmensas pilas de periódicos les cayeron encima y los mataron. Se trata de una historia auténtica que ocurrió en Nueva York. ¡Feliz jornada!