martes, 26 de junio de 2018

Acercamiento semiótico a la novela histórica "Los años de la guerra a muerte" por Libertad León González


Continuando con el conjunto de ensayos que formaron parte del libro Trilogía de la Patria Boba de Mario Szichman. Una propuesta de novela histórica del Siglo XXI. Trabajos críticos sobre su obra. (2014), que reúne ensayos críticos sobre mis novelas Los papeles de Miranda, Las dos muertes del general Simón Bolívar Los años de la guerra a muerte. Hoy publico el trabajo que la profesora Libertad León González, de la Universidad de los Andes, Venezuela, escribió sobre mi novela  "Los años de la guerra a muerte. MS. 






La vía narrativa constituye una anilla 
que  se deja ensartar, por así decirlo, en el
cuadro semiótico. ¡La cuadratura del círculo!
Paul Ricoeur

            Siendo el texto generador de nuevos mensajes por su condición de heterogeneidad semiótica y más precisamente, tal y como lo concibe Iuri Lotman, el texto artístico “Un dispositivo multilingüe con relaciones complejas y no triviales entre los subtextos (entre los aspectos estructurales que se destacan sobre el fondo de alguno de los lenguajes).” (Lotman, 1998:15), nos hemos atrevido a tomar una de las formas de este texto artístico, la novela histórica, un subgénero narrativo, para propiciar un acercamiento entre aspectos fundamentales de la teoría semiótica del texto. De alguna forma, se intenta establecer  un discurso que pueda estar en correspondencia con la urdimbre de la naturaleza plural del texto, visto por los estudios semióticos de la teoría lotmaniana y que se puedan establecer acercamientos interpretativos desde la novela histórica latinoamericana actual, en tanto que confluencia de diferentes textos. En primer término, como texto histórico y texto ficcional narrativo, y en segundo término, como texto dramático, texto filosófico, entre otros.
La novela histórica en tanto que texto literario trabaja con dos marcos de referencia fundamentales. En primer término, la historia o trazos de historia que utiliza para establecer un contacto con la realidad, un referente real que le atrae, que critica o que comparte en muchos puntos, tal y como se dieron los hechos en la historia documentada elaborada y que constituye un estudio pormenorizado de los hechos relatados, de los personajes protagónicos de determinados procesos de lucha, de cambio, en largos años de sometimiento entre los pueblos o focaliza la biografía de algún héroe, alguna figura inmortal de la humanidad. En segundo término, también la novela histórica trabaja con la posibilidad de ficcionalizar el entramado histórico, recreando lo que ha sido establecido a través del discurso veritivo de la Historia. Las novelas históricas de Mario Szichman, Los años de la guerra a muerte (2007) y Las dos muertes del general Simón Bolívar (2004) nos servirán de apoyo sustancial para el análisis, así como la novela histórica de Denzil Romero La tragedia del generalísimo (1987).   
Es entonces cuando podemos destacar en términos de la teoría semiótica de Iuri Lotman la noción de frontera, como espacio en el que se “unen dos esferas de la semiosis” (1996 :15). Entendemos la historia como una esfera de la semiosis que es la novela histórica y la ficción como otra esfera de esa semiosis llamada novela histórica. El espacio en que se entrecruzan ambas esferas pudiera considerarse la frontera semiótica de ese subgénero literario. Los personajes de Bolívar y Miranda, por ejemplo, han sido utilizados por muchos escritores de novelas históricas para mostrar rasgos de la interioridad de cada personaje que no han sido planteados por los textos oficiales que cuenta la Historia de Venezuela. Mucho se habla de la sobrevaloración que ha tenido la figura de Bolívar en relación con la figura de Miranda, a quién todavía  se le adeudan reconocimientos como Precursor del proceso de independencia en Venezuela y buena parte de otras latitudes. Cuando Gabriel García Márquez es capaz de colocarnos ante el discurso de un Bolívar cercano a la muerte, repensando su proceder en favor de la América unida, nos está colocando en esa frontera semiótica. El referente  Bolívar que existió en un espacio histórico pero que se expresa por ejemplo, en la novela El general en su laberinto (1989) de García Márquez con unas características propias de la reescritura ficcional del personaje. Estaríamos percibiendo otra dimensión del personaje, en el espacio semiótico instaurado en esa frontera de realidad y ficción. En consecuencia, cada semiosfera, la de la historia, la de la ficción y la de la novela histórica poseen por sí solas su propia organización como espacios semióticos.
Creo reconocer la confluencia de discursos en la novela histórica, la diversidad de fórmulas narrativas y discursivas que nos llevan de nuevo como lectores a buscar las fuentes documentales para confirmar la posibilidad de correspondencia entre lo narrado en la historia y lo versionado en la novela histórica. En este punto resulta inagotable la búsqueda del lector porque si la respuesta no se encuentra en las fuentes, la magia de la recreación ficcional le otorgará nuevas significaciones, nuevos registros, en definitiva, un nuevo texto con características propias. Cabe señalar una siguiente afirmación lotmaniana: “La no homogeneidad estructural del espacio semiótico forma reservas de procesos dinámicos y es uno de los mecanismos de producción de nueva información dentro de la esfera.” (1996:16). Pienso en la posibilidad de considerar la novela histórica como proceso dinámico de producción de nueva información, en el sentido de abrirse para el lector en conciencia creadora, definida por Lotman como “dispositivo intelectual capaz  de dar nuevos mensajes”. Y continúa diciendo el ensayista: “Consideramos mensajes nuevos los que no pueden ser deducidos de manera unívoca con ayuda de algún algoritmo dado de antemano a partir de otro mensaje” (1996:43). La novela histórica como elemento artístico desarrolla esta conciencia creadora. Sin embargo, puede plantearse ir más allá si pensamos en la relación directa que tiene con la conciencia histórica, lo cual la coloca también a dialogar con la hermenéutica. Asunto que trataremos a lo largo de nuestro estudio, fundamentalmente, a partir de la teoría de Paul Ricoeur y que en este momento no se abordará en tanto que seguiremos a pie juntillas la propuesta semiótica lotmaniana. Sin embargo, precisamos subrayar la importancia que para los estudiosos de la nueva novela histórica latinoamericana tiene como propuesta estética equiparable a una especie de boom en las tres últimas décadas. Así se refiere Carlos Pacheco en consonancia con este fenómeno de la escritura literaria con aportaciones a la cultura: “...ésta novelística realiza en su conjunto un vuelco apreciable en los modos de ficcionalizar la conciencia colectiva. Más aún...esta nueva novela histórica trastoca también diametralmente la dirección de su aporte al proceso cultural” en virtud de que cuestiona “algunas viejas certezas acerca del conocimiento del pasado y de la legitimidad de las vías hasta ahora comúnmente aceptadas para acceder a él”. (Pacheco, 2000:210-211). Por eso la mirada de la nueva novela histórica es intrahistórica, observa al pasado que cuestiona, interroga y trastoca en la creación de nuevos discursos, como el de la ironía, la parodia, la teatralización de los personajes históricos, confabulación  que  desmitifica el orden establecido en la conciencia colectiva por la tradición histórica.

            DELIMITACIONES EN EL TEXTO

Cabe entonces señalar la importancia que en el pensamiento de Lotman tiene el texto como unidad de sentido, que se traslada a cualquier expresión de la cultura. Para nuestro estudio, resulta significativo la consideración que hace del texto como “un generador informacional que posee rasgos de una persona con un intelecto altamente desarrollado.” (2003:1/6). Esta visión resulta interesante si se observa una visión particular del autor sobre la historia, los hechos y los personajes mostrados en la novela histórica, muchos de los cuales son referentes extraídos de la realidad histórico social de una época, de procesos sociales determinantes en la vida de los pueblos.
En cuanto al tratamiento que un texto determinado realiza del lenguaje reconoce Lotman, simultáneamente, el carácter homoestructural y homogéneo, “el texto como manifestación de un solo lenguaje” y heteroestructural y heterogéneo, “manifestación de varios lenguajes a la vez” (1996: 61), también llamado poliglotismo y mecanismo formador de sentidos. Para nuestro estudio del subgénero narrativo de la novela histórica resulta interesante el reconocimiento que la teoría lotmaniana hace en el texto  de rasgos sincrónicos de la historia de las culturas, llamados por el autor cortes sincrónicos, así como también la presencia de símbolos en las verticales diacrónicas de la cultura. Por eso dirá que los textos son concebidos como programas mnemotécnicos reducidos. En este sentido, también la temporalidad actúa como recurso textual significante en la novela histórica, cuando enlaza  la temporalidad del pasado histórico en confluencia con la recreación que desde el presente realiza el autor y por supuesto, el lector, verdadero traductor del texto. En este punto considero relevante plantear la dialogicidad del texto literario y la vinculación de la teoría de Mijail Bajtin y su correspondencia con la teoría lotmaniana. Preciso entonces destacar la siguiente afirmación de Lotman partiendo de los estudios de Hjelmslev “el texto se hace crecer en el eje temporal.” (1996:64). En definitiva expresa el autor: “el texto es una espacio semiótico en el que interactúan, se interfieren y se auto organizan jerárquicamente los lenguajes.” (1996:67). Verbigracia, la afirmación que más adelante establece en relación con Bajtin, quien ve en la novela y el drama la esfera natural para el texto. Precisamente por su condición in extenso de su dialogicidad interna y externa, con respecto al lector.
Cuando Lotman explica la variante semiótica que denomina “texto en el texto”, especie de percepción de la autonomía creativa del autor, para atrapar al lector a ese ámbito de ficcionalidad que percibimos, específicamente, como desarrollo de la alteridad en el texto narrativo, nos está mostrando mecanismos de elaboración textual. Eso incluye la técnica del espejo y del doble,  que enriquecen ese funcionamiento que ha denominado “el texto en el texto”, y que muestra teóricamente su conexión con todo el ámbito macro y micro estructural de la significación semiótica del texto.
Considera Lotman la construcción del texto narrativo  a partir del lenguaje natural y en consecuencia, la organización en secuencia del texto respetando las reglas de la lengua. Le interesa explicar “el principio de semantización del texto”. Por eso afirma: “La narración se construye como una combinación de un estado estable inicial y un movimiento posterior” (2000:13). Evidentemente, el significado se amplía a medida que se desarrollan las secuencias de la narración. Por supuesto,  hay formas narrativas donde la semantización del texto tiene mayores niveles de complejidad, es el caso de la literatura fantástica, el texto de aventuras o el policial. En otras manifestaciones artísticas como la pintura, los comics, la valoración iconográfica no será considerada desde la temporalidad sino desde la espacialidad.
Sin embargo, percibimos en la novela histórica la posibilidad de apreciar el uso de la valoración iconográfica desde la narratividad. Precisaré el caso particular de la novela de Mario Szichman: Los años de la guerra a muerte (2007). Se destaca la pericia como pintor del personaje Eusebio, quien comienza haciendo dibujos a lápiz, luego a plumín y finalmente, cuadros al óleo, sobre escenas de encuentros sociales en la Caracas de la Primera y Segunda República; bien puede destacarse la secuencia de tres cuadros realizados sobre la relación amorosa entre Antonia Arocha y Vicente Tejera. El narrador  precisa, a medida que cambian las escenas plasmadas en el óleo, el envejecimiento de la dama en comparación a la apariencia saludable del consorte. El deterioro físico de ella es producto de la hambruna y la plaga que han llegado a Caracas y solo visible desde la representación pictórica de Eusebio, aunque completamente imperceptible por el propio Tejera. Veamos lo que podemos sugerir como la superposición de la imagen a la narración: “Los rostros se pierden en atajos y retornan cambiados, como los de un muñeco de cera abandonado cerca del fuego. Las bellas mujeres adquieren rasgos cadavéricos apenas se acercan a sus interlocutores”. (Szichman, 2007: 201). La deformación bien descrita de la apariencia de los rostros hace posible que las imágenes  de la plástica invadan el espacio narrativo. La estética de la espacialidad se apropia de la novela. Más adelante se explica cómo la habilidad de Eusebio es reconocida por los líderes de la revolución y comienza a ser solicitado para que realice retratos. El personaje se revela como artista que domina con dotes especiales la técnica y el arte. Podríamos plantearnos, en la novela de Szichman, la valoración del retrato como recurso de la espacialidad, y pensar, utilizando las palabras de Lotman, en “bosquejar el espacio cultural del retrato” (2000), por la cercanía que tiene el retrato con la literatura, y en especial con la poesía. Señalemos un ejemplo de la novela de Szichman:
El dibujante Eusebio actuaba como el comodín en los naipes, dando sentido a lo que venía desunido de esa historia en perpetuo estado de construcción. Al aferrarse a diferentes figuras, iba cambiando su valor. Y eso generaba otro fenómeno. Las imágenes que iba fijando en el lienzo comenzaban a dictar los próximos pasos de los prohombres, que nunca se quedaban quietos el tiempo suficiente para ser retratados. Como eran perpetuados por Eusebio en ciertos gestos, eso les daba ideas para proceder en el futuro. (Szichman, 2007: 206)

La proyección de las imágenes de Eusebio van más allá de la simple representación figurativa de los hombres de la revolución, los rasgos que determinan el destino de sus acciones son percibidos no solo desde la versión iconográfica de sus rasgos sino más allá de lo físico, también en su actuación, como hombres irrepetibles en su condición humana de la más cruenta estirpe. La representación de los cuadros de Eusebio, en la novela de Szichman, constituye el reflejo de la valoración intencional tanto del artista como del juicio valorativo que entraña la obra propiamente dicha. Resulta fundamentalmente atractivo mencionar cómo el narrador, en determinado momento del relato, otorga el hilo conductor de la narración al mismo Eusebio quién colocado, por exigencia del general Ribas, en un lugar estratégico del campo de Urica, observará y pintará el combate entre las tropas republicanas de Ribas y el ejército español de Boves. La fórmula narrativa del combate está en los ojos de Eusebio, él  pinta las escenas en el momento que se narran y luego, la plasmará en el cuadro que proyectará el combate de ambos ejércitos. Podríamos afirmar que el dinamismo mencionado por Lotman en la representación del retrato se traslada en la novela de Szichman de la narración al retrato. En este sentido, el dinamismo  se concentra en un foco que lo hace más latente y efectivo. En el caso del personaje, el pintor Eusebio, el momento vivencial que experimenta para realizar el cuadro exigido por el general Ribas sobre la Batalla de Urica, dejará fuera de foco un hecho verdaderamente importante, el de la muerte de Boves.
Más que pintor de las escenas sangrientas Eusebio se transfigura casi simultáneamente de pintor a verdadero creador de los acontecimientos narrados.

            TEXTOS CON SUJET

Intentaremos ahora establecer vinculaciones entre la teoría del texto de Lotman y la novela histórica, a partir de la noción de sujet. Consideraremos en primer término la necesidad de llegar a una definición de textos con sujet. En principio, Lotman establece tipológicamente la existencia de dos tipos de textos: los primeros los llama textos mitogeneradores, subordinados al movimiento temporal cíclico, que no son textos con sujet, con ausencia de las categorías de principio y fin. Citemos al autor:
El texto es concebido como un dispositivo que se repite ininterrumpidamente, sincronizado con los procesos cíclicos de la naturaleza: con el cambio de las estaciones del año, de las partes del día, de los fenómenos del calendario estelar. La vida humana era considerada no como un segmento lineal, encerrado entre el nacimiento y la muerte, sino como un ciclo que se repite incesantemente... (Lotman, 1998:186).
           Por otro lado, destaca en estos textos el rasgo sobre la tendencia a identificar de manera absoluta diferentes personajes. Textos que trataban de acontecimientos extratemporales, reproducibles e inmóviles.
         En segundo orden,  reconocerá los textos del germen histórico del relato con sujet, en el que destaca “El registro de acontecimientos ocurridos una sola vez  y casuales crímenes, desastres – de todo lo que se consideraba como violación de cierto orden existente desde tiempos inmemoriales...” (Lotman, 1998: 188). Serían los textos con base anecdótica, que narran sobre otro y añaden detalles a su conocimiento del mundo.
        De ambos surge el actual texto con sujet, en el que debe reconocerse la pérdida del isomorfismo entre los niveles del texto, la multiplicidad de héroes de los textos y el paso de la construcción cíclica a la lineal. Coloca como ejemplo la aparición de los personajes dobles, verbigracia el caso de los personajes de Cervantes. Más adelante, Lotman valora en el texto poético “el más mitológico de los gérmenes del arte verbal con su reducción del sujet al esquema yo-él (ella) o yo-tú” (Lotman, 1998:194). Pasa luego a reconocer en los textos escatológicos “el primer testimonio de la descomposición del mito y la elaboración del sujet narrativo” (Lotman, 1998:194), en tanto que, el paso a los relatos escatológicos dictaba el desarrollo lineal del sujet.  En este punto, ¿Por qué no pensar en la evolución de los personajes de la novela histórica en la cual se muestra en términos lineales el martirio, muerte y despedazamiento del héroe como una coincidente tipología  de los personajes del actual texto con sujet?
La novela histórica en tanto que propuesta reflexiva y recreativa acerca de determinados acontecimientos y personajes históricos reales queda como una propuesta narrativa de final abierto para la resignificación del texto. Responde esta cualidad al carácter de imprevisibilidad del texto.
        Recordemos las escenas del deterioro progresivo de los personajes de las novelas de Szichman, por ejemplo, en Los años de la guerra a muerte, en la cual se muestran las imágenes fatales del destino de los héroes, víctimas de sus propios ideales, al combatir con sus oponentes. No hay diferenciación del resultado en los enfrentamientos entre  patriotas y realistas. La novela histórica muestra, en este sentido, la dureza de los acontecimientos históricos; la muerte, padecimiento propio del ser humano en su primigenia condición vulnerable no se evade, mucho menos en los escenarios de la guerra.
           La muerte del Diablo Briceño se convierte en la expresión exacta de la traslación del ámbito de la representación al ámbito de la realidad, como si su vida estuviese signada por la fatalidad. Siendo niño, a los ocho años, representó a Lucifer en el Auto Sacramental del Nacimiento y luego, siendo adulto fue fusilado por abusos y arbitrariedades.
        La novela histórica pudiera plantear lo que Lotman ha llamado “la superposición de la identificación del personaje literario y el hombre, propia de la vida cotidiana...” (1998:211). La novela histórica como forma narrativa del arte en la cual se percibe “el aspecto de sujet de la realidad” podríamos concebirla desde la teoría lotmaniana a partir de los acontecimientos que son interpretados semánticamente y al mismo tiempo, organizados en cadenas ordenadas para ser interpretados sintagmáticamente. Los hechos históricos referidos en la novela histórica se constituyen en propuestas con significado en una organización discursiva que le otorga sentido y que son ordenados en el tiempo. En este sentido, la novela histórica replantea el pasado desde su condición de forma narrativa del arte que hará posible nuevas propuestas interpretativas que quizá la hace tomar distancia, en algunos momentos, de los acontecimientos iniciales. En todo caso, lo relevante de su propuesta semiótica está en considerar la diversidad significante que toma de la historia para mostrar nuevas propuestas desde lo ficcional.

            TEXTO Y EXPLOSIÓN

        Lotman plantea la presencia de la pluralidad de las lenguas y las relaciones entre pluralidad y unidad como rasgos fundamentales de la cultura. Quizá podamos acercarnos a la teoría lotmaniana en correspondencia con los planteamientos de la nueva novela histórica en Latinoamérica en relación a la parte del hecho histórico, de la valoración de un conocimiento, de una traducción de los hechos del pasado, reflejados en la historia considerada oficial para luego sugerir un trastocamiento de esa traducción, de ese orden histórico a través de la ficción.  El discurso ficcional transgrede el discurso histórico, Lotman, cuando se refiere a Guerra y  Paz de Tolstoi,  afirma  que “ocurre una división entre la visión física y la psicológica” (Lotman, 1999:13), en tanto que en la novela histórica ocurre una división entre la visión histórica y la visión ficcional. Podemos inducir un trastocamiento de la traducción otorgada por la Historia como otra lectura, otra visión generadora de nuevas aproximaciones que ponen en duda la invulnerabilidad veritiva de la historia.
        Será quizá posible hablar, siguiendo la teoría de la cultura de Lotman, de procesos explosivos que parten fundamentalmente de su condición de imprevisibilidad, también expresados por el autor como “lo nuevo” que “en la ciencia y el arte es la realización de lo inesperado” (1999:20), lo que no significa anular alguna de las esferas. En este sentido, estaríamos percibiendo en la novela histórica esa conjunción de dos esferas, la  de la historia propiamente dicha y la de la historia ficcional, relacionadas en torno a una dialogicidad donde ninguna excluye a la otra. En este sentido, lo que Carlos Pacheco ha denominado como nuevo fenómeno del boom en la novela histórica latinoamericana, nosotros nos atrevemos a denominarlo como proceso de explosión, en términos lotmanianos.
        Podemos citar en las novelas de Szichman aspectos que percibimos acordes al proceso de explosión. Por ejemplo, facetas inimaginables de los héroes de la Gran Colombia, verbigracia el Libertador en la novela Las dos muertes del general Simón Bolívar, acosado por el miedo a fallecer sin merecer la inmortalidad para la historia, con reflexiones que oscilan entre la vigilia y el sueño, entre la realidad y la ficción, propias de su condición agónica y delirante como persona que presiente su último aliento. De igual forma, podemos contraponer en el escenario de las novelas de Szichman personajes reales e imaginarios. Es el caso del escultor Lebranche en Las dos muertes del general Simón Bolívar y el pintor Eusebio o el comerciante A.J. Stuart, apodado el Hombre de Hielo, por negociar con panelas de hielo que también ocultaban el comercio de municiones a Bolívar, para la guerra, en Los años de la guerra a  muerte.
     Al referirse Lotman a la noción de 'texto dentro del texto' como naturaleza sígnica, doble del texto artístico, percibimos la importancia que tiene en el texto la simulación de la realidad,  en la que considera “se finge una cosa entre las cosas del mundo real, con una existencia autónoma, independiente del autor” (1999: 105). Caso particular en la novela histórica, donde se establece en forma expresa, a través del narrador, la función apelativa al lector,  ampliando esta naturaleza doble del texto  en virtud de sus mismas intenciones artísticas. La participación del lector se hace más inclusiva como destinatario de una relación comunicativa polisémica.
          En este punto, queremos significar la valoración que hace Lotman en cuanto al discurso histórico como “transformación de la memoria” y que nos confirma la reelaboración que para el historiador tiene el conocimiento que posee y que deberá trasponer en el texto para consumo de los lectores, pudiendo tratarse de una corrección del pasado. En este sentido, se pone de manifiesto igualmente la imprevisibilidad que en ocasiones también podría convertirse en mentira. Traeremos a colación un último ejemplo de la novela histórica de Szichman  Los años de la guerra a muerte, donde aparece el personaje Andrés Bello quién se desempeña como traductor entre españoles y franceses, entre españoles e ingleses, con la preconcebida disposición de propiciar toda clase de imprecisiones al cambiar el sentido de las palabras al momento de traducir las conversaciones, que llevarían a posibles acuerdos y negociaciones en tiempos de guerra. Pues bien, la figura sobria que hasta ahora guardábamos de don Andrés Bello adquiere en la novela de Szichman dimensiones insospechadas en su desempeño de embrollador de situaciones.
          La cultura vista por Lotman es la memoria de larga duración de una colectividad. Los textos que permanecen en el tiempo se corresponden a la jerarquía de los valores porque la cultura implica memoria y olvido. La memoria jerarquiza los hechos que han de ser recordados en oposición a aquéllos que se harán inexistentes porque serán olvidados, aun cuando la cultura lucha contra el olvido.   
El olvido es elemento de la memoria y al mismo tiempo, medio de destrucción de la misma. En este caso, para Lotman ocurre la “desintegración de la cultura como persona colectiva única poseedora de una autoconciencia y una acumulación de experiencia que tiene un carácter ininterrumpido” (2000:175). Podemos, para finalizar, interrogarnos ¿Hasta qué punto nuestra cultura ha escogido olvidar nuestra historia? ¿Por qué la memoria colectiva pareciera esfumarse en la banalidad efímera del presente, sin considerar las raíces que nos identifican como pueblos unidos en las mismas carencias y ambiciones? ¿Hasta qué punto en América el olvido se constituye en elemento de la memoria o hecho de destrucción de la misma?
Referencias Bibliohemerográficas:

Lotman, Iuri: 1996. La semiosfera I (Semiótica de la cultura y el texto). Madrid. Frónesis.
__________  1998. La semiosfera II (Semiótica de la cultura, del texto, de la conducta y del espacio). Madrid. Frónesis.
__________ La semiosfera III (Semiótica de las artes y la cultura). Madrid. Frónesis.
__________  1999.  Cultura y explosión (Lo previsible y lo imprevisible en los procesos de
     cambio social). Barcelona: Gedisa.
_____________ “La semiótica de la cultura y el concepto de texto”, En: Entretextos, Revista Electrónica Semestral de Estudios Semióticos de la Cultura, N° 2., noviembre 2003. En: hhtp//www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm (Consultado el 02 de febrero de 2014).
Pacheco, Carlos: 2001. “La Historia en la ficción latinoamericana contemporánea:      perspectivas y problemas para una agenda crítica” en Estudios, Revista de
    Investigaciones literarias y  culturales. Año 9. N| 18. Caracas, jul-dic. p.205-224.
Szichman, Mario. 2004. Las dos muertes del general Simón Bolívar. Caracas: Centauro.
______________ 2011. Los años de la guerra a muerte.Aleph Publishing House:
New Jersey                       


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