Continuando con el conjunto de ensayos que formaron parte del libro Trilogía de la Patria Boba de Mario Szichman. Una propuesta de novela histórica del Siglo XXI. Trabajos críticos sobre su obra. (2014), que reúne ensayos críticos sobre mis novelas Los papeles de Miranda, Las dos muertes del general Simón Bolívar y Los años de la guerra a muerte. Hoy publico el trabajo que la profesora Libertad León González, de la Universidad de los Andes, Venezuela, escribió sobre mi novela "Los años de la guerra a muerte. MS.
La vía narrativa constituye una anilla
que se
deja ensartar, por así decirlo, en el
cuadro semiótico. ¡La cuadratura del círculo!
Paul Ricoeur
Siendo el texto generador de nuevos
mensajes por su condición de heterogeneidad semiótica y más precisamente, tal y
como lo concibe Iuri Lotman, el texto artístico “Un dispositivo multilingüe con
relaciones complejas y no triviales entre los subtextos (entre los aspectos
estructurales que se destacan sobre el fondo de alguno de los lenguajes).”
(Lotman, 1998:15), nos hemos atrevido a tomar una de las formas de este texto
artístico, la novela histórica, un subgénero narrativo, para propiciar un
acercamiento entre aspectos fundamentales de la teoría semiótica del texto. De
alguna forma, se intenta establecer un
discurso que pueda estar en correspondencia con la urdimbre de la naturaleza
plural del texto, visto por los estudios semióticos de la teoría lotmaniana y
que se puedan establecer acercamientos interpretativos desde la novela
histórica latinoamericana actual, en tanto que confluencia de diferentes
textos. En primer término, como texto histórico y texto ficcional narrativo, y
en segundo término, como texto dramático, texto filosófico, entre otros.
La novela
histórica en tanto que texto literario trabaja con dos marcos de referencia
fundamentales. En primer término, la historia o trazos de historia que utiliza
para establecer un contacto con la realidad, un referente real que le atrae,
que critica o que comparte en muchos puntos, tal y como se dieron los hechos en
la historia documentada elaborada y que constituye un estudio pormenorizado de
los hechos relatados, de los personajes protagónicos de determinados procesos
de lucha, de cambio, en largos años de sometimiento entre los pueblos o
focaliza la biografía de algún héroe, alguna figura inmortal de la humanidad.
En segundo término, también la novela histórica trabaja con la posibilidad de
ficcionalizar el entramado histórico, recreando lo que ha sido establecido a
través del discurso veritivo de la Historia. Las novelas históricas de Mario
Szichman, Los años de la guerra a muerte (2007)
y Las dos muertes del general Simón
Bolívar (2004) nos servirán de apoyo sustancial para el análisis, así como
la novela histórica de Denzil Romero La
tragedia del generalísimo (1987).
Es entonces
cuando podemos destacar en términos de la teoría semiótica de Iuri Lotman la
noción de frontera, como espacio en el que se “unen dos esferas de la semiosis”
(1996 :15). Entendemos la historia como una esfera de la semiosis que es la
novela histórica y la ficción como otra esfera de esa semiosis llamada novela
histórica. El espacio en que se entrecruzan ambas esferas pudiera considerarse
la frontera semiótica de ese subgénero literario. Los personajes de Bolívar y
Miranda, por ejemplo, han sido utilizados por muchos escritores de novelas
históricas para mostrar rasgos de la interioridad de cada personaje que no han
sido planteados por los textos oficiales que cuenta la Historia de Venezuela.
Mucho se habla de la sobrevaloración que ha tenido la figura de Bolívar en
relación con la figura de Miranda, a quién todavía se le adeudan reconocimientos como Precursor
del proceso de independencia en Venezuela y buena parte de otras latitudes.
Cuando Gabriel García Márquez es capaz de colocarnos ante el discurso de un
Bolívar cercano a la muerte, repensando su proceder en favor de la América
unida, nos está colocando en esa frontera semiótica. El referente Bolívar que existió en un espacio histórico
pero que se expresa por ejemplo, en la novela El general en su laberinto (1989) de García Márquez con unas
características propias de la reescritura ficcional del personaje. Estaríamos
percibiendo otra dimensión del personaje, en el espacio semiótico instaurado en
esa frontera de realidad y ficción. En consecuencia, cada semiosfera, la de la
historia, la de la ficción y la de la novela histórica poseen por sí solas su
propia organización como espacios semióticos.
Creo reconocer
la confluencia de discursos en la novela histórica, la diversidad de fórmulas
narrativas y discursivas que nos llevan de nuevo como lectores a buscar las
fuentes documentales para confirmar la posibilidad de correspondencia entre lo
narrado en la historia y lo versionado en la novela histórica. En este punto
resulta inagotable la búsqueda del lector porque si la respuesta no se
encuentra en las fuentes, la magia de la recreación ficcional le otorgará
nuevas significaciones, nuevos registros, en definitiva, un nuevo texto con
características propias. Cabe señalar una siguiente afirmación lotmaniana: “La
no homogeneidad estructural del espacio semiótico forma reservas de procesos
dinámicos y es uno de los mecanismos de producción de nueva información dentro
de la esfera.” (1996:16). Pienso en la posibilidad de considerar la novela
histórica como proceso dinámico de producción de nueva información, en el
sentido de abrirse para el lector en conciencia creadora, definida por Lotman
como “dispositivo intelectual capaz de
dar nuevos mensajes”. Y continúa diciendo el ensayista: “Consideramos mensajes
nuevos los que no pueden ser deducidos de manera unívoca con ayuda de algún
algoritmo dado de antemano a partir de otro mensaje” (1996:43). La novela
histórica como elemento artístico desarrolla esta conciencia creadora. Sin
embargo, puede plantearse ir más allá si pensamos en la relación directa que
tiene con la conciencia histórica, lo cual la coloca también a dialogar con la
hermenéutica. Asunto que trataremos a lo largo de nuestro estudio,
fundamentalmente, a partir de la teoría de Paul Ricoeur y que en este momento
no se abordará en tanto que seguiremos a pie juntillas la propuesta semiótica
lotmaniana. Sin embargo, precisamos subrayar la importancia que para los
estudiosos de la nueva novela histórica latinoamericana tiene como propuesta
estética equiparable a una especie de boom en las tres últimas décadas. Así se
refiere Carlos Pacheco en consonancia con este fenómeno de la escritura
literaria con aportaciones a la cultura: “...ésta novelística realiza en su
conjunto un vuelco apreciable en los modos de ficcionalizar la conciencia
colectiva. Más aún...esta nueva novela histórica trastoca también
diametralmente la dirección de su aporte al proceso cultural” en virtud de que
cuestiona “algunas viejas certezas acerca del conocimiento del pasado y de la
legitimidad de las vías hasta ahora comúnmente aceptadas para acceder a él”.
(Pacheco, 2000:210-211). Por eso la mirada de la nueva novela histórica es
intrahistórica, observa al pasado que cuestiona, interroga y trastoca en la
creación de nuevos discursos, como el de la ironía, la parodia, la
teatralización de los personajes históricos, confabulación que
desmitifica el orden establecido en la conciencia colectiva por la
tradición histórica.
DELIMITACIONES EN EL TEXTO
Cabe entonces
señalar la importancia que en el pensamiento de Lotman tiene el texto como
unidad de sentido, que se traslada a cualquier expresión de la cultura. Para
nuestro estudio, resulta significativo la consideración que hace del texto como
“un generador informacional que posee rasgos de una persona con un intelecto altamente
desarrollado.” (2003:1/6). Esta visión resulta interesante si se observa una
visión particular del autor sobre la historia, los hechos y los personajes
mostrados en la novela histórica, muchos de los cuales son referentes extraídos
de la realidad histórico social de una época, de procesos sociales
determinantes en la vida de los pueblos.
En cuanto al
tratamiento que un texto determinado realiza del lenguaje reconoce Lotman,
simultáneamente, el carácter homoestructural y homogéneo, “el texto como
manifestación de un solo lenguaje” y heteroestructural y heterogéneo,
“manifestación de varios lenguajes a la vez” (1996: 61), también llamado
poliglotismo y mecanismo formador de sentidos. Para nuestro estudio del
subgénero narrativo de la novela histórica resulta interesante el
reconocimiento que la teoría lotmaniana hace en el texto de rasgos sincrónicos de la historia de las
culturas, llamados por el autor cortes sincrónicos, así como también la
presencia de símbolos en las verticales diacrónicas de la cultura. Por eso dirá
que los textos son concebidos como programas mnemotécnicos reducidos. En este
sentido, también la temporalidad actúa como recurso textual significante en la
novela histórica, cuando enlaza la
temporalidad del pasado histórico en confluencia con la recreación que desde el
presente realiza el autor y por supuesto, el lector, verdadero traductor del
texto. En este punto considero relevante plantear la dialogicidad del texto
literario y la vinculación de la teoría de Mijail Bajtin y su correspondencia
con la teoría lotmaniana. Preciso entonces destacar la siguiente afirmación de
Lotman partiendo de los estudios de Hjelmslev “el texto se hace crecer en el
eje temporal.” (1996:64). En definitiva expresa el autor: “el texto es una
espacio semiótico en el que interactúan, se interfieren y se auto organizan
jerárquicamente los lenguajes.” (1996:67). Verbigracia, la afirmación que más
adelante establece en relación con Bajtin, quien ve en la novela y el drama la
esfera natural para el texto. Precisamente por su condición in extenso
de su dialogicidad interna y externa, con respecto al lector.
Cuando Lotman
explica la variante semiótica que denomina “texto en el texto”, especie de
percepción de la autonomía creativa del autor, para atrapar al lector a ese
ámbito de ficcionalidad que percibimos, específicamente, como desarrollo de la
alteridad en el texto narrativo, nos está mostrando mecanismos de elaboración
textual. Eso incluye la técnica del espejo y del doble, que enriquecen ese funcionamiento que ha
denominado “el texto en el texto”, y que muestra teóricamente su conexión con
todo el ámbito macro y micro estructural de la significación semiótica del
texto.
Considera
Lotman la construcción del texto narrativo
a partir del lenguaje natural y en consecuencia, la organización en
secuencia del texto respetando las reglas de la lengua. Le interesa explicar
“el principio de semantización del texto”. Por eso afirma: “La narración se
construye como una combinación de un estado estable inicial y un movimiento
posterior” (2000:13). Evidentemente, el significado se amplía a medida que se
desarrollan las secuencias de la narración. Por supuesto, hay formas narrativas donde la semantización
del texto tiene mayores niveles de complejidad, es el caso de la literatura
fantástica, el texto de aventuras o el policial. En otras manifestaciones
artísticas como la pintura, los comics,
la valoración iconográfica no será considerada desde la temporalidad sino desde
la espacialidad.
Sin embargo,
percibimos en la novela histórica la posibilidad de apreciar el uso de la
valoración iconográfica desde la narratividad. Precisaré el caso particular de
la novela de Mario Szichman: Los años de
la guerra a muerte (2007). Se destaca la pericia como pintor del personaje
Eusebio, quien comienza haciendo dibujos a lápiz, luego a plumín y finalmente,
cuadros al óleo, sobre escenas de encuentros sociales en la Caracas de la
Primera y Segunda República; bien puede destacarse la secuencia de tres cuadros
realizados sobre la relación amorosa entre Antonia Arocha y Vicente Tejera. El
narrador precisa, a medida que cambian
las escenas plasmadas en el óleo, el envejecimiento de la dama en comparación a
la apariencia saludable del consorte. El deterioro físico de ella es producto
de la hambruna y la plaga que han llegado a Caracas y solo visible desde la
representación pictórica de Eusebio, aunque completamente imperceptible por el
propio Tejera. Veamos lo que podemos sugerir como la superposición de la imagen
a la narración: “Los rostros se pierden en atajos y retornan cambiados, como
los de un muñeco de cera abandonado cerca del fuego. Las bellas mujeres
adquieren rasgos cadavéricos apenas se acercan a sus interlocutores”.
(Szichman, 2007: 201). La deformación bien descrita de la apariencia de los
rostros hace posible que las imágenes de
la plástica invadan el espacio narrativo. La estética de la espacialidad se
apropia de la novela. Más adelante se explica cómo la habilidad de Eusebio es
reconocida por los líderes de la revolución y comienza a ser solicitado para
que realice retratos. El personaje se revela como artista que domina con dotes
especiales la técnica y el arte. Podríamos plantearnos, en la novela de
Szichman, la valoración del retrato como recurso de la espacialidad, y pensar, utilizando
las palabras de Lotman, en “bosquejar el espacio cultural del retrato” (2000),
por la cercanía que tiene el retrato con la literatura, y en especial con la
poesía. Señalemos un ejemplo de la novela de Szichman:
El dibujante Eusebio
actuaba como el comodín en los naipes, dando sentido a lo que venía desunido de
esa historia en perpetuo estado de construcción. Al aferrarse a diferentes
figuras, iba cambiando su valor. Y eso generaba otro fenómeno. Las imágenes que
iba fijando en el lienzo comenzaban a dictar los próximos pasos de los
prohombres, que nunca se quedaban quietos el tiempo suficiente para ser
retratados. Como eran perpetuados por Eusebio en ciertos gestos, eso les daba
ideas para proceder en el futuro. (Szichman, 2007: 206)
La proyección
de las imágenes de Eusebio van más allá de la simple representación figurativa
de los hombres de la revolución, los rasgos que determinan el destino de sus
acciones son percibidos no solo desde la versión iconográfica de sus rasgos
sino más allá de lo físico, también en su actuación, como hombres irrepetibles
en su condición humana de la más cruenta estirpe. La representación de los
cuadros de Eusebio, en la novela de Szichman, constituye el reflejo de la
valoración intencional tanto del artista como del juicio valorativo que entraña
la obra propiamente dicha. Resulta fundamentalmente atractivo mencionar cómo el
narrador, en determinado momento del relato, otorga el hilo conductor de la
narración al mismo Eusebio quién colocado, por exigencia del general Ribas, en
un lugar estratégico del campo de Urica, observará y pintará el combate entre
las tropas republicanas de Ribas y el ejército español de Boves. La fórmula
narrativa del combate está en los ojos de Eusebio, él pinta las escenas en el momento que se narran
y luego, la plasmará en el cuadro que proyectará el combate de ambos ejércitos.
Podríamos afirmar que el dinamismo mencionado por Lotman en la representación
del retrato se traslada en la novela de Szichman de la narración al retrato. En
este sentido, el dinamismo se concentra
en un foco que lo hace más latente y efectivo. En el caso del personaje, el
pintor Eusebio, el momento vivencial que experimenta para realizar el cuadro
exigido por el general Ribas sobre la Batalla de Urica, dejará fuera de foco un
hecho verdaderamente importante, el de la muerte de Boves.
Más que pintor
de las escenas sangrientas Eusebio se transfigura casi simultáneamente de pintor
a verdadero creador de los acontecimientos narrados.
TEXTOS CON SUJET
Intentaremos
ahora establecer vinculaciones entre la teoría del texto de Lotman y la novela
histórica, a partir de la noción de sujet.
Consideraremos en primer término la necesidad de llegar a una definición de
textos con sujet. En principio,
Lotman establece tipológicamente la existencia de dos tipos de textos: los
primeros los llama textos mitogeneradores, subordinados al movimiento temporal
cíclico, que no son textos con sujet,
con ausencia de las categorías de principio y fin. Citemos al autor:
El texto es
concebido como un dispositivo que se repite ininterrumpidamente, sincronizado
con los procesos cíclicos de la naturaleza: con el cambio de las estaciones del
año, de las partes del día, de los fenómenos del calendario estelar. La vida
humana era considerada no como un segmento lineal, encerrado entre el
nacimiento y la muerte, sino como un ciclo que se repite incesantemente...
(Lotman, 1998:186).
Por otro lado, destaca en estos
textos el rasgo sobre la tendencia a identificar de manera absoluta diferentes
personajes. Textos que trataban de acontecimientos extratemporales,
reproducibles e inmóviles.
En segundo orden, reconocerá los textos del germen histórico
del relato con sujet, en el que
destaca “El registro de acontecimientos ocurridos una sola vez y casuales crímenes, desastres – de todo lo
que se consideraba como violación de cierto orden existente desde tiempos
inmemoriales...” (Lotman, 1998: 188). Serían los textos con base anecdótica,
que narran sobre otro y añaden detalles a su conocimiento del mundo.
De ambos surge el actual texto con sujet, en el que debe reconocerse la
pérdida del isomorfismo entre los niveles del texto, la multiplicidad de héroes
de los textos y el paso de la construcción cíclica a la lineal. Coloca como
ejemplo la aparición de los personajes dobles, verbigracia el caso de los
personajes de Cervantes. Más adelante, Lotman valora en el texto poético “el
más mitológico de los gérmenes del arte verbal con su reducción del sujet al esquema yo-él (ella) o yo-tú”
(Lotman, 1998:194). Pasa luego a reconocer en los textos escatológicos “el
primer testimonio de la descomposición del mito y la elaboración del sujet narrativo” (Lotman, 1998:194), en
tanto que, el paso a los relatos escatológicos dictaba el desarrollo lineal del
sujet. En este punto, ¿Por qué no pensar en la
evolución de los personajes de la novela histórica en la cual se muestra en
términos lineales el martirio, muerte y despedazamiento del héroe como una
coincidente tipología de los personajes
del actual texto con sujet?
La novela
histórica en tanto que propuesta reflexiva y recreativa acerca de determinados
acontecimientos y personajes históricos reales queda como una propuesta
narrativa de final abierto para la resignificación del texto. Responde esta
cualidad al carácter de imprevisibilidad del texto.
Recordemos las escenas del deterioro
progresivo de los personajes de las novelas de Szichman, por ejemplo, en Los años de la guerra a muerte, en la
cual se muestran las imágenes fatales del destino de los héroes, víctimas de
sus propios ideales, al combatir con sus oponentes. No hay diferenciación del
resultado en los enfrentamientos entre
patriotas y realistas. La novela histórica muestra, en este sentido, la
dureza de los acontecimientos históricos; la muerte, padecimiento propio del
ser humano en su primigenia condición vulnerable no se evade, mucho menos en
los escenarios de la guerra.
La muerte del Diablo Briceño se
convierte en la expresión exacta de la traslación del ámbito de la
representación al ámbito de la realidad, como si su vida estuviese signada por
la fatalidad. Siendo niño, a los ocho años, representó a Lucifer en el Auto
Sacramental del Nacimiento y luego, siendo adulto fue fusilado por abusos y
arbitrariedades.
La novela histórica pudiera plantear lo
que Lotman ha llamado “la superposición de la identificación del personaje
literario y el hombre, propia de la vida cotidiana...” (1998:211). La novela
histórica como forma narrativa del arte en la cual se percibe “el aspecto de sujet de la realidad” podríamos
concebirla desde la teoría lotmaniana a partir de los acontecimientos que son
interpretados semánticamente y al mismo tiempo, organizados en cadenas
ordenadas para ser interpretados sintagmáticamente. Los hechos históricos
referidos en la novela histórica se constituyen en propuestas con significado
en una organización discursiva que le otorga sentido y que son ordenados en el
tiempo. En este sentido, la novela histórica replantea el pasado desde su
condición de forma narrativa del arte que hará posible nuevas propuestas
interpretativas que quizá la hace tomar distancia, en algunos momentos, de los
acontecimientos iniciales. En todo caso, lo relevante de su propuesta semiótica
está en considerar la diversidad significante que toma de la historia para
mostrar nuevas propuestas desde lo ficcional.
TEXTO Y EXPLOSIÓN
Lotman plantea la presencia de la
pluralidad de las lenguas y las relaciones entre pluralidad y unidad como
rasgos fundamentales de la cultura. Quizá podamos acercarnos a la teoría
lotmaniana en correspondencia con los planteamientos de la nueva novela
histórica en Latinoamérica en relación a la parte del hecho histórico, de la
valoración de un conocimiento, de una traducción de los hechos del pasado,
reflejados en la historia considerada oficial para luego sugerir un
trastocamiento de esa traducción, de ese orden histórico a través de la
ficción. El discurso ficcional
transgrede el discurso histórico, Lotman, cuando se refiere a Guerra y
Paz de Tolstoi, afirma que “ocurre una división entre la visión
física y la psicológica” (Lotman, 1999:13), en tanto que en la novela histórica
ocurre una división entre la visión histórica y la visión ficcional. Podemos
inducir un trastocamiento de la traducción otorgada por la Historia como otra
lectura, otra visión generadora de nuevas aproximaciones que ponen en duda la
invulnerabilidad veritiva de la historia.
Será quizá posible hablar, siguiendo la
teoría de la cultura de Lotman, de procesos explosivos que parten
fundamentalmente de su condición de imprevisibilidad, también expresados por el
autor como “lo nuevo” que “en la ciencia y el arte es la realización de lo
inesperado” (1999:20), lo que no significa anular alguna de las esferas. En
este sentido, estaríamos percibiendo en la novela histórica esa conjunción de
dos esferas, la de la historia
propiamente dicha y la de la historia ficcional, relacionadas en torno a una
dialogicidad donde ninguna excluye a la otra. En este sentido, lo que Carlos
Pacheco ha denominado como nuevo fenómeno del boom en la novela histórica
latinoamericana, nosotros nos atrevemos a denominarlo como proceso de
explosión, en términos lotmanianos.
Podemos citar en las novelas de
Szichman aspectos que percibimos acordes al proceso de explosión. Por ejemplo,
facetas inimaginables de los héroes de la Gran Colombia, verbigracia el
Libertador en la novela Las dos muertes
del general Simón Bolívar, acosado por el miedo a fallecer sin merecer la
inmortalidad para la historia, con reflexiones que oscilan entre la vigilia y
el sueño, entre la realidad y la ficción, propias de su condición agónica y
delirante como persona que presiente su último aliento. De igual forma, podemos
contraponer en el escenario de las novelas de Szichman personajes reales e
imaginarios. Es el caso del escultor Lebranche en Las dos muertes del general Simón Bolívar y el pintor Eusebio o el
comerciante A.J. Stuart, apodado el Hombre de Hielo, por negociar con panelas
de hielo que también ocultaban el comercio de municiones a Bolívar, para la
guerra, en Los años de la guerra a muerte.
Al referirse Lotman a la noción de 'texto
dentro del texto' como naturaleza sígnica, doble del texto artístico,
percibimos la importancia que tiene en el texto la simulación de la
realidad, en la que considera “se finge
una cosa entre las cosas del mundo real, con una existencia autónoma, independiente
del autor” (1999: 105). Caso particular en la novela histórica, donde se
establece en forma expresa, a través del narrador, la función apelativa al
lector, ampliando esta naturaleza doble
del texto en virtud de sus mismas
intenciones artísticas. La participación del lector se hace más inclusiva como
destinatario de una relación comunicativa polisémica.
En este punto, queremos significar la
valoración que hace Lotman en cuanto al discurso histórico como “transformación
de la memoria” y que nos confirma la reelaboración que para el historiador
tiene el conocimiento que posee y que deberá trasponer en el texto para consumo
de los lectores, pudiendo tratarse de una corrección del pasado. En este
sentido, se pone de manifiesto igualmente la imprevisibilidad que en ocasiones
también podría convertirse en mentira. Traeremos a colación un último ejemplo
de la novela histórica de Szichman Los años de la guerra a muerte, donde
aparece el personaje Andrés Bello quién se desempeña como traductor entre
españoles y franceses, entre españoles e ingleses, con la preconcebida
disposición de propiciar toda clase de imprecisiones al cambiar el sentido de
las palabras al momento de traducir las conversaciones, que llevarían a
posibles acuerdos y negociaciones en tiempos de guerra. Pues bien, la figura
sobria que hasta ahora guardábamos de don Andrés Bello adquiere en la novela de
Szichman dimensiones insospechadas en su desempeño de embrollador de
situaciones.
La cultura vista por Lotman es la
memoria de larga duración de una colectividad. Los textos que permanecen en el
tiempo se corresponden a la jerarquía de los valores porque la cultura implica
memoria y olvido. La memoria jerarquiza los hechos que han de ser recordados en
oposición a aquéllos que se harán inexistentes porque serán olvidados, aun
cuando la cultura lucha contra el olvido.
El olvido es elemento
de la memoria y al mismo tiempo, medio de destrucción de la misma. En este
caso, para Lotman ocurre la “desintegración de la cultura como persona
colectiva única poseedora de una autoconciencia y una acumulación de
experiencia que tiene un carácter ininterrumpido” (2000:175). Podemos, para
finalizar, interrogarnos ¿Hasta qué punto nuestra cultura ha escogido olvidar
nuestra historia? ¿Por qué la memoria colectiva pareciera esfumarse en la
banalidad efímera del presente, sin considerar las raíces que nos identifican
como pueblos unidos en las mismas carencias y ambiciones? ¿Hasta qué punto en
América el olvido se constituye en elemento de la memoria o hecho de
destrucción de la misma?
Referencias
Bibliohemerográficas:
Lotman, Iuri: 1996. La semiosfera I (Semiótica de la cultura y
el texto). Madrid. Frónesis.
__________ 1998. La
semiosfera II (Semiótica de la cultura, del texto, de la conducta y del
espacio). Madrid. Frónesis.
__________ La semiosfera III
(Semiótica de las artes y la cultura). Madrid. Frónesis.
__________ 1999. Cultura y explosión (Lo previsible y lo
imprevisible en los procesos de
cambio social). Barcelona: Gedisa.
_____________ “La semiótica de
la cultura y el concepto de texto”, En: Entretextos, Revista Electrónica
Semestral de Estudios Semióticos de la Cultura, N° 2., noviembre 2003. En:
hhtp//www.ugr.es/local/mcaceres/entretextos.htm (Consultado el 02 de febrero de
2014).
Pacheco, Carlos: 2001. “La
Historia en la ficción latinoamericana contemporánea: perspectivas y problemas para una agenda
crítica” en Estudios, Revista de
Investigaciones literarias y culturales. Año 9. N| 18. Caracas,
jul-dic. p.205-224.
Szichman, Mario. 2004. Las dos muertes del general Simón Bolívar.
Caracas: Centauro.
______________ 2011. Los años de la guerra a muerte.Aleph Publishing House:
New Jersey